Dormir frente al glaciar
Ruge como un trueno cuando sus paredes se desploman. El glaciar Perito Moreno, una de las reservas de agua dulce del planeta, en la Patagonia argentina, es un paisaje ¨²nico y admirarlo desde la terraza del hotel resulta toda una experiencia.
El glaciar me recibi¨® con un estruendo similar al de un trueno. Luc¨ªa un sol espl¨¦ndido y no hab¨ªa indicios de tormenta. El camino atravesaba un bosque de ?ires, guindos y lengas -¨¢rboles propios de la regi¨®n austral-, y una amplia gama de flores, entre las que abundaban los notros, de intenso color rojo. El trueno que no era trueno retumb¨® de nuevo entre las monta?as, esta vez m¨¢s intenso. Detr¨¢s de una curva apareci¨®, majestuosa, la gigantesca masa de hielo varada en el lago, que en su parte frontal sobrepasa los 60 metros sobre el agua en su altura m¨¢xima. El ruido que empec¨¦ a escuchar a kil¨®metros de distancia era provocado por los trozos de hielo de distintos tama?os que, constantemente, se desprenden de la pared del glaciar.
La gran masa de hielo varada en el lago sobresale m¨¢s de 60 metros
El desmoronamiento de paredes de hielo tarda a?os en producirse
De lejos, el glaciar provoca fascinaci¨®n absoluta; de cerca, impresiona
Recorr¨ª las pasarelas construidas sobre el lago hasta detenerme en el Balc¨®n Norte, el mejor mirador para contemplar en toda su magnitud aquella maravilla de la naturaleza. Fue el primer contacto con el glaciar Perito Moreno, en el extremo sur de la Patagonia argentina, en la frontera con Chile. En realidad, el Perito Moreno nace del campo de hielo continental que comparten los dos pa¨ªses de la Am¨¦rica austral. Desde que me fui a vivir a Buenos Aires, ¨¦ste era el viaje de mis sue?os. Tard¨¦ dos a?os en realizarlo. Millones de argentinos no lo han visitado nunca, aunque todos hablan con orgullo del glaciar. Tienen motivos para hacerlo, y as¨ª lo reconoci¨® la Unesco cuando en 1981 declar¨® el Perito Moreno patrimonio de la humanidad.
Aterric¨¦ en R¨ªo Gallegos, despu¨¦s de sobrevolar 3.000 kil¨®metros desde Buenos Aires. Poco hay que ver en la capital de Santa Cruz, una provincia gigantesca escasamente poblada, con amplias estancias que albergan millones de ovejas. Enfil¨¦ la carretera hacia El Calafate, a 320 kil¨®metros, en la margen sur del lago Argentino. Esta localidad de 15.000 personas es el ¨²ltimo lugar habitado antes del ingreso al parque nacional Los Glaciares, creado el a?o 1937, con una superficie de 450.000 hect¨¢reas. De la masa de hielo continental descienden 13 glaciares, entre los que destacan el Upsala (595 kil¨®metros cuadrados), el Viedma (575 kil¨®metros cuadrados) y el Perito Moreno, que tiene una superficie de 257 kil¨®metros cuadrados y una longitud de 30 kil¨®metros. Todo el territorio geogr¨¢fico de la ciudad de Buenos Aires cabr¨ªa dentro del glaciar. Hay adem¨¢s unos 190 glaciares menores que no superan los tres kil¨®metros cuadrados de superficie, no vinculados a la masa de hielo continental.
Como paso obligado hacia uno de los destinos tur¨ªsticos m¨¢s solicitados, El Calafate cuenta con una variada oferta hotelera que se ha ampliado en los ¨²ltimos a?os. En sus or¨ªgenes era un parador de carretera, cuando la ¨²nica actividad econ¨®mica en aquella zona remota era la cr¨ªa de ganado ovino para la producci¨®n de lana. Los precios internacionales del textil cayeron y El Calafate entr¨® en decadencia, hasta que el turismo fue la tabla de salvaci¨®n y se convirti¨® en la nueva fuente de ingresos de sus habitantes. Llegaron oleadas de turistas de todo el mundo, y la fisonom¨ªa de la localidad cambi¨® dr¨¢sticamente con la proliferaci¨®n de hoteles, albergues, caba?as, c¨¢mpings, restaurantes, casas de t¨¦ y establecimientos tur¨ªsticos.
Cuando viaj¨¦ a los glaciares, el peque?o aeropuerto de El Calafate apenas recib¨ªa vuelos privados. Actualmente ya aterrizan aviones comerciales, lo que permite evitar las cuatro horas de carretera desde R¨ªo Gallegos. Recuerdo que el d¨ªa que me marchaba de El Calafate aterriz¨® un jet privado en el que viajaba el entonces presidente de Repsol, Alfonso Cortina, al frente de un grupo de altos ejecutivos que ten¨ªan previsto refugiarse en la paz de la naturaleza para debatir asuntos de la empresa. Hab¨ªan elegido la hoster¨ªa Los Notros, el ¨²nico hotel que existe en el interior del parque nacional Los Glaciares.
El recorrido entre El Calafate y el Perito Moreno es de 85 kil¨®metros. La primera parte discurre junto al lago Argentino -el mayor de toda la Rep¨²blica, con una superficie de 60 por 20 kil¨®metros- y la estepa patag¨®nica. Despu¨¦s de pasar por el cerro de los Elefantes llegu¨¦ a la entrada del parque nacional, justo a medio camino. A partir de aqu¨ª empec¨¦ a bordear por la izquierda el Brazo Rico del lago. La profundidad de las aguas var¨ªa entre 35 y 1.000 metros. A la derecha comienzan los bosques de ¨¢rboles aut¨®ctonos, como lengas, cipreses, ciruelillos y alerces. Es posible ver alg¨²n ejemplar de zorro gris, de armadillo o de guanaco. La fauna del lugar incluye tambi¨¦n pumas y zorros colorados.
Llegamos a la hoster¨ªa Los Notros despu¨¦s de haber visto por el camino las flores del mismo nombre. El hotel se levanta en medio del bosque, en un lugar privilegiado frente al glaciar. Me pregunto c¨®mo consigui¨® el propietario el permiso para construir el ¨²nico hotel del parque nacional. Por su condici¨®n de pieza ¨²nica, la hoster¨ªa Los Notros tiene, probablemente, la mejor o una de las mejores ubicaciones de cualquier hotel en toda Am¨¦rica Latina. Desde cada una de las 32 habitaciones se contempla la vista espectacular, limpia, sin obst¨¢culos de ninguna clase, del glaciar Perito Moreno. Nada m¨¢s llegar al hotel es irresistible la tentaci¨®n de acomodarse en una de las tumbonas de la gran terraza a la entrada y dejar que trabaje la vista, vuele la imaginaci¨®n y se relaje el cuerpo.
En Los Notros hay paz e intimidad. Cada habitaci¨®n es distinta, con sus colores, su personalidad y su propia visi¨®n del Perito Moreno. El paisaje puede contemplarse tomando caf¨¦ junto a los grandes ventanales, desde la cama o desde la ba?era llena de espuma. El mobiliario y las pinturas fueron adquiridos por el due?o en subastas y anticuarios. Las alfombras fueron tejidas por indios mapuches, los pobladores originarios de aquella regi¨®n patag¨®nica.
Ignoro si al frente de los fogones sigue un franc¨¦s que cocina como los dioses. Compartimos cordero patag¨®nico y trucha, los dos platos t¨ªpicos de la zona. A la hora de la cena tuve el primer contacto con otros hu¨¦spedes, de nacionalidades variadas. Bastantes europeos y pocos argentinos. Los precios del ¨²nico hotel del parque nacional Los Glaciares eran prohibitivos para el mercado local cuando estaba en vigor la ley de convertibilidad entre el peso y el d¨®lar, conocida popularmente como el uno a uno. Nadie pod¨ªa entenderlo, pero la moneda argentina val¨ªa lo mismo que la estadounidense. Parec¨ªa una ficci¨®n, porque en ning¨²n mercado de divisas internacionales se cotizaba el peso argentino. Pero no era ninguna ficci¨®n cuando llegaba la hora de pagar la factura de un restaurante, un hotel o el alquiler de la vivienda, porque el importe en pesos era equivalente en d¨®lares.
Tarde o temprano, este sistema ten¨ªa que llegar al colapso, a pesar de la resistencia del ministro de Econom¨ªa, Domingo Cavallo, padre de la convertibilidad. Y colaps¨®, despu¨¦s de amplias protestas populares y saqueos de comercios, y se llev¨® por delante al Gobierno de Fernando de la R¨²a cuando le quedaban dos a?os de mandato. La devaluaci¨®n del peso abarat¨® el coste de vida en Argentina para quienes llegaban con d¨®lares. Pero no para los argentinos, que cobran y pagan en pesos.
El hotel ofrece un programa en el que est¨¢ todo incluido: el traslado desde el aeropuerto, todas las comidas y una amplia variedad de excursiones al glaciar; recorridos por el lago en barca, y por el parque nacional a pie, a caballo, en mountain bike o en veh¨ªculo todoterreno, as¨ª como el descenso en rafting por aguas bravas. Antes de la cena, uno de los gu¨ªas que trabajaban en Los Notros explic¨® las actividades programadas para el d¨ªa siguiente. El gran protagonista de la charla fue el glaciar, del que aprend¨ª un mont¨®n de cosas en aquella clase improvisada. El profesor era un joven que trabaja en el parque de los glaciares durante la temporada de verano y da clases de esqu¨ª en la estaci¨®n de Bariloche durante la ¨¦poca de invierno. El glaciar debe su nombre al perito Francisco Pascasio Moreno (1852-1919), fundador de la Sociedad Cient¨ªfica Argentina y activo explorador de los territorios australes de su pa¨ªs. Encabez¨® la comisi¨®n argentina para la discusi¨®n de l¨ªmites con Chile.
El Perito Moreno es una de las reservas de agua dulce m¨¢s importantes del planeta y uno de los pocos glaciares que contin¨²an en avance permanente: unos dos metros por d¨ªa; es decir, m¨¢s de 700 metros por a?o. El proceso para la formaci¨®n del hielo glaciario, una masa cristalina azulada, se produce por acumulaci¨®n de nevadas a trav¨¦s de los siglos, produciendo la liberaci¨®n del aire interior con su propio peso. El hielo continental patag¨®nico constituye la tercera masa de hielo m¨¢s grande del mundo, despu¨¦s de la Ant¨¢rtida y Groenlandia. La particularidad de los glaciares de la provincia de Santa Cruz es que se originan a menor altitud, unos 1.500 metros sobre el nivel del mar, y descienden hasta los 200 metros, lo que facilita el acceso y la observaci¨®n. El deshielo de esta gran masa origina los lagos Argentino y Viedma, que vierten sus aguas al oc¨¦ano Atl¨¢ntico despu¨¦s de cruzar toda la provincia a trav¨¦s del r¨ªo Santa Cruz.
Con la lecci¨®n bien aprendida me acost¨¦, no sin antes despedirme del glaciar desde la ventana de la habitaci¨®n. Dej¨¦ las cortinas abiertas a prop¨®sito para despertarme con la luz del amanecer y ver el Perito Moreno desde la cama. Todo un lujo. Salimos de buena ma?ana, con viandas para el almuerzo que hab¨ªan preparado en el hotel. En el puerto de la bah¨ªa Bajo Las Sombras embarcamos para cruzar el Brazo Rico del lago Argentino y alcanzar la orilla opuesta de la pen¨ªnsula de Magallanes. Durante la navegaci¨®n vimos grandes bloques de hielo flotando en las aguas. "?Un iceberg!", grit¨® Mar¨ªa, mi hija. Aquellos t¨¦mpanos eran realmente icebergs a peque?a escala que se hab¨ªan desprendido de las paredes del glaciar. M¨¢s tarde pude ver de cerca el fen¨®meno que produce el ruido del trueno del que hablaba al comienzo de esta historia.
Desembarcamos en la otra orilla y comenzamos a caminar por una senda costera que se adentr¨® en un bosque de lengas. El paisaje fantasmag¨®rico nos dej¨® sin aliento. Camin¨¢bamos sobre una alfombra de troncos y ramas de ¨¢rboles muertos. ?Qu¨¦ hab¨ªa pasado en aquel bosque? ?Una nube nuclear, tal vez? "El a?o 1947, el glaciar rompi¨® con fuerza y arras¨® el bosque. El nivel de las aguas del lago Argentino aument¨® hasta 20 metros", explic¨® el gu¨ªa. Una lecci¨®n m¨¢s sobre glaciares.
Llegamos a la margen sur del Perito Moreno, y all¨ª empezaba la aventura del d¨ªa: un trekking sobre las monta?as de hielo. Desde lejos, el glaciar provoca fascinaci¨®n, encantamiento; de cerca, impresiona. Nunca hab¨ªa visto tal cantidad de hielo junto. El sol luc¨ªa generoso, pero ni el anorak ni los guantes estaban de m¨¢s. La temperatura media anual es de 7,5 grados. Y est¨¢bamos en el verano austral.
Para caminar por el hielo del glaciar hay que colocar unos crampones met¨¢licos encima de las botas, que evitan cualquier deslizamiento inoportuno. Todo estaba perfectamente organizado. No hay que olvidar que nos encontr¨¢bamos en la joya m¨¢s preciada de la industria tur¨ªstica argentina. Tal vez las cataratas de Iguaz¨² sean el otro fen¨®meno de la naturaleza que puede rivalizar con el glaciar. Para m¨ª no hay duda. No he visto nada igual como el Perito Moreno.
Con el calzado id¨®neo comienza la ascensi¨®n, en fila india, siguiendo los pasos del gu¨ªa, que de vez en cuando hace una parada para llamar la atenci¨®n sobre las distintas formaciones del glaciar -sumideros, grietas- y las distintas tonalidades, entre azul y violeta, del hielo. Debajo de las hendiduras profundas en el hielo discurren r¨ªos sumergidos en el interior del glaciar. El trekking es un subir y bajar constante por desfiladeros puntiagudos, a los que se agarran los crampones como ventosas. En el descenso, antes de llegar a la base del glaciar, los gu¨ªas tienen preparada una peque?a sorpresa. En una peque?a explanada espera una mesa con botellas de whisky y vasos, rodeada de todo el hielo del mundo para preparar los cubitos. Buenos tipos los gu¨ªas. J¨®venes, atractivos, educados, bien entrenados y con la reconocida labia argentina. Hacen bien su trabajo. Tengo una amiga sueca que visit¨® Argentina y se fue al Perito Moreno. No quer¨ªa irse de ninguna manera y a punto estuvo de pedir la residencia en la Patagonia.
En la navegaci¨®n de regreso, la barca se acerca hasta la base de la pared frontal del glaciar para presenciar el espect¨¢culo indescriptible del desprendimiento de los t¨¦mpanos que quedan a la deriva en las aguas del lago Argentino. La ca¨ªda de grandes trozos del glaciar se produce de manera constante, pero el desmoronamiento de paredes enteras de hielo es un fen¨®meno poco com¨²n que a veces tarda a?os en ocurrir. El ¨²ltimo gran desprendimiento acaeci¨® el pasado 14 de marzo de 2004 (el mismo d¨ªa de las elecciones en Espa?a).
El Perito Moreno rompe como comsecuencia de la presi¨®n que el agua del lago ejerce sobre un dique natural que el glaciar forma en su lento avance hacia la costa rocosa de la pen¨ªnsula de Magallanes. El rompimiento provoca el crecimiento del nivel de las aguas provenientes del lago Argentino, que da lugar a desniveles que llegan a los 30 metros de altura.
Quienes lo han presenciado describen el espect¨¢culo como conmovedor y ¨²nico en el mundo. Ese 14 de marzo, las pasarelas frente al glaciar estaban abarrotadas de visitantes. Hab¨ªa algunos turistas y mucha gente de El Calafate, que sab¨ªa que desde hac¨ªa cuatro d¨ªas se estaban produciendo grandes fisuras en las paredes del glaciar. Despu¨¦s de 16 a?os de permanecer en silencio llegaba el derrumbe de la pared central. S¨®lo unos 7.000 privilegiados pudieron presenciar la formaci¨®n de un puente de hielo natural que acab¨® desmoron¨¢ndose al cabo de unas horas. Para ello acamparon a la intemperie en sacos de dormir, a la espera del gran momento. Hubo aplausos, gritos y llantos de emoci¨®n, seg¨²n contaron los cronistas.
De regreso al hotel, un descanso en las tumbonas para contemplar el paisaje es una excelente culminaci¨®n de la jornada. Para los d¨ªas siguientes esperan nuevas opciones, que pueden tener m¨¢s dosis de aventura, como un trekking de todo un d¨ªa o la escalada al monte Fitz Roy, o tranquilas, como la pesca deportiva, navegaci¨®n en catamar¨¢n por los lagos cercanos a los glaciares Spegazzini y Upsala, vuelo en globo aerost¨¢tico o una visita a una estancia patag¨®nica para presenciar la esquila de ovejas.
Optamos por una jornada relajada y nos fuimos hacia una bella estancia que colinda con el lago Roca. Hicimos un paseo a caballo a trav¨¦s de la estepa patag¨®nica y nos preparamos para dar buena cuenta de un delicioso cordero a la parrilla. No estaban nuestros cuerpos para soportar cinco horas de pista y asfalto hasta R¨ªo Gallegos, y encontramos la manera de embarcarnos en un peque?o avi¨®n que nos llev¨® desde El Calafate hasta la capital de Santa Cruz. No fue el mejor vuelo de mi vida. A los 10 minutos de despegar, el cielo se hizo gris y se acab¨® la posibilidad de ver la Patagonia desde el aire. Nos adentramos en una inmensa nube, de la que no salimos hasta aterrizar en R¨ªo Gallegos, la ciudad natal del presidente argentino, N¨¦stor Kirchner, que se ha propuesto difundir al mundo la belleza de su tierra. Cuando llega un visitante ilustre a Argentina, el presidente procura reservar un espacio de la agenda para llevar a su hu¨¦sped a la provincia de Santa Cruz y al glaciar Perito Moreno. La parada en Los Notros suele ser obligada. Los reyes de Espa?a; el presidente de Brasil, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, y el chileno Ricardo Lagos, entre otros, se han fotografiado junto a Kirchner con el glaciar al fondo.
M¨¢s informaci¨®n, en la p¨¢gina 'web' www.losnotros.com.
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