El desaf¨ªo a Europa de China e India
Entre las maravillas del palacio del rey Enrique VIII en Hampton Court, construido en el siglo XVI, estaba la Mansi¨®n del Alivio, unos retretes que permit¨ªan acoger a 28 hu¨¦spedes distinguidos al mismo tiempo. Conf¨ªo en que, cuando se reunieron el jueves en Hampton Court los l¨ªderes de los 25 Estados miembros de la UE, se encontraran con unos servicios m¨¢s modernos y discretos; pero la verdad es que la Uni¨®n Europea necesita una buena sesi¨®n de alivio de sus tensiones.
Un funcionario brit¨¢nico que me estaba relatando lo que esperaba que sucediese en la mesa de conferencias del Gran Sal¨®n del palacio, y durante las pausas en la Gran C¨¢mara de Observaci¨®n, emple¨® la palabra detente, "distensi¨®n". En los ¨²ltimos a?os ha habido varias ocasiones -las disputas enconadas a prop¨®sito de Irak, el fallido tratado constitucional, el presupuesto, el cheque brit¨¢nico y la pol¨ªtica agraria com¨²n (PAC)- en las que parec¨ªa que las grandes potencias europeas estaban enzarzadas en una guerra fr¨ªa. Como de costumbre, el Reino Unido y Francia han encabezado los dos bandos, pero otros no se han quedado atr¨¢s.
Si los pa¨ªses de la UE pretendemos competir con Estados Unidos, China e India tendremos que combinar nuestros recursos nacionales
Entreguemos los edificios del Parlamento Europeo de Estrasburgo a un centro de investigaci¨®n en el que se estudien las tecnolog¨ªas del ma?ana
Es dif¨ªcil hablar de un modelo social europeo ¨²nico, incluso dentro de la UE, dada la enorme disparidad de costumbres de los diversos pa¨ªses
El primer objetivo de la cumbre informal en Hampton Court era mejorar la atm¨®sfera y dar la sensaci¨®n de que Europa vuelve a avanzar hacia alguna parte. La presidencia europea espera que ese alivio de la tensi¨®n facilite el camino para alcanzar un acuerdo sobre el presupuesto de la UE en el Consejo Europeo de Bruselas en diciembre. Con dicho objetivo, el Reino Unido ha hecho enormes esfuerzos para reparar las relaciones con Francia, y el propio Jacques Chirac ha hecho comentarios conciliadores. En ese caso, bajo la presidencia austriaca del primer semestre del pr¨®ximo a?o, la UE podr¨ªa decidir qu¨¦ nuevo dise?o institucional proponer para sustituir el tratado constitucional que no lleg¨® a ver la luz. Ya veremos. No pondr¨ªa la mano en el fuego.
Mientras tanto, los dirigentes de la UE se encontraron con un solo documento, elaborado por la Comisi¨®n Europea a las ¨®rdenes de su incisivo presidente, Jos¨¦ Manuel Barroso, que plantea el mayor problema de Europa, es decir, c¨®mo proteger lo que hemos logrado en los 60 a?os transcurridos desde 1945 frente a la rivalidad cada vez mayor que suponen China e India, los precios crecientes de la energ¨ªa importada y el envejecimiento de las poblaciones europeas.
China, no conforme con dominar el mercado mundial de fabricaci¨®n poco cualificada, se ha propuesto superar el gasto en investigaci¨®n de la UE antes de 2010, y de las universidades indias salen ya m¨¢s de 250.000 ingenieros cada a?o. En el plazo de 10 a?os -a juzgar por las tendencias actuales- habr¨¢ dos europeos en edad laboral por cada ciudadano de edad avanzada, en vez de los cuatro por cada uno actuales. Pese a ello, nos permitimos la verg¨¹enza de tener casi 20 millones de desempleados en la Uni¨®n.
?Qu¨¦ es lo que estamos intentando proteger? La gente de izquierdas suele decir que "un modelo social europeo", pero, como reconoce el documento de la Comisi¨®n, es dif¨ªcil hablar de un modelo europeo ¨²nico, incluso dentro de la UE, dada la enorme disparidad entre las costumbres de los diversos pa¨ªses. Seg¨²n el documento, Lituania, Letonia e Irlanda dedican menos del 15% del PIB a sistemas de protecci¨®n social, frente al 30% de Suecia.
En cambio, s¨ª es posible hablar de un enfoque europeo com¨²n, que intenta combinar prosperidad, cohesi¨®n social, protecci¨®n ambiental y calidad de vida. Es lo que el historiador Tony Judt, en su espl¨¦ndida historia reci¨¦n publicada de la Europa de posguerra, llama "Europa como modo de vida". Como destaca el ministro brit¨¢nico para Europa, Douglas Alexander, en un folleto editado hace poco por el Centro de Pol¨ªtica Exterior, el ¨ªndice de desarrollo humano de la ONU coloca a los 25 miembros actuales de la UE entre los 50 mejores del mundo, y a 12 de ellos, entre los 20 primeros. Eso es algo de lo que podemos estar modestamente orgullosos.
Lista de objetivos
La pregunta es: ?podemos mantenerlo? Como era de esperar, el documento de la Comisi¨®n es mucho m¨¢s agudo y espec¨ªfico a la hora de analizar el problema que a la de proponer soluciones. Lo que ofrece -como suele ocurrir en la UE- es una extensa lista de objetivos generales bastante vagos, en muchos casos defendidos por la Comisi¨®n a escala europea.
En ciertas ¨¢reas, como las negociaciones internacionales de comercio, es tambi¨¦n lo acertado. Tony Blair ha indicado -cosa infrecuente en un primer ministro brit¨¢nico- que acoger¨ªa con agrado un fondo "amortiguador" de alcance europeo, para ayudar a la gente a adaptarse a los retos de la globalizaci¨®n, y ha sugerido una coordinaci¨®n m¨¢s estricta de la pol¨ªtica energ¨¦tica europea.
(En la pr¨¢ctica, esta ¨²ltima propuesta tiene que suponer asimismo una pol¨ªtica m¨¢s coordinada en relaci¨®n con Rusia, algo que nos ha faltado terriblemente en los ¨²ltimos cinco a?os, en los que tanto el canciller Schr?der como el presidente Chirac y los primeros ministros Blair y Berlusconi, cada uno a su manera, se han rendido a la semidictadura de Vlad¨ªmir Putin).
No obstante, tanto en el aspecto de la reforma socio-econ¨®mica como en la cultura, la fortaleza de Europa reside precisamente en su diversidad. No existe una soluci¨®n ¨²nica y universal, tanto si se califica como social o liberal. En algunos pa¨ªses, como Suecia, unos impuestos y un gasto p¨²blico elevados dan buenos resultados; en otros, son peores. En Estonia, por ejemplo, va bien el impuesto sobre la renta de tipo ¨²nico, no progresivo, y una pol¨ªtica econ¨®mica neoliberal. Esto no significa que eso sea bueno para otros. Lo que cuenta es lo que funciona para cada uno.
Europa deber¨ªa ser una especie de gran laboratorio experimental en el que los pa¨ªses se espiaran constantemente y se robaran las grandes ideas. As¨ª es como se convirti¨® en una potencia econ¨®mica mundial, y s¨®lo as¨ª recobraremos nuestro dinamismo. Es lo que en la jerga empresarial moderna se llama benchmarking. Estamos de acuerdo en los objetivos: m¨¢s crecimiento y productividad, m¨¢s innovaci¨®n, menos paro, reducci¨®n de la pobreza. No tenemos por qu¨¦ seguir todos el mismo camino para llegar hasta ellos.
Dicho esto, existen ciertas ¨¢reas en las que necesitamos las econom¨ªas de escala que s¨®lo puede ofrecer la UE. Una de ellas es el comercio. Otra, la investigaci¨®n cient¨ªfica y el desarrollo de calidad. Si pretendemos competir con Estados Unidos, China e India, tendremos que combinar nuestros recursos nacionales. A medida que reduzcamos el gasto de la PAC, deber¨ªa aumentar nuestro gasto en este cap¨ªtulo. Mientras tanto, el presidente Jacques Chirac ha hecho una sugerencia ¨²til: que se utilice el Banco Europeo de Inversiones para financiar 30.000 millones de euros destinados a proyectos de investigaci¨®n e innovaci¨®n.
De acuerdo con el esp¨ªritu de la distensi¨®n franco-brit¨¢nica y el alivio general de la tensi¨®n, sugiero que una buena porci¨®n de ese dinero se destine a un centro de investigaci¨®n europeo con sede en Francia. Porque Francia tiene un edificio perfecto para dicho centro. Se trata del magn¨ªfico y moderno edificio -con locales de primera categor¨ªa para oficinas- del Parlamento Europeo en Estrasburgo (le debo esta idea a un manifiesto franco-brit¨¢nico publicado hace poco por el Instituto Montaigne y el Centro para la Reforma Europea).
A la mayor¨ªa de los europeos corrientes les resulta rid¨ªculo e incomprensible que todo el Parlamento Europeo vaya y venga entre dos grandes edificios en Bruselas y Estrasburgo, un traslado que cuesta al contribuyente europeo m¨¢s de 200 millones de euros al a?o. Es una locura que no se le habr¨ªa ocurrido ni siquiera al cardenal Wolsey -el creador original de Hampton Court- en la c¨²spide de su extravagancia.
Ante la creciente competencia mundial, el aumento de los precios de la energ¨ªa, el envejecimiento de la poblaci¨®n y el deterioro de los sistemas de bienestar, ya no podemos permitirnos esas locuras. As¨ª que entreguemos los edificios del Parlamento Europeo en Estrasburgo a un centro de investigaci¨®n europeo en el que se estudien las tecnolog¨ªas del ma?ana. ?se ser¨ªa un mensaje apropiado para enviar a los ciudadanos europeos.
Timothy Garton Ash es historiador brit¨¢nico, profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford. Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia
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