Bozalongo traza un itinerario de ciudades en sus poemas
El nuevo libro de Javier Bozalongo (Tarragona, 1961), publicado por la editorial granadina Cuadernos del Vig¨ªa, constituir¨¢ una verdadera sorpresa para sus lectores. Titulado Hasta llegar aqu¨ª, el poemario traza un itinerario po¨¦tico por diversas ciudades a modo de ruta simb¨®lica con la que poder ejecutar un plano de lo que significa una vida no s¨®lo en el espacio, sino tambi¨¦n en el tiempo.
Bozalongo, que ha colaborado con diversas publicaciones literarias y con la prensa granadina, presenta un poemario s¨®lido, peque?o y acertado. La ruta, que se inicia en su Tarragona natal hasta finalizar en Granada, la ciudad en la que vive desde hace varios a?os y en la que ha dejado de sentirse "extranjero", conduce por una serie de postales alejadas de lo cotidiano y capaces de dotar de un sentido a los recuerdos particulares para convertirlos en patrimonio de los lectores.
Ciudades como Madrid, Barcelona, Londres, Lisboa, A Coru?a, Par¨ªs o Buenos Aires, tan distantes no s¨®lo sobre un mapa, aparecen desde su propio car¨¢cter y singularidad, siempre alejadas de una postal tur¨ªstica con tendencia al t¨®pico, como un conjunto no s¨®lo probable, sino consistente gracias a la narraci¨®n autobiogr¨¢fica y a los recursos en los que la ficci¨®n se convierte en protagonista.
Autor tard¨ªo
Bozalongo, que se considera cercano a la poes¨ªa de la experiencia, afirma tratar de huir del "lenguaje grandilocuente, escapando de la belleza ensimismada de los poetas que escriben para otros poetas". "La experiencia trasciende lo autobiogr¨¢fico y se ensancha, y se hace veros¨ªmil a los ojos del lector", dice Bozalongo.
Autor tard¨ªo que comenz¨® a escribir llegado a la cuarentena, afirma no saber si el poeta "estaba dormido o simplemente no estaba". "No ha habido una intenci¨®n premeditada. Las cosas han surgido as¨ª y as¨ª est¨¢n bien. Conocer a algunos poetas granadinos, especialmente a Daniel Rodr¨ªguez Moya, me hizo ver que ten¨ªa que seguir escribiendo", comenta.
Partidario de una po¨¦tica del compromiso, se muestra un tanto esc¨¦ptico sobre la capacidad de la poes¨ªa de actuar sobre las conciencias adormecidas. "Quiz¨¢ no consiga tanto, pero cualquier acto debe realizarse sin huir de su posible utilidad social, aunque sin valorar la propia poes¨ªa en funci¨®n de su uso o de su aprovechamiento inmediato. El poeta no es m¨¢s que un ciudadano que opina, que elige, que decide, si le dejan. Lo contrario, vestirse de poeta, no produce sino alejamiento: de la poes¨ªa, por un lado, y de los posibles lectores c¨®mplices por otro", concluye.
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