El limbo est¨¢ en las ¨²ltimas
Una comisi¨®n teol¨®gica internacional estudia el 'cierre' de la morada que acoge a las almas puras sin bautizar
La Iglesia Cat¨®lica estudia la posibilidad de cancelar, por primera vez en la historia, una de las parcelas del M¨¢s All¨¢. Una Comisi¨®n Teol¨®gica Internacional encargada de examinar la utilidad del limbo parece inclinarse por la opci¨®n de abandonar para siempre el concepto l¨ªmbico y, en cierta forma, cerrar el espacio que hasta el siglo XX acogi¨® a los ni?os sin bautizar y a los justos precristianos. La nueva ubicaci¨®n de las almas del limbo quedar¨ªa, si se siguiera el consejo del papa Juan Pablo II, en manos de "la misericordia de Dios".
El difunto Papa Wojtyla fue quien, el a?o pasado, convoc¨® a una treintena de te¨®logos de prestigio para "estudiar la suerte de los muertos sin bautismo". El concepto de limbo, una palabra de origen germ¨¢nico que define una frontera o un l¨ªmite entre dos o m¨¢s espacios, goz¨® de muy buena salud desde San Agust¨ªn, quien lo describi¨® como algo muy parecido al infierno pero menos doloroso f¨ªsicamente. M¨¢s adelante se distingui¨® entre el limbus patrum, donde pasaban la eternidad las almas buenas que hab¨ªan tenido la desgracia de vivir antes de Cristo y carec¨ªan por tanto de bautismo, y el limbus infantium, reservado a los ni?os fallecidos sin bautizar. En resumen, era un sitio pensado para unas almas que planteaban un dilema teol¨®gico: no pod¨ªan ir al cielo, al infierno o al purgatorio porque s¨®lo cargaban con la herencia del pecado original.
"El limbo no es m¨¢s que una hip¨®tesis teol¨®gica, una tesis secundaria", dijo Ratzinger en 1984
El gran catecismo del siglo XX, el de P¨ªo X (1905), no se planteaba dudas: "Los ni?os muertos sin bautizar van al limbo, donde no gozan de Dios pero no sufren, porque teniendo el pecado original, y s¨®lo ¨¦se, no merecen el cielo, pero tampoco el infierno o el purgatorio". El catecismo destinado al siglo XXI, redactado bajo la autoridad de Juan Pablo II y publicado en 1992, ya no mencion¨® el limbo y opt¨® por una f¨®rmula abierta: "En cuanto a los ni?os muertos sin bautismo, la Iglesia s¨®lo puede confiarles a la misericordia de Dios, como de hecho hace en los funerales por sus almas. La gran misericordia de Dios, que desea que todos los hombres se salven, y la ternura de Jes¨²s hacia los ni?os, que le hizo decir 'dejad que los ni?os vengan a m¨ª', nos permiten esperar que exista una v¨ªa de salvaci¨®n para los ni?os muertos sin bautismo".
La f¨®rmula wojtyliana fue posiblemente inspirada por su jefe de te¨®logos, el entonces cardenal y hoy Papa Joseph Ratzinger, quien en una entrevista concedida en 1984 mostr¨® muy poco inter¨¦s por el limbo: "El limbo no es m¨¢s que una hip¨®tesis teol¨®gica, una tesis secundaria al servicio de una verdad absolutamente primaria para la fe y la salvaci¨®n: la importancia del bautismo".
La Comisi¨®n Teol¨®gica Internacional se re¨²ne esta semana en Roma, a puerta cerrada y bajo la presidencia del cardenal Joseph Levada, sucesor de Ratzinger como prefecto de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, para debatir, adem¨¢s del problema del limbo, otras dos cuestiones: "la teolog¨ªa como ciencia de la fe" y "los fundamentos de la ley moral natural". El viernes elevar¨¢n a Benedicto XVI sus conclusiones sobre los tres asuntos.
El vaticanista del Corriere della Sera, Luigi Accattoli, public¨® ayer un art¨ªculo en el que indicaba que la comisi¨®n compart¨ªa las ideas de Benedicto XVI sobre la escasa importancia del limbo. No se sabe, sin embargo, si la comisi¨®n entrar¨¢ en detalles teol¨®gicos y reubicar¨¢ a las almas del limbo, por las que durante siglos se han elevado billones de oraciones, o si recomendar¨¢ simplemente que no se hable m¨¢s de ello.
La consolidaci¨®n de las teor¨ªas de Wojtyla y Ratzinger, en el sentido de levantar la condena l¨ªmbica a los ni?os sin bautizar (otra cosa m¨¢s compleja son los justos precristianos), conllevar¨ªa probablemente un cambio en las costumbres sociales: los ni?os pasar¨ªan un poco m¨¢s crecidos por la pila bautismal. Son ya bastantes los sacerdotes que aconsejan preparar con tiempo la ceremonia del bautismo, el sacramento m¨¢s importante de la religi¨®n cristiana.
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