Mestalla se come al Valencia

Presa del p¨¢nico a su propia gente, el Valencia jug¨® un partido revolucionado y antip¨¢tico ante un Racing ordenado que le sac¨® de quicio siempre. Incluso cuando se qued¨® con un hombre menos durante 25 minutos tras una absurda protesta de Felipe Melo al ¨¢rbitro asistente. Pero ni por ¨¦sas atac¨® con criterio el Valencia, que estuvo nervioso desde el minuto 1 al 90, y que ha ca¨ªdo en un bache inexplicable y abismal una semana despu¨¦s de exhibirse en el Bernab¨¦u.

Mientras fueron 11 contra 11, el Racing, con dos buenos interiores (Dalmat y Felipe Melo) y el siempre incordiante Aganzo, llev¨® de cabeza a la defensa valencianista, renovada para la ocasi¨®n tras los castigos de Marchena y Caneira, pero igualmente ca¨®tica. La actuaci¨®n de Ayala entr¨® en el museo de los horrores, mientras que Miguel, del que se esperan grandes virtudes ofensivas, mostr¨® un estado f¨ªsico lamentable. Cansad¨ªsimos Baraja y Vicente, desacertado Villa y desubicado Aimar (otra vez por la derecha para que entrara en la alineaci¨®n Kluivert), el Valencia fue carne de ca?¨®n. Tampoco Quique acert¨® en los cambios, que, o apenas aportaron nada (triste incursi¨®n la de Angulo), o llegaron demasiado tarde (Di Vaio y Fabio entraron en el minuto 80).

De poco sirvi¨®, pues, que Albelda marcara el gol de su vida, un vole¨®n tremendo que empalm¨® con la izquierda desde casi 25 metros y que se col¨® por toda la escuadra. Dudu, el portero del Racing, se qued¨® como el resto del estadio: petrificado. No movi¨® ni un m¨²sculo porque no pod¨ªa siquiera imaginar que el bal¨®n describir¨ªa esa trayectoria. Ni ¨¦l ni nadie.

El centro del campo, con Aimar a la derecha, fue un desastre consumado, sin dar dos pases seguidos, ansioso como estaba por llegar al ¨¢rea contraria a toda mecha. Sin ninguna pausa. Con la creaci¨®n bajo m¨ªnimos. Por no hablar de la defensa, desbordada por los desmarques de Aganzo, que le ganaba la espalda con frecuencia.

El Racing atac¨® con m¨¢s claridad en el primer tiempo, sobre todo Dalmat, que pisaba el callej¨®n del 10 imponi¨¦ndose a Miguel. Por ah¨ª traz¨® una carrera en diagonal, envi¨® un precioso pase profundo a la derecha y el centro de Felipe hacia atr¨¢s lo emboc¨® Aganzo por entre las piernas de Ca?izares. Un tanto muy bien elaborado.

La segunda parte apenas vari¨®. Por mucho que Quique le diera vueltas al equipo ni por mucho que el Racing perdiera a Felipe Melo por expulsi¨®n. Los mismos nervios, id¨¦nticos atropellos valencianistas. Al f¨²tbol y a la raz¨®n.