Huelga muy francesa
La profundidad de la crisis francesa pudo comprobarse de nuevo ayer con la huelga convocada por las cinco confederaciones sindicales. ?Contra qu¨¦? No est¨¢ claro, pese al lema de la protesta: Por la mejora del empleo y contra la precariedad. Ha sido la primera movilizaci¨®n popular contra Dominique de Villepin, que lleg¨® a la jefatura del Gobierno el pasado 31 de mayo, pero que casi no ha tocado nada. S¨®lo ha abierto un poco la facilidad de despido de nuevos empleados en las empresas con menos de veinte.
Villepin sali¨® ayer para afirmar que ha escuchado a los franceses. ?Quiere eso decir que se va a mantener en el inmovilismo mientras su rival dentro de su mismo partido y Gobierno, Nicolas Sarkozy, propone medidas m¨¢s radicales? Lo que est¨¢ ocurriendo con la privatizaci¨®n de la deficitaria Soci¨¦t¨¦ Nationale Corse-M¨¦diterran¨¦e (SNCM) de transbordadores a C¨®rcega es todo un ejemplo de c¨®mo no deben hacerse las cosas: se anuncia la medida, unos trabajadores secuestran un barco, el ej¨¦rcito lo asalta y, acto seguido, el primer ministro ofrece a los empleados un 33% del capital que, sumado a id¨¦ntica participaci¨®n del Estado, asegurar¨ªa una mayor¨ªa de bloqueo.
Reflejo del malestar reinante, la huelga tuvo un seguimiento relativamente amplio, especialmente en el sector p¨²blico -es decir, los m¨¢s protegidos en sus empleos-, con efectos notables en los transportes, como es habitual. A las calles de las grandes ciudades salieron, seg¨²n diversas estimaciones, entre 350.000 y 850.000 personas, es decir, cifras similares a la anterior huelga de marzo. Pero el seguimiento dist¨® mucho de las huelgas masivas contra otros Gobiernos. Lo que s¨ª refleja es que Francia se ha convertido hoy en la sociedad m¨¢s conservadora, m¨¢s reticente a todo cambio. Los franceses se aferran a su modelo socioecon¨®mico en crisis: un paro del 9,9%, un crecimiento estancado en el 1,5% del PIB y una ca¨ªda en el ¨ªndice de competitividad del Foro Econ¨®mico Mundial de tres puestos, hasta el 30?.
La experiencia de la semana de 35 horas ha fracasado, pues no ha generado el empleo deseado, sino que ha acostumbrado a muchos a trabajar menos. La huelga ha sido con la derecha en el Gobierno. Pero incluso en la izquierda, pese a que los partidos participaran en la convocatoria, hay quien pide que los ciudadanos se quiten la m¨¢scara que les impide ver la realidad. ?Hasta cu¨¢ndo los franceses seguir¨¢n enga?¨¢ndose a s¨ª mismos?
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