N¨¦lida Pi?on: "Soy una acr¨®bata que trabaja sin red"
La escritora rescata en su novela 'Voces del desierto' el mito de Sherezade
N¨¦lida Pi?on dice que en los libros est¨¢n los debates de la imaginaci¨®n y que la imaginaci¨®n es un instrumento pol¨ªtico. Ayer la escritora brasile?a present¨® en Madrid Voces del desierto (Alfaguara), una novela que quiere "glorificar la imaginaci¨®n" a trav¨¦s del mito de Sherezade y sus Mil y una noches. Pi?on, premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras de este a?o, asegura que nada se le sube a la cabeza: "No me creo nada. No temo al fracaso. No tengo miedo. Soy una acr¨®bata que trabaja sin red de seguridad".
"Toda opci¨®n est¨¦tica conlleva un riesgo", afirma la escritora. "Pero no tengo miedo y eso me ha salvado. Hago un triple salto mortal y s¨¦ cu¨¢l es el peligro".
Sin gafas ("me molesta no llevarlas, yo necesito ver los labios ajenos") y en un castellano que ella tacha de medieval, N¨¦lida Pi?on present¨® ayer en La Casa de Am¨¦rica de Madrid su ¨²ltima novela, Voces del desierto. Distinguida y c¨¢lida, simp¨¢tica y sonriente, la escritora cambia sutil pero firme el gesto ante un peque?o incidente entre un c¨¢mara y un fot¨®grafo. Sin dejar de lado su contagioso buen humor, interrumpe su discurso y se dirige a ellos: "Perd¨®n, pero me est¨¢n distrayendo, quiz¨¢ no es importante pero yo soy de esas personas que se preocupa por el otro. ?Les ocurre algo? Me gustar¨ªa saberlo".
Voces del desierto es un libro que la autora define como la trastienda ("el background", dice ella) de Las mil y una noches, los m¨¢gicos relatos de Sherezade. La historia del Califa que ordena matar a las mujeres con las que ha pasado una noche, y la de la hija de su visir (la seductora Sherezade), que conseguir¨¢ sobrevivir, amanecer tras amanecer, gracias a sus mil historias. "La imaginaci¨®n es un instrumento pol¨ªtico", asegura Pi?on. "Y yo quer¨ªa hacer una novela sobre la imaginaci¨®n y el arte de fabular, y sobre c¨®mo esa imaginaci¨®n puede salir gloriosa al cambiar el comportamiento del Califa". "Yo", contin¨²a la escritora, "he intentado imaginar lo que ocurr¨ªa en las venas, el coraz¨®n y los genitales de Sherezade".
Presentada por su editora, Amaya Elezcano, el periodista Juan Cruz (que se?al¨® que el libro es un homenaje al desierto y a la seducci¨®n, "a la literatura como lugar de salvaci¨®n") y su traductor al castellano, Mario Merlino, Pi?on afirm¨® que la tradici¨®n oral no se ha perdido en la cultura moderna y que est¨¢ "en las casas y en el trabajo". "Todos nuestros peque?os modelos sociales vienen de esa imaginaci¨®n. Una gram¨¢tica de la imaginaci¨®n que va desde c¨®mo tomamos una copa de vino a c¨®mo nos relacionamos con el amor".
Voces en el desierto est¨¢ llena de referencias sexuales m¨¢s o menos expl¨ªcitas, pero Pi?on niega los t¨®picos que rodean a la supuesta sensualidad de la cultura brasile?a: "La sensualidad es una propiedad privada y Brasil no tiene ninguna autor¨ªa en ese terreno. No hay pueblos fr¨ªos y pueblos calientes. La sensualidad es el feudo m¨¢s secreto de la humanidad. S¨®lo los que poseen sensualidad saben que la tienen y s¨®lo los que se benefician de ella la conocen".
Si a Pi?on la sensualidad le parece un bien secreto y sin nacionalidad, s¨ª cree en la alegr¨ªa de su pueblo y en la capacidad para encontrar esperanza. Al preguntarle por la actual situaci¨®n pol¨ªtica de Brasil, la autora de La Rep¨²blica de los sue?os respondi¨® as¨ª: "La esperanza se hace de fracasos. La esperanza no es perfecta. Lo que distingue a la esperanza es su capacidad de renovarse. Yo, cuando viajo, trato de no hacer cr¨ªticas en p¨²blico de mi pa¨ªs. Lo har¨ªa si fuera una dictadura, pero no lo hago de un Estado democr¨¢tico. Para m¨ª toda crisis puede significar una renovaci¨®n. Los brasile?os somos positivos, esperanzadores, por naturaleza. Carnavalizamos la realidad. Hay que apostar por esa franja de esperanza".
Para N¨¦lida Pi?on, los gobernantes de hoy se comportan como lo hac¨ªa Moctezuma, "a quien le llegaba el pescado fresco desde Yucat¨¢n gracias a la perfecta cadena de hombres que lo transportaban desde la costa y que se lo entregaban en perfecto estado. Pero Moctezuma, como le ocurre a los gobernantes de hoy, no bajaba a por el pescado y as¨ª jam¨¢s escuchaba los suspiros de su pueblo. Sus aflicciones". "Yo", a?ade la escritora, "no idealizo a ning¨²n gobernante aunque me gustar¨ªa que fueran ideales". La escritora insiste entonces en que en la imaginaci¨®n est¨¢ la gran utop¨ªa del hombre y que, sin ella, "ofendemos a nuestra naturaleza".
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