Boicot
La llamada al boicot de productos catalanes por parte de algunos patriotas anima la fiesta democr¨¢tica. Desde una p¨¢gina web se exhorta a que la poblaci¨®n se lea las etiquetas de los envases antes de comprarlos para comprobar que tienen label espa?ol, y se da un listado de productos catalanes que se supone no hay que comprar. Parece ser que, a partir de ahora, hay que hablar de productos nacionales y de otros productos que intentan romper Espa?a. El cava s¨®lo es la punta de lanza de una serie de asuntos que amenazan la seguridad nacional, porque la butifarra catalana tambi¨¦n quiere acabar con la Constituci¨®n.
Algunos medios de comunicaci¨®n se preguntan con qu¨¦ brinda Mariano Rajoy, y muchos apuntan a que puede utilizar perfectamente sidra o, en el peor de los casos, agua con gas. Si ello fuese cierto, su ejemplo ser¨ªa f¨¢cilmente extensible a otros productos de comunidades perif¨¦ricas potencialmente peligrosas. Lechugas enmascaradas, cebollas asesinas, pimientos subversivos. Tomates republicanos, patatas mon¨¢rquicas y cogollos nacionalistas. A partir de ahora, por lo visto, se puede hacer la lista de la compra siguiendo los consejos de la derecha espa?ola. S¨®lo falta que pongan banderitas en las estanter¨ªas de los supermercados. Una comunidad en oferta cada mes.
Que yo sepa, nadie dir¨ªa que no a un jam¨®n de bellota por mucho que venga de Castilla. De tal forma, ning¨²n pol¨ªtico pregunta en un aperitivo si el jam¨®n coincide con sus ideas, a no ser que est¨¦ completamente loco. En el caso del Pa¨ªs Vasco, nos topamos con una realidad pol¨ªtica: una buena cazuelita de angulas no admite discusi¨®n. La cazuelita de angulas es intocable. Alrededor de ella se han reunido los pol¨ªticos de cualquier signo, y ello demuestra una clara voluntad de di¨¢logo, de ir hacia adelante, aunque sea s¨®lo en cuesti¨®n de cent¨ªmetros en la cintura. En efecto, cuando aparecen las angulas no queda m¨¢s remedio que echar a un lado todos los prejuicios y ponerse a la mesa a comer. ?Boicot? Tal vez al mosto, que dir¨ªa alguno.
De este sencillo razonamiento se desprende que este tipo de boicots pueden haber sido inspirados por el PP, pero tal vez inconscientemente, porque luego se comen todo el jam¨®n, las angulas, se beben el cava y lo que haga falta. Mientras tanto, los seguidores interpretan las consignas de sus l¨ªderes y se quedan sin comer, porque, adem¨¢s, no pueden pag¨¢rselo. La falta de alimentaci¨®n variada les lleva a un estado de ¨¦xtasis que produce estallidos de fervor hacia su partido, pero ello no deja de ser una actitud un poco incoherente: lo parad¨®jico del asunto es que se privan de consumir productos presuntamente espa?oles.
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