Mario Lacruz, editor o escritor
No es posible que dada la sabidur¨ªa literaria del gran editor que lleg¨® a ser -y prometedor escritor, que lo fue en sus principios- Mario Lacruz Muntadas (Barcelona, 1929-2000) desconociera al titular este libro p¨®stumo la c¨¦lebre frase de Stendhal para escandalizarse de la introducci¨®n de la pol¨ªtica en una obra literaria: "Es como un pistoletazo en medio de un concierto". Pero en este libro p¨®stumo, que sus herederos sacan a la luz cinco a?os despu¨¦s de su desaparici¨®n, no hay pol¨ªtica, sino un intento m¨¢s o menos comercial, con ribetes de oportunismo, cierta gracia a?adida y nada m¨¢s. Una copia m¨¢s bien comercial de una novela negra americana, esto es Concierto para disparo y orquesta, que su autor dej¨® en el olvido, sin m¨¢s, pero que requiere un comentario.
CONCIERTO PARA DISPARO Y ORQUESTA
Mario Lacruz
Funambulista. Madrid, 2005
256 p¨¢ginas. 14,95 euros
Se trata de un producto in
tencionadamente humor¨ªstico y hasta par¨®dico, que si se lee bien, se tomar¨ªa como un tratado sobre el g¨¦nero policial en su conjunto, y si mal, como un producto meramente "cl¨®nico", sin m¨¢s. El propio Mario Lacruz, que la dej¨® al morir entre sus papeles p¨®stumos en medio de una pila de medio metro de altura de manuscritos in¨¦ditos como atestigua su hijo Juan Max Lacruz Bassols, calific¨¢ndola adem¨¢s como "mi novela de g¨¢nsteres, para pagar deudas o tirar". Los comienzos del narrador Mario Lacruz fueron bastante prometedores, ya que con su primera novela El inocente (1953), precursora de nuestra primeriza "novela negra", alcanz¨® el Premio Simenon, de la editorial Aym¨¢, y por la segunda, La tarde (1955), m¨¢s existencialista, le fue concedido el Premio Ciudad de Barcelona. Tras una novela corta, Un verano memorable (1955), tard¨® algo m¨¢s en publicar la tercera, El ayudante del verdugo (1971, reeditada, como El inocente, por Debate). Si su carrera como escritor fue prometedora, la de editor fue fulminante. Rodeado de su prestigio incipiente como creador, buen lector, pol¨ªglota y ejecutivo creador de memorables empresas editoriales, con Germ¨¢n Plaza primero, en Plaza & Jan¨¦s despu¨¦s, creador de Libros Plaza, Reno y Alcot¨¢n, entre otras muchas colecciones que se hicieron populares, su carrera estuvo a punto de interrumpirse otras veces, como cuando se hizo cargo de Argos Vergara y lanz¨® sus Cuatro Estaciones, para despu¨¦s regresar a Plaza & Jan¨¦s y recalar al final en Seix Barral, donde al final se jubil¨® antes de morir. Fue uno de los grandes editores de la ¨¦poca, al lado de los Barral, Salinas, Castellet, de los que no desmereci¨®, dejando aparte que su vertiente -dentro de su calidad- fue siempre m¨¢s "popular", algunos dir¨ªan m¨¢s "comercial" y de ah¨ª su triunfo al final, que me record¨® algo al del gran capit¨¢n total que fue Jos¨¦ Manuel Lara, el creador de Planeta, y que al fin y al cabo fue quien recogi¨® a todos a la postre, incluidos a Mario Lacruz y a Gimferrer en Seix Barral. Elegante, angl¨®filo y discreto, el personaje de Mario Lacruz (que aqu¨ª recuerda Pedro Zarraluki en un evocativo pr¨®logo) fue un editor fundamental de nuestro pasado medio siglo.
Lo que no se ha sabido hasta hoy es que siempre fue por intermitencias un escritor secreto, lo que ha permitido a sus herederos la publicaci¨®n del "metro y medio" de manuscritos que han empezado a aparecer, que no son en s¨ª grandes "novelas", pero s¨ª los restos del naufragio de un buen aficionado. As¨ª hemos visto aparecer Gaud¨ª, una novela, otra novela "rural" como Intemperancia y ahora ¨¦sta de Concierto para disparo y orquesta que es un producto a medias entre la copia comercial y la parodia. El narrador -un compositor contratado como guardaespaldas por un empresario protector- sale indemne y enamorado de la hermosa "buena" (hay otra mala), para triunfar al final rumbo a su camino de compositor esperanzado, pero todo resulta demasiado forzado y gratuito. Pues se trataba de un juego, y su sabidur¨ªa de editor no le bast¨® para crear una novela de verdad. Ser un gran editor no le bast¨® para conseguir ser un gran cr¨ªtico, ni el gran creador que prometi¨® ser al principio. Aunque seguimos esperando el relato de su infancia rural (Sinfon¨ªa inacabada: mil d¨ªas en la monta?a) en el que estaba trabajando cuando falleci¨®, y cuya publicaci¨®n se est¨¢ retrasando al parecer por problemas familiares, vaya por Dios, seguiremos esperando, aunque pensando tambi¨¦n que se puede ser un buen editor, pero que ser un buen creador exige mayor sacrificio. Como tambi¨¦n ser un buen cr¨ªtico, que requiere ser un buen autocr¨ªtico tambi¨¦n. Vale.
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