Reflexiones sobre el programa espacial de Bush
El autor considera factible el proyecto de la NASA para volver a la Luna, pero duda de que se lleve a la pr¨¢ctica
El autor considera factible el proyecto
de la NASA para volver a la Luna,
pero duda de que se lleve a la pr¨¢ctica.En enero de 2004, el presidente de los Estados Unidos, George Bush, daba a conocer su visi¨®n sobre un amplio programa de exploraci¨®n espacial. Los objetivos ser¨ªan volver a la Luna en 2020, para establecerse en ella de una forma m¨¢s o menos permanente, y viajar por primera vez a Marte en 2030. El anuncio era esperado, ya que la reputaci¨®n de la NASA, despu¨¦s del desastre del Columbia, estaba en uno de sus niveles m¨¢s bajos, con des¨¢nimo en amplios sectores de la misma, de sus socios internacionales y de la comunidad de usuarios. Aunque el anuncio sirvi¨® de revulsivo, no content¨® a todos por igual. Los primeros a?os no se aumentar¨ªa sustancialmente el presupuesto de la NASA, y la necesaria cu?a presupuestaria se ahorrar¨ªa de otros programas, cancelando entre otras la misi¨®n prevista al telescopio espacial Hubble y poniendo fecha de caducidad al Shuttle, que se retira en 2010, lo que significa reducir el tama?o final de la estaci¨®n espacial ISS, sus operaciones y proyectos de investigaci¨®n.
Es ut¨®pico esperar que las C¨¢maras aprueben los recursos precisos
El mi¨¦rcoles pasado Mike Griffin, administrador de la NASA, present¨® a la Casa Blanca un plan m¨¢s detallado del programa de exploraci¨®n, el Exploration Systems Achitecture Study. En los pr¨®ximos 12 a?os pretenden construir la infraestructura necesaria para que en el a?o 2018 puedan volver cuatro astronautas a la Luna, 46 a?os despu¨¦s de que la abandonara el ¨²ltimo Apollo. Este plan para el desarrollo y construcci¨®n de las naves y los lanzadores costar¨¢ 100.000 millones de d¨®lares, cantidad que est¨¢ muy lejos de cubrir todos los gastos. La nave donde viajar¨¢ la tripulaci¨®n, Crew Exploration Vehicle, as¨ª como el m¨®dulo de alunizaje y el m¨®dulo de lanzamiento desde la Luna, ser¨¢n de nueva concepci¨®n. Los lanzadores usar¨¢n partes de los actuales del Shut-tle. El plan contempla la posibilidad de hacer alunizar a cuatro astronautas en cualquier lugar de la Luna, especialmente en el polo sur, donde podr¨ªa construirse una estaci¨®n permanente, ya que es una regi¨®n con grandes cantidades de hidr¨®geno y de hielo. La idea es demostrar que se puede vivir de los recursos locales.
No tengo ninguna duda de que el plan es factible. Tengo, adem¨¢s, gran confianza en que los ingenieros de la NASA y las grades empresas aeroespaciales que contratar¨¢n para ello son capaces de llevarlo adelante. La mayor parte de las tecnolog¨ªas requeridas est¨¢n ya desarrolladas y probadas, y seguro que pueden ponerse a punto las que a¨²n no se han probado. Sin embargo, tengo muy serias dudas de que el plan llegue a ser una realidad por dos motivos fundamentales avalados por la historia pasada.
El primero es de tipo econ¨®mico. El proceso para conseguir recursos p¨²blicos en EE UU es muy complejo. La NASA hace una propuesta a la Casa Blanca que, si es aprobada, pasa a los correspondientes comit¨¦s del Congreso y posteriormente al Senado. La experiencia demuestra que todos tienen algo que decir, en general para recortar, ya que las demandas de otros muchos programas que no tienen que ver con la ciencia o el espacio, como son los de defensa, seguridad, salud y veteranos, hacen que los congresistas y senadores se resistan a permitir estos grandes dispendios. Los presupuestos anuales de la NASA rondan desde hace a?os los 16.000 millones de d¨®lares, y es ut¨®pico esperar que el Congreso y el Senado aprueben incrementos anuales de 7.000 millones desde 2011 y de 15.000 millones en 2018. Y esto suponiendo que el plan de gastos est¨¦ ajustado a la realidad, cosa que no recuerdo haya sucedido en ning¨²n programa. Un ejemplo cl¨¢sico es la estaci¨®n ISS. El presupuesto que propuso el presidente Reagan en los a?os ochenta era de unos 8.000 millones de d¨®lares, para una configuraci¨®n mucho mayor que la actual, que funcionar¨ªa a pleno rendimiento en 1992, el a?o del quinto centenario del Descubrimiento. La realidad es que se han gastado m¨¢s de 100.000 millones, que la ISS es mucho m¨¢s peque?a y que no estar¨¢ completamente operacional hasta 2010.
La segunda raz¨®n es de tipo pol¨ªtico. No dudo de que el actual presidente de EE UU tenga gran inter¨¦s en el programa de exploraci¨®n del espacio, aunque resulta un poco llamativo que sea en el entorno de cotas bajas de popularidad cuando se hacen grandes declaraciones. En Estados Unidos los programas espaciales sol¨ªan ser un buen reclamo para adquirir popularidad. El caso es que ¨¦l ya no ser¨¢ presidente dentro de unos pocos a?os y la tentaci¨®n de reducir o abortar la exploraci¨®n espacial para cubrir otras necesidades aparecer¨¢ de forma imperiosa en alg¨²n momento. S¨®lo hay dos m¨¦todos de asegurar su futuro: lograr un pacto de Estado de forma que el proyecto contin¨²e sin que importe quien gobierne, lo que es muy improbable; o lograr ilusionar a toda la naci¨®n, como hizo el presidente Kennedy en 1961 con el famoso mensaje al Congreso: "Esta naci¨®n debe comprometerse, antes de finalizar esta d¨¦cada, a conseguir el objetivo de hacer aterrizar a un hombre en la Luna y retornarlo sano y salvo a la Tierra". Este reto, y el acicate de superar los ¨¦xitos sovi¨¦ticos en el espacio, fueron suficientes para ilusionar a toda la naci¨®n de forma que pudo mantenerse un crecimiento sostenido, jam¨¢s superado, del presupuesto de la NASA durante una d¨¦cada, con los ¨¦xitos que todos conocemos.
Andr¨¦s Ripoll es miembro de la Real Academia de Ingenier¨ªa y de la International Academy of Astronautics.
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