Lo peor
Aqu¨ª, en Andaluc¨ªa, uno de cada tres individuos es pobre, o eso dice el Instituto Nacional de Estad¨ªstica, y no parece una visi¨®n demasiado negativa de la realidad: los no pobres doblan todav¨ªa a los pobres. Y de lo que hablamos es s¨®lo de pobreza relativa, como dicen los especialistas: ingresos inferiores a 369 euros al mes, ni un solo viaje por gusto, ni una semana de vacaciones jam¨¢s. No se considera la pobreza absoluta, que afecta al mantenimiento f¨ªsico: el hambre, la consunci¨®n y la extinci¨®n progresiva.
Hay optimistas que consideran el dato poco fiable. Dicen que la gente mueve dinero que no se ve, clandestino, much¨ªsimo dinero. Y es verdad que la gente gana poco, pero en sus n¨®minas figura a¨²n menos de lo que gana. Otros no tienen n¨®mina, aunque trabajan, y ganan incluso m¨¢s de lo que ganan los que tienen n¨®minas mentirosas. As¨ª funcionan la construcci¨®n y la hosteler¨ªa, tan pr¨®speras en nuestras comarcas. Y luego est¨¢n los delincuentes puros, vendedores o descargadores de droga, un modo de vida que incluso cuenta con mitolog¨ªa propia.
Profesores de dos provincias, M¨¢laga y C¨¢diz, me han contado en distintos momentos la historia de aspirantes a bachilleres que comparan sus ingresos de ni?os trabajadores nocturnos, de una sola noche, en la recogida de droga en la playa, con lo que cobra al mes el catedr¨¢tico que estudi¨® Ciencias Exactas o Filosof¨ªa Pura. Yo conf¨ªo en que la an¨¦cdota no pase de lo legendario, pero reconozco que el mito del estudiante rico, con sus rater¨ªas y atropellos a la ley, se basa en el respeto a la moral dominante: el culto al m¨¢ximo beneficio r¨¢pido como prueba de racionalidad econ¨®mica, el matonismo monetario y el exhibicionismo ruidoso de pasta, por decirlo as¨ª. Despilfarro, no generosidad.
Lo peor ser¨ªa que los optimistas tuvieran raz¨®n, y la econom¨ªa legal y criminal en Andaluc¨ªa se hubieran entrelazado y confundido como dos seres perfectamente enamorados y complementarios. Est¨¢ demostrado que el dinero criminal tiene su peso en la transformaci¨®n de nuestro paisaje y en la conversi¨®n de patrimonio p¨²blico, municipal, en patrimonio privado, a trav¨¦s de la urbanizaci¨®n de suelo rural y costero. Esto favorece el bienestar general, seg¨²n algunos pr¨®ceres del pa¨ªs, que comparten la idea de aquella novela de James G. Ballard, Cocaine nights, en la que una secta de la Costa del Sol celebra el poder creativo del crimen como elemento civilizador.
Pero tampoco creo, a pesar de los optimistas, que el dinero secreto cambie mucho la relaci¨®n num¨¦rica entre pobres y no pobres. Stephen J. Dubner y Steven D. Levitt, en su libro Freakonomics, sobre formas sociales monstruosas, se preguntan, por ejemplo, por qu¨¦ descendi¨® la criminalidad en Estados Unidos durante los a?os noventa, o qu¨¦ tienen en com¨²n los maestros y los luchadores de sumo. ?Por qu¨¦ los vendedores de drogas al por menor suelen vivir en casa de su madre? Porque los delincuentes subalternos no salen de la penuria, responden Dubner y Levitt. S¨®lo se enriquecen los empresarios grandes, los traficantes al por mayor. A mayor criminalidad, m¨¢s impunidad y m¨¢s ganancia.
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