Burgues¨ªa
En C¨¢diz nunca ha habido aristocracia. Quiz¨¢s se deba a que jam¨¢s estuvo interesada por las tierras andaluzas sino por los mares atl¨¢nticos. El hecho es que C¨¢diz no sabe de t¨ªtulos nobiliarios, de maestrantes y de cortijos. Su clase alta ha sido siempre burguesa. La gente que ocupaba el nivel econ¨®mico m¨¢s elevado en la sociedad lo era fruto de sus actividades comerciales, no por haber heredado fincas. Esta burgues¨ªa comercial tuvo su apogeo en los siglos XVIII y XIX, gracias a los barcos que un¨ªan Europa con Am¨¦rica. Los m¨¢s rancios apellidos gaditanos son de origen italiano y las empresas de mayor tradici¨®n en la ciudad fueron las navieras, sobre todo la Transatl¨¢ntica y la Pinillos. Las casas se?oriales se construyeron como almac¨¦n con una torre para vigilar el arribo de los barcos. Esta febril actividad comercial tuvo su decadencia a lo largo del siglo XX mientras se desarrollaban otras formas de transporte. Pero se mantuvo la existencia de grandes familias que hab¨ªan atesorado importantes legados a trav¨¦s de generaciones. De hecho, la ciudad siempre tuvo importantes anticuarios que ten¨ªan que cerrar o asociarse para mitigar p¨¦rdidas en las visitas de rapi?a realizadas por Carmen Polo de Franco. Algunas de las herencias de estas familias burguesas terminaron a la venta de manera m¨¢s o menos legal. En los a?os 80 se quiso formar un museo rom¨¢ntico en el Palacio de los Cuesta y con el legado de Benito Cuesta, a cuya muerte sus sobrinos dilapidaron los maravillosos enseres que atesoraba. Otro tanto ha ocurrido con los herederos de La Bella Escondida, la magn¨ªfica Torre Mirador. Sigue el proceso por el cual se venden y salen de la ciudad los objetos de uso dom¨¦stico y de decoraci¨®n que tuvieron las familias burguesas. Si alguien no lo remedia ocurrir¨¢ con la familia Aramburu y est¨¢ ocurriendo ahora con la familia Mart¨ªnez de Pinillos, cuya ¨²ltima heredera quiso repartir al morir su herencia entre sobrinos y una fundaci¨®n p¨²blica, pero las desavenencias han terminado con algunos de los beneficiarios en comisar¨ªa por haber entrado en el palacio familiar de la Plaza Mina para llevarse aquello que estimaban les correspond¨ªa. Como alguien no tome cartas en el asunto, la sangr¨ªa seguir¨¢ y C¨¢diz perder¨¢ la memoria de la burgues¨ªa comercial que hizo famosa a la ciudad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.