Agallas

A eso se le llama tener agallas. Abrir la temporada, como lo han hecho la Orquesta y el Coro de la Comunidad de Madrid, con las Escenas de Fausto de Schumann -una obra extra?a, irregular pero colmada de bellezas, hija de la pasi¨®n por la obra de Goethe y de los desarreglos mentales del compositor- es apostar fuerte. Si no cuaja, pues ya se sabe: es que es una pieza muy dif¨ªcil, que no se hace nunca..., en fin, lenitivos, en el fondo, bastante aceptables. Pero, si la cosa sale, la autoestima se dispara y, a partir de ah¨ª, a por todas. Bueno, pues la cosa ha salido.

El maestro Decker levant¨® la partitura al final del concierto y dijo que ah¨ª estaba todo. Es verdad, pero tambi¨¦n que poner en pie semejante construcci¨®n musical es tarea dif¨ªcil y para ello hace falta un maestro de obras como ¨¦l, que sepa concertar a un grupo de buenos solistas, a unos coros aguerridos y a una orquesta consciente de lo que se jugaba. Claro que no fue un concierto perfecto -?y qui¨¦n podr¨ªa haber conseguido esa perfecci¨®n?-, pero s¨ª arriesgado, valiente, vivo, y un desaf¨ªo felizmente superado.