"Las novelas deben tener una coherencia aritm¨¦tica"
Una estanter¨ªa poblada de mujeres gordas en mil poses escolta la mesa en la que Almudena Grandes da rienda suelta a su segunda pasi¨®n, escribir. Ya lleva seis novelas y dos libros de cuentos en 16 a?os. Estaciones de paso (Tusquets) es su m¨¢s reciente colecci¨®n de relatos en los que ha vuelto a su ed¨¦n literario, la adolescencia. Ha ido al centro de ese laberinto de b¨²squedas, descubrimientos, confusiones y deseos donde se prefigura lo que ser¨¢ cada uno. Pero ese af¨¢n de contar de la autora madrile?a s¨®lo es superado por su pasi¨®n de leer. Uno de sus sitios favoritos para hacerlo es ese vanidoso sill¨®n rojo que est¨¢ en un rinc¨®n del estudio de su casa en Madrid. El otro es la cama.
RESPUESTA. Para una escritora de novelas largas como yo, el cuento corto siempre me ha resultado odioso porque no lo domino bien, mientras que en este formato, que son como novelas cortas, estoy m¨¢s a gusto. Y escribirlos entre novelas me sirven para desengancharme de ellas y los personajes. Me da un nuevo aliento. Mi primera fase como escritora tiene un car¨¢cter testimonial muy fuerte. Mi anterior libro de cuentos, Modelos de mujer, forma parte de esa tendencia que da vueltas a los conflictos de las mujeres m¨¢s o menos de mi edad o generaci¨®n en un momento hist¨®rico concreto. Esa veta se acab¨® y empec¨¦ otra m¨¢s amplia.
P. ?Y como lectora qu¨¦ le gusta?
R. Me interesa m¨¢s un libro emocionante, y la osad¨ªa de un escritor primerizo y torpe que los encajes de bolillos donde nunca pasa nada. La cr¨ªtica contempor¨¢nea valora poco eso, se centra en el argumento y el estilo, no hay consideraciones sobre la estructura o el perfil de los personajes. La audacia y la ambici¨®n son consustanciales del trabajo del novelista.
P. ?Cu¨¢l fue el primer libro que le impact¨®?
R. La Odisea; bueno, una versi¨®n infantil-juvenil que me regal¨® mi abuelo paterno en la primera comuni¨®n, tendr¨ªa unos 8 a?os. Mi abuelo es el modelo de todos los abuelos de mis libros, un reflejo del amor que yo le ten¨ªa. Con ¨¦l sent¨ª por primera vez que alguien cre¨ªa en m¨ª. Yo era una ni?a muy gorda, lo cual en principio no es muy bueno para andar por la vida siendo ni?o, y un poco acomplejada, que mostraba poco inter¨¦s por las cosas. En la primera comuni¨®n me regal¨® esa Odisea. Me sent¨ª un poco decepcionada, y tard¨¦ en leerla dos o tres a?os, fue una fascinaci¨®n absoluta y una identificaci¨®n con el personaje.
P. Surgi¨® la lectora consciente.
R. Y sufr¨ª much¨ªsimo. Me identifiqu¨¦ con Ulises porque es una historia injusta con el pobre hombre que lo ¨²nico que quiere es volver a su casa. Llor¨¦ con su venganza. Sent¨ª que ¨¦l me estaba vengando a m¨ª tambi¨¦n. Es una met¨¢fora del ser humano, un h¨¦roe con ausencia de grandeza con quien uno se puede identificar. Ulises es cualquiera que haya estado solo alguna vez y que haya sido tratado arbitrariamente, que no haya tenido suerte, en ese sentido, cuando mata a los pretendientes de Pen¨¦lope es como una venganza colectiva. Adem¨¢s, la Odisea es la primera novela de la historia como la entendemos hoy.
P. ?Le gust¨® la Iliada?, lo digo porque Alessandro Baricco la ha revitalizado en otra versi¨®n.
R. La original no me emocion¨® tanto. Ser¨ªa una novela excesivamente coral. Una de las normas de la novela son las puertas que se abren y se cierran. Yo tengo una relaci¨®n obsesiva con la estructura de lo que escribo. Las narraciones, sobre todo las novelas largas, deben tener una coherencia incluso aritm¨¦tica. Capaz de que si la novela fuera una suma o una resta tendr¨ªa que dar cero o cien, pero nunca 37 con 94. Es importante que cuando se abra una puerta sea por algo. Si yo escribiera una versi¨®n de la Iliada la centrar¨ªa en H¨¦ctor. Es un personaje inconmensurable.
P. ?Alg¨²n libro clave en su vida?
R. Mujercitas, de Louise May Alcott. Yo quer¨ªa ser escritora, pero no sab¨ªa c¨®mo, qui¨¦n. Los ni?os eligen una vocaci¨®n por emulaci¨®n, y yo no ten¨ªa a ninguna escritora a mano. Cuando le¨ª la novela dije: "?Yo quiero ser una escritora como Jo March!". Fue revelador.
P. M¨¢s que escribir parece que lo que le gusta es contar historias.
R. Primero escrib¨ª y luego me pregunt¨¦ por qu¨¦ escrib¨ªa. Porque hab¨ªa llorado con Ulises, porque me gustaba leer m¨¢s que ninguna otra cosa en el mundo, porque no hay nada que me d¨¦ tanta felicidad y vida como los libros. Siempre he querido escribir m¨¢s por emulaci¨®n, o por envidia, que es m¨¢s fuerte. He sido una ni?a muy fantasiosa y tiendo a hablar sola, me hablo a m¨ª misma. Es que tengo gran capacidad para vivir las historias ajenas y las m¨ªas.
P. Por ejemplo, de su para¨ªso literario que es la adolescencia, mientras en otros es la infancia.
R. Disiento del concepto de infancia como para¨ªso perdido, es una idealizaci¨®n. ?La infancia es la edad de la perplejidad! Disiento tambi¨¦n de que la adolescencia sea la ¨¦poca amarga y terrible. La verdad es que los adolescentes son conquistadores, de sus vidas, de su entorno. Tienen que esforzarse pero acaban adquiriendo la comprensi¨®n del mundo. Son supervivientes. Siempre me han gustado esos personajes. Los adolescentes tienen la ventaja de que est¨¢n en la encrucijada cl¨¢sica de que ya no son ni?os pero todav¨ªa no tienen la capacidad de manipular lo que les sucede, est¨¢n debutando en la vida. Tienen episodios reveladores que los obligan a buscar recursos para enfrentarse a su futuro. Y sin duda es tambi¨¦n la etapa de aprender de los errores.
P. ?C¨®mo fue su adolescencia?
R. No tuve una adolescencia ni una infancia demasiado brillantes. Si me dijeran a qu¨¦ edad me gustar¨ªa volver, dir¨ªa que a los 20 a?os, ?y mejor todav¨ªa a los 30! Es verdad que nada se echa tanto en falta como lo que no se ha vivido. Nada se pierde tanto como lo que no se ha tenido. Estos cuentos tienen algo autobiogr¨¢fico.
P. En sus historias siempre hay algo caracter¨ªstico de la adolescencia, ese despertar a la atracci¨®n, al deseo, a la sexualidad, al erotismo.
R. Y de manera distinta en estos cuentos. Un violinista afronta el sexo de manera m¨¢s descarnada. Una chica vive una situaci¨®n m¨¢s sensual. Y en otro lo que cambia su vida es ver a una mujer desnuda, para ¨¦l es la luz, la felicidad. Creo que lo que funciona en estos relatos es que esos fogonazos de sexualidad son conocimiento. Quer¨ªa ligar ese descubrimiento de los j¨®venes m¨¢s a la emoci¨®n que a la excitaci¨®n. Es un libro que surge en Los aires dif¨ªciles, donde escrib¨ª sobre adultos que recuerdan su ni?ez; ah¨ª surgi¨® la idea de estos cuentos de adolescentes que es cuando empieza la vida de verdad. Jam¨¢s escribir¨¦ historias de gente deprimida, ni de mujeres que bordan junto a la ventana, ?me interesan mujeres que se levanten y abran la puerta! Me interesa m¨¢s la voluntad que la compasi¨®n.
P. En los ¨²ltimos a?os los escritores han participado mucho en la vida c¨ªvica. ?Los escucha la gente?
R. Pues no lo s¨¦. Menos que a los actores, como se ha visto. Cuando la gente se manifiesta, un escritor, un actor o cualquier creador lo que hace es servir de altavoz porque su trabajo lo facilita. Pero no creo que un intelectual tenga que ir por delante de la sociedad civil sino detr¨¢s.
Y ahora Almudena Grandes vive el tiempo de hablar de sus cuentos. De sus etapas lectoras: la novela del XIX, su gran obsesi¨®n, el boom latinoamericano y los espa?oles del medio siglo que tanto admira. De c¨®mo se ha enganchado a los libros sobre la Rep¨²blica, la Guerra Civil, la Divisi¨®n Azul y los exiliados mientras se documenta sobre su pr¨®xima novela. De c¨®mo gracias al f¨²tbol y a que no sab¨ªa dibujar, empez¨® a escribir. Los domingos iban a la casa del abuelo paterno para que padre e hijo vieran el f¨²tbol, mientras los ni?os eran desterrados al comedor para que dibujaran. Pero a ella no se le daba bien, as¨ª es que un d¨ªa le dieron una hoja y un l¨¢piz. Escribi¨® un cuento. Siempre el mismo. Trabaj¨® para gu¨ªas de viajes hasta que en 1989 debut¨® con Las edades de Lul¨².
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.