Final fogoso
Culmin¨® con la ¨®pera Fidelio, de Beethoven, el ciclo Acordes de paz y guerra, en recuerdo de los 60 a?os del final de la II Guerra Mundial, y con ello concluye tambi¨¦n la 66? Quincena Musical de San Sebasti¨¢n, que, este a?o, ha vuelto a superar r¨¦cords de asistencia y solidaridad ciudadana. La mutua confianza entre p¨²blico y organizadores es evidente, lo que da al festival donostiarra un sello de estabilidad y empaque.
Se distingue Fidelio, la ¨²nica ¨®pera de Beethoven, por su car¨¢cter emblem¨¢tico o metaf¨®rico de "canto a la libertad", lo que da pleno sentido a su inclusi¨®n en el ciclo de reflexiones sobre la guerra y la paz a partir de la m¨²sica, que este a?o ha sido uno de los motivos conductores de la Quincena.
Fidelio
De Beethoven, en versi¨®n concierto. Director musical: Miguel ?ngel G¨®mez Mart¨ªnez. Con Jayne Casselman, Robert Brubaker, Alan Titus, Attila Jun, I?aki Fres¨¢n, Ainhoa Garmendia y Joan Cabero. Orquesta Sinf¨®nica de Euskadi, Orfe¨®n Donostiarra. Kursaal, 3 de septiembre.
Las versiones en concierto de las ¨®peras suponen casi siempre una limitaci¨®n de su alcance. Pero en muchos casos esta limitaci¨®n est¨¢ compensada por otros factores. Lo fundamental es que, con escenograf¨ªa o sin ella, se mantengan los valores teatrales, especialmente los derivados de la expresi¨®n vocal. Miguel ?ngel G¨®mez Mart¨ªnez ha optado por un planteamiento fogoso, extrovertido, brillante que, casi sin querer, ha ido evolucionando en una lectura m¨¢s de corte sinf¨®nico-coral que puramente oper¨ªstica.
El clima de exaltaci¨®n de las libertades ha ido oscureciendo las historias individuales. Llega m¨¢s directamente un d¨²o como el de Joan Cabero y Ainhoa Garmendia, pongamos por caso, al comienzo del primer acto, que el de la pareja protagonista en el esperado reencuentro. El primero surge de la naturalidad y el segundo est¨¢ envuelto en una atm¨®sfera de hero¨ªsmo. Lo mismo que es m¨¢s convincente el clima de plegaria y emoci¨®n del coro masculino de prisioneros que el tono marcial del m¨¢s de un centenar de orfeonistas en la liberaci¨®n final. No es cuesti¨®n de cantar mejor o peor, sino de servir a unos valores emotivos que son parte sustancial de la ¨®pera.
G¨®mez Mart¨ªnez se desmelen¨® y consigui¨® una espectacular lectura musical que deslumbr¨® al p¨²blico donostiarra. Siempre he defendido que un comentarista musical no debe perder de vista su condici¨®n b¨¢sica de espectador. En esta ocasi¨®n les confieso que este Fidelio me ha dejado totalmente indiferente. El p¨²blico lo valor¨® mayoritariamente, sin embargo, con un gran entusiasmo.
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