Buen cine de g¨¦nero
All¨¢ por 1999, un joven director catal¨¢n, Jaume Balaguer¨®, irrumpi¨® en el panorama del cine de terror hispano con Los sin nombre, una propuesta sugerente, aunque cargada por el peso de un imaginario un tanto enfermizo y demasiado tributario de ciertos lugares comunes del cine de consumo, versi¨®n estadounidense. Quedaba en pie ya entonces, no obstante, un gusto por la composici¨®n y el ritmo ciertamente inhabituales, incluso en un cineasta forjado en el siempre productivo, aunque bien dif¨ªcil, terreno del cortometraje.
Su siguiente pel¨ªcula, Darkness, confirmaba la sospecha de que con Balaguer¨® estamos ante un cineasta que, sin renunciar a las constantes gen¨¦ricas, se demuestra siempre un escal¨®n por encima de sus propuestas cinematogr¨¢ficas. Nuestro hombre ha ido ganando aplomo y oficio, pero sigue teniendo esa elegancia innata del buen narrador, del cineasta de raza; del h¨¢bil creador de universos claustrof¨®bicos y malsanos... eso que el cine de terror pide a gritos.
FR?GILES
Direcci¨®n: Jaume Balaguer¨®. Int¨¦rpretes: Calista Flockhart, Richard Roxburgh, Elena Anaya, Gemma Jones. G¨¦nero: terror, Espa?a, 2005. Duraci¨®n: 100 minutos.
Fr¨¢giles, tercera de las criaturas de Balaguer¨®, vuelve a transitar por los senderos del terror y, al igual que su predecesora, sus resortes son pocos y bien conocidos: un ambiente cerrado aunque poderosamente evocador (un hospital infantil en el que, inexplicablemente, empiezan a ocurrir accidentes a cada cual m¨¢s extra?o), un pasado que irrumpir¨¢ tarde o temprano en el convulsionado presente; una hero¨ªna (eficaz Flockhart) con un fallo interior que pronto se har¨¢ ostensible. Y poco m¨¢s. S¨®lo con esos elementos y, claro, las herramientas de su oficio, Balaguer¨® consigue no s¨®lo mantener magn¨¦ticamente atenta la mirada hacia lo que ocurre en la pantalla, sino incluso hacerlo sin recurrir ni al hachazo y el grito f¨¢cil, ni a una soluci¨®n que no est¨¦ s¨®lidamente anclada en los m¨¢s aquilatados territorios del g¨¦nero.
Salto de calidad
El resultado es una pel¨ªcula que se ve sin desmayos. El salto de calidad que supone, adem¨¢s, con respecto a sus predecesoras se adivina no s¨®lo en la elegancia de la puesta en escena, que, qued¨® ya dicho, es marca de estilo en nuestro hombre, sino en que en esta ocasi¨®n, Balaguer¨® ha sabido no caer en la tentaci¨®n de abusar de los mecanismos habituales en este tipo de pel¨ªculas (la recurrencia, un poco exagerada, a la oscuridad en Darkness). Y claro que se le pueden hacer algunas salvedades (a guisa de ejemplo, la aparici¨®n final de quien llevamos toda la pel¨ªcula esperando se antoja manifiestamente mejorable), pero el conjunto luce no ya muy por encima de la media hispana en este tipo de pel¨ªcula, sino que se codea sin complejos con los mejores productos del otro lado del Atl¨¢ntico, al fin y al cabo, todav¨ªa la principal cantera en este tipo de pel¨ªculas.
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