El mago de la opacidad
La influencia del escritor en el teatro reciente es una de las m¨¢s profundas del siglo XX
The caretaker (El cuidador), primera obra de Harold Pinter estrenada en Madrid, fue despreciada por la cr¨ªtica. Era un artefacto extra?o en la programaci¨®n teatral de 1962, dominada por la comedia espa?ola. La compa?¨ªa Dido Peque?o Teatro y Trino Trives, su director, apenas consiguieron colocar un par de funciones, la segunda en el teatro Mar¨ªa Guerrero. En la desigual pelea que Davies, un vagabundo, y Mick, inquietante hermano del propietario, manten¨ªan por una habitaci¨®n, alguno crey¨® ver una met¨¢fora de la expulsi¨®n de Ad¨¢n del Para¨ªso. El primer teatro de Pinter cabalga con riesgo entre el realismo y el absurdo. En Inglaterra pronto encontr¨® acomodo. En Espa?a lo fue encontrando a lo largo de los a?os sesenta, gracias a directores como Daniel Bohr y Luis Escobar, que obtuvo un ¨¦xito comercial en el Eslava con El amante y La colecci¨®n. Hay un peligro latente, un ruido de fondo en todas sus obras, un gusto por la precisi¨®n en el lenguaje y en el tempo, por la musicalidad. La intriga, la psicolog¨ªa de los personajes, las motivaciones, todo eso que constituye la sustancia dram¨¢tica de las comedias bien hechas, en las de Pinter est¨¢ oculto. Es un mago de la opacidad.
?De d¨®nde vienen sus personajes? ?Qui¨¦nes son realmente? El espectador no sabe, ni necesita saber, si se deja llevar por el encanto y el ligero misterio del universo pinteresco. ?ste es un adjetivo de uso corriente en el Reino Unido. Hay autores pinterescos, y situaciones que lo son. En el teatro y en la vida. El estilo de Pinter es el m¨¢s imitado del siglo XX, seguramente de manera inconsciente. Despu¨¦s del de Beckett.
Compromiso pol¨ªtico
Con el paso de los a?os, su escritura se fue haciendo m¨¢s y m¨¢s comprometida. Sus piezas teatrales m¨¢s recientes son consecuencia directa de su compromiso pol¨ªtico, de su actividad como miembro del Pen Club Internacional. En la primavera de 1985, visit¨® Turqu¨ªa, en compa?¨ªa de su amigo Arthur Miller, para asistir al juicio de varios pacifistas acusados de dinamitar el orden constitucional, y para entrevistarse con escritores de ese pa¨ªs. Poco despu¨¦s estren¨® El lenguaje de la monta?a, una obra corta sobre la tortura, inspirada en lo que vio y oy¨®. No es su primera aproximaci¨®n al tema. La pen¨²ltima copa (1984) describe con minuciosidad una serie de interrogatorios salvajes a una pareja de prisioneros pol¨ªticos, y a su hijo. Roberto Cerd¨¢ hizo en Madrid una puesta en escena violenta y memorable, hace cuatro a?os, en el teatro Pradillo. En Tiempo de fiesta (1991) y en Luz de luna (1993), el mismo tema aparece tamizado, inteligentemente oculto tras una discusi¨®n familiar sobre el pasado, o entre copas y bromas durante una fiesta de la alta sociedad.
De unos a?os a hoy, el destino del teatro de Pinter en nuestro pa¨ªs es la sala peque?a y la programaci¨®n corta. La sala Beckett, de Barcelona; el teatro Pradillo, de Madrid, y el desaparecido Espai Moma, de Valencia, le dedicaron tres ciclos, con obras recientes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.