Natalia, entre todas las rusas
La espa?ola es sexta en una carrera en la que la sospechosa Tomashova y sus compatriotas aplicaron su rodillo
Cuatro a?os despu¨¦s Natalia Rodr¨ªguez vuelve a estar donde empez¨®.
Pero m¨¢s fuerte, m¨¢s feliz. M¨¢s segura. Sexta como en los Mundiales de Edmonton que la revelaron ante el mundo, pero un sexto diferente. La fr¨¢gil Natalia, la atleta de tanta clase como tobillos, la atleta de Tarragona que no terminaba de arrancar, que promet¨ªa tanto pero a la que, llegado el momento clave, la gran competici¨®n, le asaltaban los malestares f¨ªsicos, las molestias, los catarros, dio finalmente con la clave: el anonimato. "El a?o que llego con menor presi¨®n, el a?o en que menos se espera de m¨ª, es el a?o que mejor rindo", dec¨ªa la catalana, feliz, el pelo cortado a lo chico, en el olvido ya las minuciosas trencitas de anta?o. Como en Edmonton. Cuando nadie la esperaba, apareci¨®. Entonces era una gran promesa de 22 a?os que se lo ten¨ªa muy callado. Ayer, era simplemente una atleta que ha madurado, que ha conocido la depresi¨®n de quien trabaja, trabaja y trabaja, y no llega a donde debe. La atleta que a pesar de los pesares se mantiene en su espl¨¦ndida individualidad, en el camino que se traz¨® de joven, sin dudar de su entrenador, Jos¨¦ Miguel Escalona, sin salir de Tarragona. La atleta que sigue trabajando, paciente, hormiguita y, llegado un a?o importante, quiz¨¢s el decisivo, se encuentra con dos fracturas de estr¨¦s en las tibias, en ambas piernas. Bicicleta, trabajo de gimnasio, fortalecimiento general, pero nada de carrera. As¨ª durante semanas. Y as¨ª lleg¨® a Helsinki, an¨®nima, casi sin expectativas. Y as¨ª logr¨® llegar a la final de los 1.500 metros y all¨ª convertirse en protagonista maravillada, en espectadora privilegiada de c¨®mo las rusas, tremendas, arrollaron la inocencia de una et¨ªope que intent¨® ser refugiada pol¨ªtica en Suiza y acab¨® convertida en ciudadana de Bahrein, como tantos otros marroqu¨ªes o kenianos, pero diferente.
Sobre las rusas se multiplican los controles fuera de competici¨®n. Y la sospecha es fuerte
"El a?o en que menos se espera de m¨ª, es el a?o que mejor rindo", dec¨ªa la catalana, feliz
En el laboratorio antidopaje de Helsinki, lugar en el que se han llevado a cabo casi 900 an¨¢lisis en este Mundial, en los laboratorios antidopaje de medio mundo, hay una apuesta, un desaf¨ªo que no deja dormir tranquilos a los t¨¦cnicos m¨¢s reputados del mundo mundial. Es su propio Mundial. Hay prometida una medalla de oro simb¨®lica para aqu¨¦l que logre encontrar en las orinas aparentemente inocuas de tantas atletas rusas la sustancia que las hace progresar a tirones, mejorar sus marcas espectacularmente, seg¨²n se acerca una gran competici¨®n mundial. Sobre ellas, sobre las rusas, se multiplican los controles fuera de competici¨®n, se intenta pillarlas de cualquier manera, pero nada. Y la sospecha es fuerte, y en este Mundial ha sido m¨¢s fuerte que nunca pues en los an¨¢lisis previos de sangre se comprueba que su hematocrito, que su hemoglobina, se han disparado, que alcanzan niveles escandalosos. Pero nada. Se sabe con un 99% de certeza que utilizan EPO, pero una EPO invisible debe de ser. Se habla de la EPO Omega, de fabricaci¨®n rusa, indetectable aunque cada vez se afinen m¨¢s las t¨¦cnicas. Se habla de un producto qu¨ªmico, de unos polvos que si se dejan caer en la orina anulan todo rastro culpable, y por eso los controladores van a exigir que todos los atletas se laven las manos antes de orinar, se las laven y las ense?en, bien desnudas, sin nada entre las u?as. Y mientras tanto, en la pista pasa lo que pasa. Un rodillo, por ejemplo.
Pocos minutos antes de que el relevo femenino ruso del 4 x 400 arrasara en su final, otro relevo feroz, ruso, femenino, tuvo lugar en la pista. Su objetivo, conseguido, fue la caza de Mariam Yusuf Jamal, una atleta del altiplano de Arsi, en Etiop¨ªa, de la provincia de Bekele, de Tirunesh Dibaba, que s¨®lo tiene 22 a?os y que como es de la etnia Oromo, minoritaria, maltratada por la federaci¨®n de su pa¨ªs hasta hace unos meses, decidi¨® emigrar a Suiza hace un par de a?os. Sin apenas papeles, con visado turista, casi clandestina, vivi¨® en Suiza, donde encontr¨® un entrenador en la persona Fran?ois Pahud, t¨¦cnico que fue de Pierre D¨¦l¨¨ze. Finalmente se hizo bahrin¨ª, como Ramzi, aunque vive y trabaja en Suiza y donde sigue entren¨¢ndose en altitud, en su caso en Saint Moritz, mientras sus compatriotas lo hacen en Addis Abeba. Jamal era la sensaci¨®n del medio fondo este a?o y para ratificarlo sali¨® ayer, para ganar el oro. Dej¨®, obligada, el top con el que mostraba el ombligo en los m¨ªtines y el pantaloncito ajustado que tanto escandalizaba a los jeques que la pagan y sali¨® con la camiseta amplia, informe, los pantalones grandes, amplios. Sali¨® tambi¨¦n para cerrar el cerco et¨ªope en el fondo, para sumarse a los dos triunfos de Dibaba en el 5.000 y en el 10.000, para a?adir el 1.500 a la redada. Y todo le iba bien cuando a falta de 300, ella, menudita, m¨ªnima, sin apenas m¨²sculo, se convirti¨® en una pelota de ping pong para la caballer¨ªa rusa. Intentaba Jamal cambiar de ritmo antes de entrar en la ¨²ltima curva, descuid¨® la cuerda y por all¨ª entr¨®, arrollando, Chizhenko, la campeona rusa, quien con la mano la empuj¨® a ella, una pluma, hacia el centro; all¨ª la recibi¨® Tatyana Tomashova, quien para protegerse la devolvi¨® hacia Chizhenko. La dejaron fuera de juego. La ¨²ltima recta fue la carga de la brigada rusa, Soboleva, Yegorova -la misma que dio positivo por EPO hace cuatro a?os-, Tomashova y Chizhenko, a toda mecha, Jamal resistiendo dignamente, Natalia soltando las piernas y recuperando desde atr¨¢s. Gan¨® Tomashova. Chizhenko acab¨® tercera, pero fue descalificada. Jamal finalmente fue quinta.
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