Vientos del Este impulsan el d¨¦ficit exterior
Los autores advierten de que la entrada de nuevos miembros en la UE supone una mayor competencia para las empresas espa?olas y piden pol¨ªticas para mejorar la productividad.
?Qu¨¦ efectos puede tener la ampliaci¨®n al Este de la Uni¨®n Europea (UE) en el ya elevado d¨¦ficit exterior de la econom¨ªa espa?ola? Antes de intentar contestar esta pregunta, conviene saber que los intercambios comerciales con los pa¨ªses comunitarios ocupan un lugar central en las estrategias de crecimiento de los nuevos socios. De hecho, mucho antes de haber culminado las negociaciones con Bruselas, ya hab¨ªan desplegado una densa red de v¨ªnculos comerciales, en gran medida propiciados y controlados por grupos multinacionales que muy pronto apreciaron el potencial de negocio que supon¨ªa la desintegraci¨®n del orden comunista. Desde entonces, no ha dejado de aumentar el comercio exterior de los pa¨ªses del este con la UE. Actualmente, los nuevos estados miembros (NEM) realizan la mayor parte de sus intercambios comerciales exteriores con los pa¨ªses comunitarios. La integraci¨®n de sus econom¨ªas a la disciplina del mercado ¨²nico y la futura y obligada adhesi¨®n a la uni¨®n monetaria contribuir¨¢n a reforzar a¨²n m¨¢s su ya intensa participaci¨®n en los mercados europeos.
Las econom¨ªas que han conseguido un mayor ritmo de convergencia con la espa?ola han sido Eslovaquia y Polonia
La econom¨ªa espa?ola no puede utilizar la moderaci¨®n salarial como principal argumento competitivo
?D¨®nde reside la amenaza para la econom¨ªa espa?ola? En un contexto de moderado crecimiento de la UE, la entrada de nuevos jugadores, con estrategias econ¨®micas decididamente orientadas hacia la exportaci¨®n, representa, sin duda, una mayor competencia para nuestras empresas. Sin embargo, los NEM segu¨ªan siendo en 2004 proveedores relativamente perif¨¦ricos de los mercados comunitarios, pese a haber casi duplicado la cuota de mercado que ten¨ªan en 1995. En ese mismo periodo, la econom¨ªa espa?ola apenas mejor¨® su posici¨®n en el mercado europeo; aunque, con una cuota ligeramente superior al 3%, supera ampliamente la posici¨®n de las econom¨ªas que acaban de incorporarse a las estructuras comunitarias.
Ahora bien, el aspecto realmente importante a la hora de contestar la pregunta que formulamos al comienzo del art¨ªculo es analizar si los nuevos miembros de la UE venden los mismos o similares productos que la econom¨ªa espa?ola o, por el contrario, no son competidores directos por situarse en diferentes segmentos de mercado y en distintos niveles de calidad. Al comparar las estructuras exportadoras observamos que las que presentan mayor similitud con la econom¨ªa espa?ola son, por este orden, las de Eslovaquia, Rep¨²blica Checa, Eslovenia y Polonia. Las diferencias con los pa¨ªses b¨¢lticos, donde los productos intensivos en recursos naturales ocupan un lugar destacado, son notorias, lo mismo que con Hungr¨ªa, pa¨ªs que ha consolidado un importante nicho competitivo en la industria electr¨®nica. En los ¨²ltimos a?os, las econom¨ªas que han conseguido un mayor ritmo de convergencia con la nuestra han sido Eslovaquia y Polonia.
Las exportaciones espa?olas a la UE descansan en gran medida en la industria de veh¨ªculos de motor; las ventas de coches, componentes y veh¨ªculos comerciales se encuentran entre los cinco primeros rubros de exportaci¨®n y representan aproximadamente una cuarta parte de la facturaci¨®n total. S¨®lo Eslovaquia registra en el sector de automoci¨®n un grado de concentraci¨®n a¨²n mayor, de en torno al 40%. El peso de las ventas de coches y componentes en las exportaciones eslovenas, polacas y checas, aunque importantes y crecientes, es mucho menor. Otras industrias, que aparecen entre los diez cap¨ªtulos de exportaci¨®n m¨¢s importantes de nuestro pa¨ªs, en las que se aprecia un cierto solapamiento con nuestras ventas exteriores son las de componentes electr¨®nicos, motores y productos el¨¦ctricos.
Si consideramos el valor unitario de un producto como un indicador aproximado de su calidad respecto a otros bienes con las mismas caracter¨ªsticas, la ventaja de la econom¨ªa espa?ola parece clara. Nuestros bienes se destinan a segmentos de mercado m¨¢s sofisticados que los de nuestros competidores de Europa central y oriental. Pero la reducci¨®n de ese gap en los ¨²ltimos a?os ha supuesto, sin duda, una competencia m¨¢s intensa para nuestros exportadores, ya que los nuevos socios del Este no s¨®lo han ampliado su cuota de mercado, sino que ofrecen productos que han aumentado su complejidad tecnol¨®gica y su calidad.
Dos aspectos adicionales que pueden ayudar a situar la posici¨®n competitiva son la intensidad del cambio estructural y la evoluci¨®n de los costes laborales unitarios. Si medimos el dinamismo estructural por la contribuci¨®n de las industrias qu¨ªmica, el¨¦ctrica, electr¨®nica, veh¨ªculos de motor y maquinaria a la actividad exportadora podemos caracterizar la situaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola como de cierto estancamiento. En efecto, la participaci¨®n de las industrias mencionadas se ha mantenido estable a lo largo de los ¨²ltimos a?os, en torno al 39% del total exportado. Muy diferente ha sido la trayectoria seguida por los NEM, sobre todo la de aquellos que compiten m¨¢s directamente con nuestros productos en el mercado ¨²nico europeo. Se ha asistido a un proceso de intensa transformaci¨®n que se ha materializado en un creciente protagonismo de las industrias modernas en la actividad exportadora y algunos pa¨ªses -Eslovaquia, Hungr¨ªa y Rep¨²blica Checa- ya superan con claridad a la econom¨ªa espa?ola.
Los nuevos socios disponen, adem¨¢s, de un importante argumento competitivo basado en los bajos salarios, a pesar de que el dinamismo econ¨®mico de los ¨²ltimos a?os se ha traducido en un notable aumento de sus salarios medios. Seg¨²n la informaci¨®n estad¨ªstica proporcionada por Eurostat, entre 1995 y 2004 los costes laborales por empleado crecieron significativamente en los pa¨ªses del Este y se aproximaron a los de nuestro pa¨ªs; pese a ello, en Eslovenia, que disfruta de la renta por habitante m¨¢s elevada del grupo, los costes laborales (que incluyen los gastos salariales y los de seguridad social a cargo de las empresas) eran inferiores a los espa?oles en un 36% y en Letonia, el de menor renta, en un 82%. Ese factor competitivo se mantendr¨¢ durante a?os, ya que la convergencia salarial ser¨¢, presumiblemente, un proceso lento, dada la debilidad de los sindicatos, la necesidad de preservar la competitividad externa y las exigencias contenidas en el Tratado de Maastricht y en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que son condici¨®n sine qua non para incorporarse a la eurozona.
La capacidad competitiva de los NEM no s¨®lo reside en los bajos costes salariales, buena parte de su notable crecimiento econ¨®mico en los ¨²ltimos a?os se ha basado en la obtenci¨®n de mejoras en la productividad del trabajo, que se han concentrado en los subsectores manufactureros intensivos en tecnolog¨ªa y que utilizan fuerza de trabajo cualificada y en aquellas actividades exportadoras vinculadas a las empresas y sectores que cuentan con un alto grado de penetraci¨®n del capital extranjero. Gracias a que estas ganancias de productividad han superado, en la mayor parte de los sectores orientados a la exportaci¨®n, los incrementos salariales, su competitividad no s¨®lo no se ha deteriorado sino que ha aumentado.
El desaf¨ªo para nuestras empresas exportadoras es, pues, evidente. Es muy probable que hasta ahora tan s¨®lo haya asomado la punta de un iceberg que crecer¨¢ a medida que las inversiones de los grupos multinacionales contin¨²en, dado su inter¨¦s en convertir a estos pa¨ªses en privilegiadas plataformas de producci¨®n y exportaci¨®n. Aunque no debe exagerarse, ya que el potencial productivo y exportador de la econom¨ªa espa?ola sigue siendo muy superior al de los NEM.
Ante la amenaza creciente que representa la presencia de los NEM en los mercados comunitarios, la econom¨ªa espa?ola no puede utilizar la moderaci¨®n salarial como principal argumento competitivo. En el terreno de la competencia basada en los bajos salarios, el resultado s¨®lo puede ser desfavorable para las exportaciones espa?olas. Como adem¨¢s hemos llegado tarde y hemos llegado con un planteamiento b¨¢sicamente defensivo -que todav¨ªa impregna nuestra pol¨ªtica exterior- en virtud del cual la incorporaci¨®n de los nuevos socios s¨®lo depara costes, esa perspectiva ha oscurecido los beneficios potenciales de la ampliaci¨®n del mercado ¨²nico. De hecho, en nuestro pa¨ªs, han sido pocos los dirigentes pol¨ªticos y empresariales que han valorado correctamente la potencialidad de aquellos mercados y las oportunidades asociadas a un crecimiento econ¨®mico varios puntos porcentuales por encima del promedio comunitario.
A pesar de la grave crisis ocasionada por los resultados de los referendos realizados en Francia y en Holanda, la Uni¨®n Europea seguir¨¢ funcionando, al igual que seguir¨¢n profundiz¨¢ndose los procesos de integraci¨®n de las econom¨ªas europeas. No estar¨ªa de m¨¢s que nuestros responsables pol¨ªticos, adem¨¢s de concentrar sus esfuerzos en los grandes debates comunitarios sobre el futuro del tratado constitucional y la unidad pol¨ªtica europea o las Perspectivas Financieras para el periodo 2007-2013, dedicaran parte de su tiempo a dise?ar las pol¨ªticas industriales, comerciales, de impulso a la investigaci¨®n o mejora del capital humano necesarias para mejorar la productividad y los argumentos competitivos de nuestra econom¨ªa.
Los vientos competitivos que vienen del Este nos traen, junto a una amenaza clara para nuestro d¨¦ficit exterior, la no menos cierta oportunidad de aplicar m¨¢s recursos privados y p¨²blicos y nuevas pol¨ªticas a la imprescindible modernizaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola.
Fernando Luengo es director del Grupo de Investigaci¨®n Pa¨ªses del Este y Nuevo Entorno Internacional (Instituto Complutense de Estudios Internacionales), y Gabriel Flores es investigador del Instituto Complutense de Estudios Internacionales.
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