Belleza interior
Mirar dentro del cuerpo humano, hacer visible lo invisible, siempre fue arma y reto para la ciencia y la medicina. Con el avance tecnol¨®gico, cada vez es m¨¢s f¨¢cil acceder, observarlo, fotografiarlo. Y las im¨¢genes obtenidas trascienden ya el uso cient¨ªfico: son obras de arte exhibidas en un museo ¨²nico
Usted es una obra maestra. Igual que yo o que su compa?ero de trabajo, que aquella chica o chico que le mira en el metro, este o ese ni?o que corre en el parque, aquel anciano, el conserje, la maestra? F¨ªjese en sus cuerpos? Todos somos obras de arte andantes. Hemos sido creados por el mejor constructor del mundo: la evoluci¨®n. Y ¨¦sta se ha tomado su tiempo para bordar la tarea: miles de millones de a?os controlando resultados, optimizando lo que funciona, eliminando lo que no, adapt¨¢ndose a las condiciones m¨¢s extremas, siempre en obras; una vida de constante creaci¨®n y desecho. Valgan algunos ejemplos: cincuenta millones de c¨¦lulas mueren y otras tantas nacen cada segundo en el cuerpo adulto; cuatro kilos de piel perdemos al a?o; los test¨ªculos de un solo hombre producen tantos espermatozoides que podr¨ªan repoblar el planeta entero?
50 millones de c¨¦lulas mueren y otras tantas nacen cada segundo
A trav¨¦s del microscopio ¨®ptico, todo es color; en el electr¨®nico, gris
Somos una gran ciudad-f¨¢brica, la mejor organizada del mundo
?Qu¨¦ factor¨ªa es capaz de aguantar tal ritmo de actividad? De todo esto se ocupa el libro al que pertenecen las im¨¢genes de este reportaje. Se titula El cuerpo: una obra de arte. Un viaje a su interior (Kunstwerk K?rper. Reise ins Innere des Menschen). Lo ha publicado la casa alemana Frederking & Thaler en reedici¨®n del original brit¨¢nico (Octopus, 2004), con textos del escritor Windsor Chorlton. Contiene unas 300 fotograf¨ªas procedentes del archivo de la Science Photo Library londinense, el mayor, presumen, en im¨¢genes cient¨ªficas (en diversos campos: salud, medicina, exploraci¨®n espacial, astronom¨ªa, tecnolog¨ªa, naturaleza?). Tantas que, seg¨²n su creador, Michael Marten, disponen de "una foto para contar cualquier historia".
Los protagonistas de la que ahora nos ocupa tienen nombres que nos devuelven aquello que estudiamos en la infancia: c¨¦lulas, ADN, aparatos de Golgi, mitocondrias, citoplasma, mol¨¦culas, hormonas, enzimas? Se trata de im¨¢genes, tomadas de materia viva o muerta, en las que se exhibe nuestra fisonom¨ªa interior, la m¨¢s ¨ªntima. "Del cuerpo humano nos preocupa demasiadas veces s¨®lo la envoltura", afirma el periodista cient¨ªfico de la revista Stern Horst G¨¹ntheroth en la introducci¨®n del libro. "Nos solemos identificar con esa fachada exterior, y para corregirla podemos incluso acabar en manos de cirujanos pl¨¢sticos?".
As¨ª, sigue, nos interesa la est¨¦tica del rostro, el tipo, la elasticidad de la piel, la calidad del cabello? Creemos que somos lo que se ve, cuando en verdad lo que nos define es lo que no: la calidad y eficiencia de nuestras c¨¦lulas, el contenido de nuestros genes, la manera en que nuestros alba?iles personales han ido rematando cada una de las dependencias de esta unidad funcional, s¨®lida, robusta, eficiente, estructurada y formada por m¨²sculos, huesos, ¨®rganos y nervios que es el cuerpo. "Somos, en el terreno celular, una gran ciudad-f¨¢brica, la mejor organizada del mundo, compuesta de otras m¨¢s peque?as, mil tipos diferentes de c¨¦lulas especializadas, subdivididas, cada una a lo suyo, bien coordinadas, repletas de operarios incansables que alimentan, reparan, eliminan residuos, protegen, comunican, administran?", se?ala Chorlton.
Los m¨¦dicos, cient¨ªficos e investigadores bucean en nuestra anatom¨ªa ya desde hace un tiempo. Es la suya una mirada privilegiada que se inici¨® cuando a principios del siglo XVIII Ren¨¦ La?nec invent¨® el estetoscopio, intrigado por los "murmullos y pitidos" interiores y dando comienzo as¨ª al "periodo de aplicaci¨®n de la tecnolog¨ªa instrumental como un hecho b¨¢sico, com¨²n y significativo del diagn¨®stico". Atr¨¢s quedaban suposiciones, humores cl¨¢sicos, explicaciones m¨¢s o menos divinas, mucho de la m¨ªstica del cuerpo; aquello fue el principio de una revoluci¨®n exploratoria que ya no se ha detenido.
La importancia del microscopio en este terreno es indiscutible. Usar un microscopio simple, inventado en 1674 por Anton van Leeuwenkoek, significa utilizar un instrumento para obtener una imagen aumentada de objetos min¨²sculos o detalles muy peque?os de los mismos. Los ¨®pticos se sirven de la luz visible para crear esa imagen aumentada que buscamos. Su potencia amplificadora est¨¢ limitada por la longitud de onda de la luz. Para ver algunos componentes de las c¨¦lulas se necesitaban aumentos de 10.000 veces. El primer microscopio electr¨®nico, el de transmisi¨®n, fue desarrollado por Max Knoll y el luego premio Nobel Ernst Ruska, en Berl¨ªn en 1931. "El microscopio ¨®ptico abri¨® la primera puerta al microcosmos; el electr¨®nico abri¨® la segunda. ?Qu¨¦ encontraremos al abrir la tercera?", se preguntaba Ruska en 1985, tres a?os antes de su muerte (www.ernst.ruska.de).
La tecnolog¨ªa va transformando el conocimiento de todos esos elementos, nos disecciona y, al tiempo, cambia hasta la percepci¨®n de nosotros mismos. Y ya que para vernos bien hay que mirar con la t¨¦cnica adecuada, buscarla ha sido y es uno de los grandes retos de la ciencia. Basta irse a la web de la Science Photo Library (www.sciencephoto.com) para apreciar la variedad de t¨¦cnicas existentes hoy para husmear por el cuerpo: rayos X, tomograf¨ªa computerizada, resonancia magn¨¦tica, im¨¢genes por ultrasonido, endoscopia, termograf¨ªa, microscop¨ªa?
Gracias a ellos podemos admirar ya mucho de nuestra belleza y variedad interior. Somos una grandiosa exposici¨®n de obras de arte: cuerpos de la sangre que simulan cuentas de un collar; ramilletes de nervios cerebrales como cables de ordenador; vasos sangu¨ªneos cual siluetas arb¨®reas; estructuras ¨®seas que parecen laberintos infinitos; paredes del est¨®mago o del intestino como murallas; tejidos engarzados, hilvanados, fruncidos, de los m¨²sculos; monta?as inexpugnables de estructuras celulares; espermatozoides agrupados en manada; cristales de hormonas o piedras del ri?¨®n elegantes y coloridas; r¨ªos interiores de materiales tan densos y caprichosos como brazos de lava? Lo que hay dentro son dise?os, trazos, formaciones que recuerdan a fondos marinos, a estrellas, a paisajes arados, a fuegos artificiales, a bolas de algod¨®n o de helado, a trompas de elefante, a tejidos indios, a cuadros de Kandinsky o Klimt.
Por supuesto, a¨²n queda mucho por descubrir. ?Qu¨¦ sabemos en realidad del cerebro? ?Qui¨¦n da las ¨®rdenes? ?C¨®mo funcionan los virus? Preguntas hay a miles (no s¨®lo en lo morfol¨®gico, tambi¨¦n en lo bioqu¨ªmico y lo funcional). "Es una inquietud cient¨ªfica constante saber c¨®mo estamos organizados bajo la piel, entender el nivel jer¨¢rquico de las c¨¦lulas, el funcionamiento de estas m¨¢quinas internas, perfectas, coordinadas", asegura Jos¨¦ Carrascosa, director desde 1992 del departamento de biolog¨ªa estructural del Instituto de Biotecnolog¨ªa del CSIC, que fue adem¨¢s presidente de la Sociedad Europea de Microscop¨ªa Electr¨®nica, a la que pertenecen 3.000 miembros ("Ah¨ª se ve su magnitud"), y al que le mostramos algunas im¨¢genes del libro. "Nuestro trabajo depende sobre todo de los avances en equipamiento, del desarrollo en programas para el procesamiento digital de la imagen y de los que va dando la misma biolog¨ªa", dice Carrascosa en su despacho de la Aut¨®noma de Madrid, donde cuelgan las portadas de prestigiosas revistas en las que su equipo ha participado (Science, The Embo Journal, Molecular Microbiology). "Es en el segundo terreno en el que m¨¢s se ha avanzado", asegura.
?Pero son reales los colores con los que se muestran las fotograf¨ªas de estas p¨¢ginas? "Hay que diferenciar entre las obtenidas por microscop¨ªa ¨®ptica, que utiliza la luz como elemento de visualizaci¨®n y, por tanto, los colores que muestra son reales, y las electr¨®nicas, en las que la fuente luminosa son electrones y la imagen resultante siempre es gris. Lo que ocurre es que luego, al digitalizarlas, se colorean de uno u otro modo", afirma Carrascosa, quien va indicando en cada foto mostrada: "?sta es SEM, ¨¦sta no?". SEM significa scanning electron microscopy, microscop¨ªa electr¨®nica de barrido, y es uno de los m¨¦todos m¨¢s usados: pueden ampliar los objetos 100.000 veces o m¨¢s. Cuenta Carrascosa que su equipo participa en una red de excelencia europea que se dedica a desarrollar m¨¦todos de microscop¨ªa electr¨®nica a¨²n m¨¢s avanzada, tridimensional, "lo que se llama 3DEM".
Y que andan enfrascados en el estudio detallado de uno de los elementos m¨¢s complejos y fascinantes del cuerpo: los virus. "C¨®mo se ensamblan y son capaces de producir progenies numeros¨ªsimas destinadas a la infecci¨®n, con ese ego¨ªsmo por la vida brutal, con esa supereficiencia en la reproducci¨®n, c¨®mo utilizan soluciones muy h¨¢biles desde el punto de vista ingenieril para producir estructuras muy simples, pero muy duras?". Desvelar sus secretos permitir¨¢ conocer sus debilidades e idear estrategias para detenerlos en sus ataques.
Como ¨¦l, muchos investigadores en todo el mundo se empe?an d¨ªa a d¨ªa en analizar, cartografiar elemento a elemento, explorar mil¨ªmetro a mil¨ªmetro de nosotros mismos sin que por ello "se haya perdido la magia del cuerpo", dice Chorlton. "Al contrario, hasta los cirujanos que acostumbran a abrirlos una y otra vez siguen maravill¨¢ndose con la perfecci¨®n de la m¨¢quina". Llegar a la explicaci¨®n final de la vida. ?se sigue siendo el gran reto.
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