"Tengo miedo a volver a subir"
Encofradores y ferrallistas portugueses, compa?eros de los fallecidos en el viaducto, explican sus temores tras el accidente
En el municipio granadino de Almu?¨¦car (23.000 habitantes) ya se han acostumbrado a ellos. Desde hace dos a?os, cada ma?ana llegan muchos por el bar Las Pe?uelas, en el barrio de Torrecuevas -junto al lugar donde el pasado martes murieron seis trabajadores en las obras del viaducto- para desayunar antes de ponerse el arn¨¦s, los guantes y el casco y subirse a uno de los cuatro puentes del tramo La Herradura-Taramay de la autov¨ªa del Mediterr¨¢neo (A-7).
Son portugueses, una peque?a colonia de 80 trabajadores procedentes de los alrededores de Oporto (norte del pa¨ªs) especializados en la t¨¦cnica del encofrado deslizante, la utilizada para levantar esos viaductos.
Desde la tarde del jueves, el grupo cuenta con cinco miembros menos. Paulo Machado (24 a?os), Antonio Alb¨¦s (44), Joaqu¨ªn Pacheco (31), Francisco Silva (35) y Marcio Ferreira (19), no volver¨¢n este mes a Paredes, su pueblo, para pasar un fin de semana con sus familias, como hacen el resto de sus compa?eros de trabajo.
Los encofradores portugueses de Almu?¨¦car trabajan para dos empresas. Unos 60 pertenecen a la plantilla de Douro Montemuro, la subcontratista de la compa?¨ªa gallega Estructura de Montajes y Prefabricados que a su vez recibi¨® el encargo de fabricar los viaductos de la adjudicataria del Ministerio de Fomento, la Uni¨®n Temporal de Empresas (UTE) formada por Ploder, Azvi y Obras Subterr¨¢neas.
El resto son ferrallistas (los que se dedican a soldar y moldear las estructuras de acero del hormig¨®n armado del que se componen los puentes) y trabajan para otra firma portuguesa: Barmonta Construcciones.
Ayer por la ma?ana, varias decenas de ellos volvieron al lugar donde se produjo el accidente laboral. Desde un peque?o alto junto al borde de la carretera que pasa bajo el viaducto, recordaron a sus compa?eros muertos. Muchos se negaron a hablar con los periodistas al temer represalias de sus patrones. Otros s¨ª se atrevieron a relatar su visi¨®n del accidente, sus condiciones laborales y las razones por las que decidieron aceptar un trabajo en Espa?a, pero casi todos se negaron a dar sus nombres.
- "No ten¨ªamos sensaci¨®n de peligro. Salv¨¦ la vida de milagro". Jos¨¦ Olivera, encofrador, lleva a?o y medio viviendo en Espa?a. "Me salv¨¦ milagrosamente. Me encontraba justo encima de uno de los pilares que todav¨ªa no hab¨ªamos levantado. La autocimbra
[la estructura sobre la que se sujetan los encofrados] estaba parada, as¨ª que no ten¨ªamos sensaci¨®n de peligro. De repente, se produjo un estruendo enorme y todo se llen¨® de polvo. Mi compa?ero sufri¨® un fuerte golpe en la cara y se rompi¨® un brazo, y yo sal¨ª corriendo r¨ªo arriba muerto de miedo. Cuando volv¨ª, me qued¨¦ conmocionado al ver a mis compa?eros bajo los hierros. Algunos, como Marcio, s¨®lo eran ni?os. Fue terrible".
- "S¨®lo alargamos la jornada cuando toca echar hormig¨®n". Jos¨¦ Silva, encofrador como Oliveira, es hermano de Carlos, otro trabajador portugu¨¦s ingresado en el hospital de Traumatolog¨ªa de Granada con el maxilar y un brazo roto a causa del accidente. A diferencia de la mayor¨ªa de sus compatriotas, su familia vive con ¨¦l en Almu?¨¦car. "La obra tiene mucha seguridad y nosotros no trabajamos m¨¢s horas de las debidas. S¨®lo alargamos la jornada laboral cuando toca echar hormig¨®n. Eso es lo que est¨¢bamos haciendo cuando se cay¨® la estructura", declar¨® a la agencia Efe.
- "Trabajamos 11 horas al d¨ªa". Otro encofrador de Douro Montemuro, que se neg¨® a dar su nombre, afirm¨®: "Normalmente trabajo 11 horas al d¨ªa. Hago tres horas extra sobre mi jornada laboral. Si s¨®lo trabajara mis ocho horas, ganar¨ªa algo m¨¢s de 900 euros al mes, pero as¨ª puedo conseguir entre 1.500 y 2.000, dependiendo de las horas que eche de m¨¢s". "Las medidas de seguridad de la obra eran muy buenas. Cada d¨ªa, la empresa se aseguraba de que llev¨¢ramos el casco, el arn¨¦s y los guantes, y cuando hab¨ªa que subir all¨ª arriba, pon¨ªan redes de protecci¨®n. A todos los que incumpl¨ªan esas normas los bajaban autom¨¢ticamente y ten¨ªan que aguantar el enfado de los t¨¦cnicos".
- "Nosotros elegimos venir aqu¨ª porque nos pagan mejor". "Nuestro trabajo no est¨¢ regulado por las normas laborales espa?olas, sino por las portuguesas. La empresa no nos obliga a venir, sino que somos nosotros los que lo elegimos porque nos pagan mejor que en cualquier obra de nuestro pa¨ªs. Trabajamos cinco d¨ªas a la semana y un fin de semana al mes volvemos a Oporto para ver a nuestras familias. Siempre hacemos este tipo de trabajos y no s¨®lo en Granada, sino tambi¨¦n en Madrid, Girona, Pontevedra... La empresa nos paga tambi¨¦n el alquiler de nuestras casas", afirm¨® un joven ferrallista de Barmonta Construcciones.
- "No estamos exentos de que ocurra esto". Sergio Guedes, otro encofrador de Douro Montemuro, asegur¨® sentirse asustado por tener que volver al trabajo tras el accidente. "Lo que ocurri¨® fue algo imprevisible. Todos sabemos que nuestro trabajo implica riesgos y aunque tomamos precauciones, no estamos exentos de que a veces ocurra esto. Pero ahora tengo miedo a volver a subir", concluy¨® el portugu¨¦s.
Los ferrallistas y encofradores no volver¨¢n al tajo hasta que el juez decida revocar la orden que ha dado de paralizaci¨®n de la obra hasta que se investiguen las causas que motivaron el accidente laboral donde murieron seis trabajadores.
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