Crisis treinta?era
El ser humano est¨¢ en crisis. Perpetua. La de los cuarenta, la de los cincuenta. Cl¨¢sicas. La de los veintitantos, quiz¨¢ m¨¢s rara, con la que ya jug¨® C¨¦dric Klapisch en Una casa de locos al retratar a un grupo de estudiantes europeos residentes en Barcelona y poseedores de la beca Erasmus. Y, c¨®mo no, la crisis de los treinta, a la que se dedica ahora el guionista y director franc¨¦s en Las mu?ecas rusas, pel¨ªcula basada en el fracaso de los benditos ideales de la primera etapa de la veintena porque ni el trabajo ni el amor con el que se so?aba se han dignado a asomar siquiera por la rendija de la vida.
Comedia dram¨¢tica de corte generacional, Una casa de locos fue un ¨¦xito en media Europa (mucho m¨¢s en Francia que en Reino Unido), a pesar de la incapacidad de Klapisch para otorgar ritmo a las desventuras de sus criaturas. Un defecto con el que tiene que lidiar de nuevo en la m¨¢s que tediosa primera mitad de Las mu?ecas rusas, a la que, adem¨¢s, se le pod¨ªan haber cortado buena parte de las secuencias sin que el producto se resintiese en absoluto (las de Audrey Tautou parecen simplemente un peaje para que su presencia aumente la taquilla) y se habr¨ªa escapado as¨ª de los excesivos 125 minutos de metraje.
LAS MU?ECAS RUSAS
Direcci¨®n: C¨¦dric Klapisch. Int¨¦rpretes: Romain Duris, Kelly Reilly, Kevin Bishop, C¨¦cile de France. G¨¦nero: comedia dram¨¢tica. Francia, Reino Unido, 2005. Duraci¨®n: 125 minutos.
Irregularidad
De modo que la irregularidad es una constante a lo largo de la pel¨ªcula, un aspecto en el que tambi¨¦n incide la impericia de Klapisch para visualizar con cierto gusto est¨¦tico bonitas ideas on¨ªricas ideadas en su propio gui¨®n, caso de ese otro yo flautista, constante vendedor de motos, o la met¨¢fora de la calle de dimensiones perfectas con la que explica la estupidez en la que algunas veces se convierte el deseo.
Aun as¨ª, la pel¨ªcula termina levantando el vuelo en una notable segunda mitad gracias al dibujo del miserable (?qui¨¦n no lo ha sido, qui¨¦n no lo es?) capaz de hacer la mayor tonter¨ªa por la mujer que menos lo merece y de ponerse una venda en los ojos cada vez que la delicadeza, la ternura, la simpat¨ªa y la hermosura m¨¢s natural llaman a su puerta. Un retrato en el que tiene mucho que ver el actor franc¨¦s Romain Duris (Exils, Ars¨¨ne Lupin), poseedor de un f¨ªsico y un estilo interpretativo gestual tan arriesgado que traslada siempre a sus personajes hasta el l¨ªmite de lo soportable para el espectador. Lo que puede llevar a que quiz¨¢ algunos vean como un defecto de la pel¨ªcula que un cenutrio tan impresentable ejerza de casi imposible veh¨ªculo para la identificaci¨®n.
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