La incombustible de Sarriko
Milagros Garc¨ªa Crespo ha abierto camino: la primera consejera vasca y la primera al frente del Tribunal de Cuentas
"Ten¨ªa que jubilarme en alg¨²n lugar y qu¨¦ mejor que volver a mi vocaci¨®n primera, la ense?anza", explica la catedr¨¢tica, como si no fueran p¨²blicos sus estudios y colaboraciones actuales con las principales instituciones espa?olas y europeas.
Tal vez, despu¨¦s de tanto trasiego institucional, Milagros Garc¨ªa Crespo (Bilbao, 1934) quer¨ªa volver a tomar el pulso a la calle, como dice el t¨®pico period¨ªstico, pero que se revela sincero en esta poderosa mujer menuda e inquieta. Tempus fugit (t¨®pico latino que se refiere al inevitable paso del tiempo) se lee en un letrero de su despacho, junto a una fotograf¨ªa suya de hace unos a?os. Por eso quiz¨¢s, la catedr¨¢tica em¨¦rita no se rodea de demasiados recuerdos. Trabaja entre dos im¨¢genes significativas: una fotograf¨ªa antigua y bella de las Calzadas de Mallona, en Bilbao, y otra de la R¨ªa en su esplendor industrial, positivada con la tristeza que dan los tonos sepias.
Y luego est¨¢ ella, sin asomo de nostalgia por ning¨²n pasado. Ah¨ª est¨¢ la gracia. Porque su verdadero lema es el reverso optimista del tempus fugit: Carpe diem (disfruta el momento). Si no, es imposible entender su biograf¨ªa de pionera. "Claro que mis padres no entend¨ªan que quisiera estudiar Econ¨®micas, pero respetaron mi decisi¨®n. ?ramos seis en clase, pero los m¨¢s extra?ados eran los chicos que nunca hab¨ªan estudiado con chicas; nosotras ven¨ªamos del Instituto o de Profesor Mercantil; ya hab¨ªamos estado en aulas mixtas".
No hay que olvidar el momento: Bilbao, Espa?a, 1955. En clase, ellas se colocan en las primeras filas, por sugerencia del profesorado. La relaci¨®n con los compa?eros, discreta, pero siempre el comentario inevitable: "Hab¨¦is venido a la facultad a buscar novio". Milagros lo encontr¨®, pero en Barcelona. Y, con ¨¦l emprendi¨® una aventura con distintas etapas que no tiene desperdicio. Ve¨¢se, por ejemplo, la primera: a ver qui¨¦n de los j¨®venes titulados contempor¨¢neos se marcha a Roma con un beb¨¦ de un mes, para proseguir los estudios, con una beca m¨¢s que austera.
"?La dolce vita? Al respecto, s¨®lo puedo citar el caf¨¦ Berardo, donde entr¨¢bamos por una puerta, disfrut¨¢bamos del ambiente, ve¨ªamos famosos, y sal¨ªamos por la otra", comenta. Bastante ten¨ªa el joven matrimonio con estudiar y cuidar de la criatura. De aquella Italia de los a?os sesenta, el mejor recuerdo de Garc¨ªa Crespo es el descubrimiento del funcionamiento de la democracia. "Aqu¨ª ¨¦ramos antifranquistas, pero no conoc¨ªamos otro sistema pol¨ªtico; y aquello fue revelador: no me perd¨ªa un debate por la televisi¨®n, con aquellos pol¨ªticos tan buenos, Saragat, Nenni, Togliati o Aldo Moro, conocer el funcionamiento de lo p¨²blico...".
Terminada la experiencia italiana, comienza la de Barcelona, que en aquellos sesenta era un hervidero cultural. "Tuve la suerte de contactar con Raimon, Espin¨¢s, Mar¨ªa Aurelia Capmany, Nuria Espert. Daba clases en el Centro de Influencia Cat¨®lica, cercano a lo que hoy es Uni¨® Democr¨¢tica de Catalunya y, aunque est¨¢bamos en Espa?a, aquello era otra cosa: el regreso no fue tan duro como se pudiera pensar", comenta quien redactaba su tesis doctoral y segu¨ªa viendo crecer su familia. "Yo les suelo decir a las doctorandas: 'andad con cuidado, que yo empec¨¦ la tesis con un hijo y la acab¨¦ con tres", apunta, divertida.
La vuelta a Bilbao s¨ª que fue dura. "Esto era un desierto en comparaci¨®n con Barcelona; hasta tuvimos que participar en la fundaci¨®n de un colegio (Trueba) para llevar a nuestros hijos, porque no hab¨ªa una oferta educativa que nos satisficiera entonces". Esta inquietud por transformar lo que tiene alrededor o gestionar nuevas iniciativas se mantendr¨¢ durante los a?os siguientes (decana, consejera de Econom¨ªa) hasta llegar a su gran reto: el Tribunal Vasco de Cuentas P¨²blicas.
"Fue un encargo de Ram¨®n J¨¢uregui, entonces vicelehendakari, cuando yo estaba ejerciendo de consejera de Econom¨ªa. Me tuve que leer la ley de la noche a la ma?ana. Toda una aventura: ¨¦ramos siete en el consejo, ten¨ªamos un presupuesto de s¨®lo 16 millones de pesetas, que no llegaban ni para los sueldos. No hab¨ªa locales. Fue muy duro, pero tambi¨¦n una de las experiencias m¨¢s bonitas que he vivido". Tampoco extra?a el orgullo con el que Garc¨ªa Crespo se refiere a su reto?o: probablemente ser¨¢ la instituci¨®n vasca m¨¢s respetada y mejor considerada.
Aqu¨ª empez¨® su singladura por los tribunales de cuentas. De Vitoria a Madrid, primero como consejera (la primera mujer desde su fundaci¨®n en el siglo XIX) y luego como presidenta. "Los amigos y compa?eros me dec¨ªan: la primera mujer desde Fernando VII", comenta. Y, luego, secretaria de la Asociaciaci¨®n Europea de Tribunales de Cuentas. Experiencia m¨¢s que suficiente. ?Y c¨®mo es la gesti¨®n de la cosa p¨²blica en Espa?a? La respuesta es rotunda: "Buena; no es cierto que haya descontrol en las inversiones, como se suele comentar; y los tribunales son estrictos. Le voy a decir una cosa: he corregido muchos informes, y lo ¨²nico que cambio es la forma de redactar", concluye quien ha colaborado en la formaci¨®n de los tribunales de cuentas de buena parte de los pa¨ªses de Europa del Este, como Polonia o Rumania.
Intensa vida cultural
La catedr¨¢tica em¨¦rita de Pol¨ªtica Econ¨®mica y Econom¨ªa Aplicada de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, Milagros Garc¨ªa Crespo naci¨® en la calle Elcano de Bilbao en 1934, hija de una familia que hab¨ªa perdido la guerra, dato que a estas alturas de su vida no le gusta destacar. Tiene tres hijos, ninguno economista ("poco a poco ya me encargu¨¦ de que no tuvieran inter¨¦s por acudir a la facultad en la que yo impart¨ªa clases", explica), que optaron por estudios universitarios dispares: Ciencias Pol¨ªticas, Medicina y Derecho. De aficiones cl¨¢sicas, recuerda con a?oranza sus a?os como presidenta del Tribunal de Cuentas cuando disfrutaba de la intensa vida cultural madrile?a. De viajes, no quiere ni hablar ("ya he viajado suficiente por razones de trabajo"): prefiere la tranquilidad de Berberana (Burgos), al otro lado del puerto de Ordu?a.
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