Una jugada de p¨®quer
Julio M. Santo Domingo vende su cervecera Bavaria a la multinacional SABMiller
Julio Mario Santo Domingo es la encarnaci¨®n del poder en Colombia. Este magnate, con una fortuna calculada por la revista Forbes en 3.500 millones de d¨®lares (2.884 millones de euros), ha apadrinado presidentes, desecho carreras pol¨ªticas y, ante todo, manejado los hilos de la vida econ¨®mica y empresarial de ese pa¨ªs suramericano. Ahora, a sus 81 a?os, ha finalizado una jugada maestra: su cervecera Bavaria ha sido comprada en julio por la multinacional anglo-surafricana SABMiller por 7.800 millones de d¨®lares (6.429 millones de euros).
Santo Domingo pasa a controlar el 15,1% de un grupo que opera en cuatro continentes y que, en 2004, factur¨® 14.563 millones de d¨®lares
Un viejo dicho afirma que es imposible vivir en Colombia sin comprar alg¨²n producto relacionado con el imperio empresarial de Julio Mario Santo Domingo. Hasta hace poco, las compa?¨ªas de este magnate, originario de la ciudad caribe?a de Barranquilla pero nacido en Panam¨¢ en 1924, han extendido sus redes en todos los sectores de la econom¨ªa colombiana, desde hamburgueser¨ªas hasta los principales medios de comunicaci¨®n del pa¨ªs, pasando por la aerol¨ªnea nacional y, por supuesto, todas las marcas de cerveza producida aqu¨ª.
En 1999, sin embargo, mientras una dura recesi¨®n econ¨®mica azotaba Colombia, Santo Domingo decidi¨® darle un vuelco a su negocio. Cosmopolita, pol¨ªglota y afincado desde hace a?os en el jet-set neoyorquino, Santo Domingo deseaba saltar al tablero mundial. Seis a?os despu¨¦s de emprender una estrategia de reestructuraci¨®n y expansi¨®n, ha conseguido su objetivo. Bavaria, su empresa emblem¨¢tica, ha sido comprada por la cervecera SABMiller por 7.800 millones de d¨®lares (6.429 millones de euros). Seg¨²n el acuerdo, la familia Santo Domingo pasa ahora a controlar el 15,1% de un conglomerado que opera en cuatro continentes y que factur¨® el ¨²ltimo a?o 14.563 millones de d¨®lares (12.003 millones de euros).
Con esta jugada, Santo Domingo culmina la transformaci¨®n de una cervecera que hered¨® en 1972, y que s¨®lo operaba en el caribe colombiano, en una de las piezas m¨¢s cotizadas en el ajedrez de las multinacionales cerveceras. Ese a?o, la cervecera ?guila, fundada por su padre, se encontraba contra las cuerdas por la competencia de Bavaria. Pero Santo Domingo, dicen sus enemigos y aliados, es un seductor que mezcla su encanto personal con una halconer¨ªa empresarial innata. Esa f¨®rmula le permiti¨® confeccionar una fusi¨®n entre las dos cerveceras y convertirse en el principal accionista de Bavaria, con apenas el 3% de la empresa. Poco a poco fue comprando a los accionistas minoritarios y tomando las riendas de la junta directiva. Entre artima?as y genialidades financieras, Santo Domingo pas¨® de estar al frente de una empresa al borde de la derrota a tener el control absoluto de su rival.
D¨¦cadas de leyenda
En las d¨¦cadas siguientes, la leyenda y el control de Santo Domingo sobre la vida empresarial del pa¨ªs se volvieron omnipresentes. Se dejaba ver entre la aristocracia europea, compr¨® uno de los antiguos apartamento del patriarca Rockefeller en Nueva York y fue embajador de Colombia en China. Bavaria era un monopolio virtual de la cerveza. Adem¨¢s, adquiri¨® una participaci¨®n mayoritaria en Avianca, la mayor aerol¨ªnea del pa¨ªs, dej¨® su huella en los medios de comunicaci¨®n colombianos y entr¨® en el sector de las telecomunicaciones.
Sus visitas a Colombia, espor¨¢dicas y casi siempre misteriosas, han alimentado un sinf¨ªn de rumores. Y su poder pol¨ªtico ha despertado cr¨ªticas y envidias. Como buen empresario, siempre ha diversificado sus inversiones y financiado buena parte de las campa?as de los dos principales partidos pol¨ªticos del pa¨ªs. La combinaci¨®n de su control sobre la principal emisora radiof¨®nica del pa¨ªs, un canal de televisi¨®n, un peri¨®dico y una revista, combinado con las deudas que la clase pol¨ªtica ha mantenido con ¨¦l, le han convertido en una fuerza determinante en la vida pol¨ªtica colombiana.
Tanto poder ha tenido su precio. Sus cr¨ªticos hablan de un car¨¢cter soberbio y volc¨¢nico que le ha transformado en una figura temida y detestada en su propio pa¨ªs. Gerardo Reyes, un periodista colombiano que public¨® una biograf¨ªa no autorizada sobre el magnate, dice que Santo Domingo ve a Colombia como lo hace un hacendado desde su mansi¨®n: "Con binoculares". Los que le defienden mantienen que puede ser un amigo fiel y generoso. En toda su vida, Santo Domingo ha concedido como mucho 10 entrevistas.
A sus 81 a?os, sin embargo, Santo Domingo ya no es la fuerza de la naturaleza que era antes. Cada vez delega m¨¢s poder en su hijo menor, Alejandro Santo Domingo. Aun as¨ª, el magnate tuvo suficiente fibra para pilotar una estrategia que le permiti¨® seducir a las principales cerveceras del mundo. A partir de 1999, su grupo comenz¨® a desinvertir en todas las operaciones que no estaban directamente relacionadas con la cerveza. De all¨ª pas¨® a tomar el control de las principales cerveceras de Ecuador, Per¨² y Panam¨¢. Con una presencia monopol¨ªstica en toda la regi¨®n andina, Bavaria pas¨® a ser la ¨²ltima joya en el sector cervecero de Am¨¦rica Latina. Despu¨¦s de que la belga Interbrew comprase a la brasile?a Inbev en 2004, Bavaria era ¨²ltima puerta de entrada para cualquier multinacional que deseaba desembarcar en Am¨¦rica Latina, un mercado donde el crecimiento del consumo se situar¨¢ muy por encima de la media mundial.
Con estas cartas en la manga, Santo Domingo, un gran jugador de p¨®quer desde su juventud, finaliza la transformaci¨®n de su empresa en una compa?¨ªa de peso mundial.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.