Si no nac¨ª en el Mediterr¨¢neo
Es posible que la etapa 2005-2006 no pase a la historia como la ¨¦poca en la que se modificaron los Estatutos de Autonom¨ªa, sino como el bienio en el que se termin¨® de destrozar para siempre la costa mediterr¨¢nea espa?ola. Por lo menos, en Europa est¨¢n mucho m¨¢s preocupados por la furia constructora de la Comunidad Valenciana, de Murcia, de Almer¨ªa o de M¨¢laga que por nuestros problemas identitarios. La Comisi¨®n ha advertido a Espa?a sobre el incumplimiento de la directiva marco para un uso prudente de los recursos h¨ªdricos y la Comisi¨®n de Peticiones del Parlamento Europeo, que recibi¨® 15.000 quejas de espa?oles y comunitarios que ya viven en la Comunidad Valenciana, ha elaborado un informe alarmad¨ªsimo sobre la regulaci¨®n del urbanismo en esa zona. La autora del informe, no vinculante, es la eurodiputada conservadora francesa Janelly Fourtou (madame 95%, como la llaman en Estrasburgo por su impecable asistencia a las sesiones del PE), y reconoce que se qued¨® especialmente horrorizada por la extra?a idea que tienen las leyes valencianas sobre en qu¨¦ consiste el "inter¨¦s p¨²blico" (www.europarl.eu.int/news/expert/infopress_page)
La cuesti¨®n es que la autonom¨ªa de las comunidades espa?olas no parece haber servido para mucho a la hora de impedir la especulaci¨®n urban¨ªstica ni la destrucci¨®n del medio ambiente. Casi ha sucedido lo contrario: muchos Gobiernos y Parlamentos de comunidades aut¨®nomas han demostrado tener incluso menos sensibilidad que los antiguos responsables centralistas. El a?o que ahora acaba, 2005, pesar¨¢ sobre todos nosotros como pesaron los desastres de la ¨¦poca del desarrollismo. Hasta hoy, el r¨¦cord de construcci¨®n de vivienda visada lo ten¨ªa 1973, con 553.000 unidades, una aut¨¦ntica miseria a la vista de las m¨¢s de 800.000 viviendas visadas en 2005 por los colegios de arquitectos y el mill¨®n que se prev¨¦ para 2006 (datos recogidos por el economista Julio Rodr¨ªguez).
El r¨¦cord, por supuesto, se lo lleva la costa mediterr¨¢nea: Alicante, Murcia y M¨¢laga fueron las provincias con m¨¢s proyectos visados (muy cerca de Madrid o Barcelona). Almer¨ªa, Murcia, Castell¨®n, Tarragona, M¨¢laga baten todos sus r¨¦cords de construcci¨®n... Murcia se lleva la palma en cuanto a viviendas construidas por 1.000 habitantes: nada menos que 38,5.
Lo asombroso es que nadie parece realmente alarmado. La informaci¨®n se "encapsula" en los Parlamentos de cada una de las comunidades afectadas y no llega al Parlamento nacional. No se habla del asunto a nivel general, como si a los andaluces no les importara lo que pasa en la costa valenciana o viceversa, como si nadie, sino los propios interesados de cada pueblo, tuviera nada que decir sobre lo que ocurre.
Pues sepamos todos que las previsiones son cada vez m¨¢s inquietantes. En la Feria Urbe Desarrollo que se acaba de celebrar en Valencia se ha constatado que las nuevas promociones se venden en un m¨¢ximo de 18 meses, que 800.000 europeos se quieren jubilar en el Pa¨ªs Valenciano y que estamos a la espera de la llegada de decenas de miles de ciudadanos del antiguo Este que empiezan a tener dinero y que, como todos, quieren tener un peque?o apartamento al sol. En Murcia no piensan dejar pasar la ocasi¨®n de construir nuevos Benidorm. El presidente de la comunidad, Ram¨®n Luis Valc¨¢rcel, del PP, lo ha dejado meridianamente claro, incluso se ha indignado: nadie tiene por qu¨¦ darle indicaciones sobre el destino del agua que reclama. "?Por qu¨¦ tiene que ser para regar lechugas?", protesta. En Murcia hay cuatro campos de golf y 45 en proyecto, claro que no es mucho si se compara con los que ya existen en M¨¢laga. En un pueblo murciano de 17.000 habitantes, Alhama, se prev¨¦ construir una urbanizaci¨®n con 60.000 nuevas viviendas. Hace poco hubo que parar la construcci¨®n de otra urbanizaci¨®n con golf en una finca de ?guilas especialmente protegida; cuatro concejales del PSOE se ausentaron para no votar en contra de la operaci¨®n. Ahora han sido expulsados del partido. Algo tarde, como tarde se han tomado medidas contra la especulaci¨®n salvaje promovida por el Ayuntamiento de Marbella.
?Tenemos derecho a preocuparnos y a decir algo, aunque no hayamos nacido en el Mediterr¨¢neo? solg@elpais.es
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