Perros, compromisos y la abuela
El domingo es excluyente: si no te gusta el f¨²tbol, apaga todo, busca en tu casa algo que te guste de toda la vida y reconc¨ªliate con alguna man¨ªa a la que le hayas sido fiel por lo menos en caso de necesidad. Pero el domingo pasado Canal Sur anunciaba un Gran Estreno, un programa llamado nada menos que El compromiso (?cu¨¢nto tiempo hace que no o¨ªamos esta palabra?) y que en el teletexto de la cadena auton¨®mica ven¨ªa explicado con siete p¨¢ginas que hablaban de una trama inextricable basada en el juego de un solo verbo (yo me comprometo, t¨² te comprometes, los dos os compromet¨¦is), cerrada con una muletilla recurrente que no dejaba de insistir en el car¨¢cter social del programa, que no por ello renunciaba a la funci¨®n de entretenimiento (reconozco que esto ten¨ªa que haberme servido de aviso). Me tragu¨¦ otro cap¨ªtulo de Array¨¢n esperando El compromiso. A la mitad del cap¨ªtulo, sali¨® la presentadora del nuevo programa con un perrito en el regazo, y a m¨ª me dio por acordarme de Herta Frankel y la perrita Maril¨ªn, aquel n¨²mero de refugiados nazis con el que arranc¨® la televisi¨®n en Espa?a: mal presagio. Sigui¨® Array¨¢n, que gast¨® la segunda mitad del cap¨ªtulo en un una promoci¨®n -metida con calzador en el gui¨®n del culebr¨®n- de un grupo musical. Y por fin lleg¨® la hora.
La trama del nuevo programa no puede ser m¨¢s simple. S¨®lo vi la primera hora, y cuento lo que vi. Empez¨® con un desfile de perros: sal¨ªan perros de distintas razas y pelajes acarreados por humanos que los hac¨ªan llegar, al final de una alfombra roja, a una mesa en la que sub¨ªan al animalito para explicarle a una ni?a, que era la protagonista del primer compromiso de la noche, las caracter¨ªsticas del chucho en cuesti¨®n. La ni?a quer¨ªa tener un perro, pero sus padres quer¨ªan que ella se comprometiera a dos cosas: a querer m¨¢s a su abuela y a cuidar al perro. Los padres estaban fuera del plat¨® e ignorantes del motivo de su presencia all¨ª. Total: que le dieron un perro a la ni?a y ella fue conducida hasta un atril en el que firm¨® su compromiso de querer m¨¢s a su abuela (all¨ª presente, no se lo pierdan) y sacar al perro a la calle.
El segundo compromiso era de m¨¢s calado: una chica de quince a?os hizo una confesi¨®n de bulimia y dijo que por esa raz¨®n las relaciones con su madre se hab¨ªan vuelto terribles. La chica quer¨ªa cambiar; sale la madre y acepta el compromiso de su hija de no meterse m¨¢s los dedos en la boca y no ser tan violenta. Suena un timbre y aparece Paola Santoni, la persona que va a ayudar a la chica a cumplir el compromiso. Y la Santoni dice: "?T¨² quieres ser madre? Pues que sepas que cada vez que te metes los dedos para vomitar est¨¢s haciendo a tu organismo un da?o irreparable, el calcio se perder¨¢ hasta que se te caigan los dientes, la piel se te arrugar¨¢ hasta parecer vieja, tu organismo se trastornar¨¢ del todo", etc. La chica, aterrada por el Apocalipsis seg¨²n la Santoni, firma su compromiso. Luego sali¨® una se?ora de unos 70 a?os harta de que su marido le hiciera comer a todas horas. Y apagu¨¦ el televisor.
Ruego encarecidamente a los que promocionan los programas de Canal Sur que no utilicen en vano determinadas palabras y conceptos: es imposible, o algo peor, llamar a esto labor social o servicio p¨²blico.
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