La subversiva Pipilotti
Su nombre es un homenaje a Pipi Calzaslargas. Rompedora de clich¨¦s y prejuicios, la incansable reina del videoarte presenta una exposici¨®n en el Musac de Le¨®n, publica un disco y estrena una plaza p¨²blica en su pa¨ªs, Suiza.
Su nombre es un homenaje a Pipi Calzaslargas. Rompedora de clich¨¦s y prejuicios, la incansable reina del videoarte presenta una exposici¨®n en el Musac de Le¨®n, publica un disco y estrena una plaza p¨²blica en su pa¨ªs, Suiza.
La guarder¨ªa a la que lleva a su hijo es un bosque. Llueva o nieve, los ni?os se educan en medio de la naturaleza
"Para m¨ª, una mujer desnuda simboliza al ser humano, lo mismo que el hombre dibujado por Leonardo da Vinci"
Cuando march¨® a estudiar artes aplicadas a Viena a los 20 a?os, Elisabeth Charlotte Rist ya se presentaba a sus compa?eros como Pipilotti. Lotti era el apelativo familiar, y Pipi (referencia al personaje infantil con poderes m¨¢gicos creado por la escritora sueca Astrid Lindgren) era como la llamaban los amigos. Ahora, la palabra Pipilotti aparece en su pasaporte. "La protagonista de la serie de televisi¨®n de los a?os sesenta era una hero¨ªna para m¨ª", dice la videoartista en su estudio de Z¨²rich. "Era una persona independiente, sin padres, que casi siempre estaba sola, que regaba las flores cuando llov¨ªa y que se comportaba de una manera irracional y libre".
El cr¨ªtico Mikka Hannula ha descrito a Pipilotti Rist como "una tierna hooligan, una rebelde con c¨¢mara". Al igual que Pipi Calzaslargas, ella tambi¨¦n parece haber sido criada por los piratas: ha pirateado sin contemplaciones los libros de arte y la cultura pop (los cr¨ªticos relacionan su est¨¦tica con la MTV, aunque su primer v¨ªdeo es anterior a la cadena de televisi¨®n y ella considera que su obra es m¨¢s deudora de "una larga tradici¨®n de pel¨ªculas musicales"). Y como Pipi Calzaslargas, Rist lucha contra la rigidez normativa y contra ciertos tab¨²es: su v¨ªdeo Blutclip (Clip de sangre, 1993) fue calificado por la cr¨ªtica de arte Peggy Phelan como "una exuberante oda a la menstruaci¨®n".
Pocos pueden emularla como videocreadora: su confluencia de sonidos, colores e ilusiones espaciales (lo que podr¨ªa denominarse gen¨¦ricamente cinema expandido); la variedad de sus influencias, de Vera Chytilova a Pasolini, de Warhol a Yoko Ono o Nam June Paik; su esp¨ªritu cr¨ªtico y burl¨®n, sexy y relajado, y su discurso sutilmente feminista (que propone una visi¨®n de la mujer alejada de fanatismos) la convierten en una de las artistas m¨¢s sugerentes desde que surgi¨® a mediados de los ochenta. Vicente Todol¨ª, director de la Tate Modern de Londres, le dedic¨® en Oporto una exposici¨®n en 1999, el mismo a?o en el que tambi¨¦n se exhibi¨® su obra en el Museo de Arte Moderno de la Villa de Par¨ªs. Una ¨¦poca en la que Pipilotti Rist dio lo mejor de s¨ª misma. En 2001 lleg¨® al Reina Sof¨ªa de Madrid en una de las muestras m¨¢s visitadas de la temporada. Su carrera fue saliendo del entorno de habla alemana de los comienzos (Viena, Bregenz, Basilea, Colonia) para dirigirse a las grandes ciudades (Par¨ªs, Londres y Nueva York). Era una de las artistas favoritas de Harald Szeemann, el gran comisario de arte suizo reci¨¦n fallecido.
Hoy va vestida de rojo oscuro, con unas medias verdes sobre otras medias rojas. El rojo es uno de sus colores fetiche, el elegido para cubrir la plaza p¨²blica que se acaba de inaugurar en St. Gallen, Suiza, con 4.103 metros cuadrados de poliuretano, el mismo material que se utiliza en las pistas deportivas. El proyecto de Rist est¨¢ firmado en colaboraci¨®n con el arquitecto de origen espa?ol Carlos Mart¨ªnez. En la plaza, que para ella es como "una escultura de sangre de monstruo", hay sillas, bancos, mesas, una fuente y hasta un coche tambi¨¦n cubierto con el mismo material rojo.
Desde que se abri¨®, los ni?os y mucha m¨¢s gente acuden a este espacio, la Raiffeisenplatz, que hasta entonces apenas si se utilizaba. El ojo de Pipilotti Rist para conectar no falla. Una nueva y diferente incursi¨®n art¨ªstica de una creadora atrevida y fulgurante, cuyos signos distintivos suelen ser la m¨²sica (en cuya composici¨®n participa), los elementos escult¨®ricos y del performance art, y la poes¨ªa. El resultado: una liberadora capacidad para crear sensaciones de inmersi¨®n ps¨ªquica a trav¨¦s de las secuencias r¨ªtmicas, los colores virados hacia tonos de gran intensidad, los juegos con la escala y los planos detalle. Con motivo de la exposici¨®n en Le¨®n, el sello discogr¨¢fico espa?ol Subterfuge ha publicado un disco con 20 pistas de Pipilotti Rist usadas para sus videocreaciones, entre ellas la desoladora versi¨®n del tema de Chris Isaak Wicked game, que utiliz¨® en uno de sus trabajos m¨¢s logrados, Sorbe el oc¨¦ano (1996).
De ojos muy claros y muy delgada, su belleza y el hecho de que ella misma suela protagonizar sus videocreaciones, a veces desnuda; su af¨¢n de control del proceso (lo que define, autopar¨®dica, como "diligencia protestante") y la pulsi¨®n camale¨®nica de su imagen la convierten en el arte contempor¨¢neo en una versi¨®n de lo que en el pop significar¨ªa alguien como Madonna (en un libro editado por Phaidon se incluye en una p¨¢gina un mosaico de 120 fotograf¨ªas, todas diferentes, con primeros planos de la cara de Rist). Su lema: "Nuestros ojos son c¨¢maras accionadas con sangre". Y su motivaci¨®n, un optimismo irrenunciable, pero con matices. "Decid¨ª que mi trabajo deb¨ªa dar esperanza, aunque sin ignorar el dolor, la melancol¨ªa y el miedo", explica. "Aprecio a colegas m¨ªos que hacen un arte donde el dolor y los problemas son centrales, pero yo decid¨ª que mis obras deb¨ªan tener aliento, y vuelo, y escapada. Mi trabajo deb¨ªa ser una huida hacia adelante en forma de ritual".
Pipilotti Rist hace un alto en la entrevista, animada a cada rato con su risa explosiva, para acercarse en coche a recoger a su hijo a la guarder¨ªa. Se trata de una guarder¨ªa muy especial: uno de los bosques que rodean Z¨²rich. Llueva o nieve (y anoche ha nevado sobre la ciudad), los ni?os, abrigad¨ªsimos, son educados en medio de la naturaleza; pasan all¨ª las horas entre los ¨¢rboles, las flores y el agua. No hay edificio, s¨®lo un vag¨®n de tren y el bosque. Los profesores siguen as¨ª un proyecto educativo experimental originario de la Dinamarca de los a?os cincuenta.
Pipilotti Rist se muestra feliz al ver a su guapo ni?o tan contento. Ella misma se educ¨® en contacto con la naturaleza, en la Suiza rural (naci¨® en Rheintal, en 1962), donde su padre trabajaba como m¨¦dico. Y en uno de sus v¨ªdeos recientes, Herbstzeitlose (2004), que hace referencia al c¨®lquico, una lila de las praderas, rememoraba su infancia a trav¨¦s de visiones alpinas, gigantescas mujeres orde?ando las vacas y cuerpos vestidos y desnudos. La obra le vali¨® un rapapolvo de la influyente cr¨ªtica de arte de The New York Times Roberta Smith, que le afeaba la "falta del esp¨ªritu subversivo" de sus mejores esfuerzos.
Pero un a?o despu¨¦s de ese v¨ªdeo parece que Pipilotti Rist ha vuelto a los or¨ªgenes. El Museo de Arte Contempor¨¢neo de Castilla y Le¨®n (Musac), en Le¨®n, presenta hasta el 16 de abril la muestra Pr?blem?s b¨¹en?s. 4 obras de Pipilotti Rist y amig?s, videoinstalaciones de la artista entre las que figura la m¨¢s reciente, Homo sapiens sapiens (2005), uno de los proyectos m¨¢s comentados de la reciente Bienal de Venecia. La obra aument¨® el cr¨¦dito de Pipilotti Rist tras ser censurada a principios de noviembre por el p¨¢rroco de la iglesia del siglo XVII de San Stae. Las proyecciones en el techo esculpido de la nave (los visitantes se recostaban en colchonetas) mostraban a dos mujeres desnudas, Peppermint y ?mbar, como dos Evas en el Jard¨ªn del Ed¨¦n, en un entorno voluptuoso conectado con la iconograf¨ªa art¨ªstica italiana. Dos Evas subi¨¦ndose a los ¨¢rboles, aplastando frutas maduras y ba?¨¢ndose en el barro se alternaban con v¨ªvidos patrones calidosc¨®picos. El cl¨¦rigo acab¨® colocando a la entrada un cartel que dec¨ªa: "Cerrado debido a razones t¨¦cnicas".
"Me enfad¨¦ mucho", comenta ahora una sonriente Pipilotti Rist. "Pero no quise magnificarlo para que no se pensara que quer¨ªa darme publicidad. Lo que sucedi¨® es que esas figuras desnudas no concuerdan con el pensamiento fundamentalista cat¨®lico, con su idea de que eres culpable desde que naces. Al principio, al p¨¢rroco el proyecto le hab¨ªa parecido bien, pero todo se precipit¨® tras la presi¨®n ejercida por una cincuentena de fundamentalistas que acudieron al obispo, y ¨¦ste habl¨® con Roma y presion¨® a su vez al p¨¢rroco, que acab¨® cerrando la iglesia".
Pipilotti Rist no ve en el cuerpo de una mujer desnuda lo mismo que quienes protestaron por su montaje de la Bienal. Para ella, una mujer desnuda "simboliza al ser humano, lo mismo que el hombre creado por Leonardo da Vinci en su famoso dibujo". Pero hechos como el ocurrido en Venecia la mantienen alerta sobre las reglas que se imponen, muchas veces sin que seamos conscientes, sobre nuestra vida cotidiana, "y c¨®mo rigen de manera diferente para los hombres que para las mujeres". "Incluso hoy", dice, "cuando la religi¨®n pierde influencia y nos sentimos m¨¢s libres, esas normas siguen estando muy enraizadas, como si fueran im¨¢genes profundas del inconsciente. Muchas mujeres se sit¨²an dos o tres escalones por delante, pero las im¨¢genes que deber¨ªan acompa?ar esos pasos no est¨¢n todav¨ªa ah¨ª. El hueco es a¨²n enorme. En las im¨¢genes que nos rodean. En la literatura? La segregaci¨®n sigue siendo profunda".
Para contrarrestar ese vac¨ªo, Pipilotti Rist no se propone hacer panfletos feministas o izquierdistas -aunque, matiza, su voto vaya a la izquierda y trate de vivir ecol¨®gicamente-. Su propuesta intenta desafiar la percepci¨®n del cuerpo humano y de los patrones a ¨¦l asignados, "los prejuicios y un mont¨®n de malas estructuras". En Pickelporno (1992), por ejemplo, aborda un g¨¦nero, el cine porno, hecho a medida del deseo de los hombres, e intenta darle un giro radical y ofrecer una versi¨®n para las mujeres. El resultado, de una gran belleza, ataca los estereotipos sin necesidad de enfrentarse a lo masculino. Seg¨²n Ana Mart¨ªnez-Collado, Pipilotti Rist entra en esa categor¨ªa de artistas que se?alan el advenimiento de un feminismo pro-sex, la reapropiaci¨®n de la moda femenina, el cambio de sentimiento hacia el cuerpo femenino.
"En los noventa hab¨ªa una gran discusi¨®n sobre el porno en los c¨ªrculos feministas", recuerda Rist. "Y mi pregunta era: ?por qu¨¦ perdemos tanto tiempo en decidir lo que est¨¢ mal? Por eso quise hacer una peque?a y humilde propuesta: qu¨¦ ser¨ªa para nosotras una pel¨ªcula er¨®tica. Y la primera diferencia que encontr¨¦ es que no estoy tan interesada en ver a dos personas bes¨¢ndose o haciendo el amor como en saber qu¨¦ sienten, o qu¨¦ ven si est¨¢n muy cerca de la otra persona y abren los ojos y est¨¢ ah¨ª, en primer¨ªsimo plano. Fue como una aproximaci¨®n a un porno alternativo".
Alternativa. Radical. Subversiva. Cuando se le atribuye este ¨²ltimo adjetivo, Pipilotti Rist se apresura a matizar: "Quiero ser subversiva-sutil". "Si se demanda que mi trabajo sea subversivo, entonces deja de serlo", a?ade. "Y nuestra realidad es tan compleja que ya no hay una manera f¨¢cil de ser subversivo. La guerrilla-publicidad no es lo m¨ªo. Creo que si haces una declaraci¨®n pretendidamente dura e izquierdista en el arte, lo siento, eso no es subversivo porque el ochenta por ciento de la gente interesada en el arte piensa como t¨². Si pretendo ser subversiva s¨®lo para complacer a algunos comisarios de exposiciones, lo siento, eso no es subversi¨®n sino oportunismo. Y tampoco quiero hacer masturbaciones dici¨¦ndole a la gente de manera superficial cosas que la gente ya sabe. Por eso me interesa m¨¢s aquello que es dif¨ªcil expresar con palabras. Por ejemplo, nuestra vida cada vez m¨¢s monitorizada: el conocimiento, la ciencia, los sentimientos. Por eso hice as¨ª mi trabajo en Times Square de Nueva York. Subversi¨®n de un modo sutil, sin esl¨®ganes". Rist se refiere a Abre mi claro del bosque (2000), que se proyect¨® en la pantalla gigante de Panasonic en Times Square, Nueva York. Una Rist apresada dentro de la pantalla lucha por salir de esa inquietante ficci¨®n que se confunde con lo real. Una pieza que podr¨¢ verse desde la calle Ancha de Le¨®n, en el escaparate del local Class.
El director del Musac de Le¨®n, Rafael Doctor, fue quien program¨®, con Jos¨¦ Guirao como director, la exposici¨®n de Pipilotti Rist en el Reina Sof¨ªa de Madrid. Dice que para ¨¦l era un sue?o volver a trabajar con ella. Y defiende a Rist frente a quienes la acusan de banalidad y agotamiento. "Todo lo contrario", dice. "Y la prueba es que la obra m¨¢s elogiada por la cr¨ªtica en la Bienal de Venecia fue Homo sapiens sapiens, que presentamos ahora en Le¨®n. Fue la confirmaci¨®n de su talento como artista audiovisual, y uno de los trabajos m¨¢s importantes presentados. Las obras de Pipilotti Rist arriesgan cada vez m¨¢s, y su vitalidad sigue siendo radical, por eso llega y emociona. Puede que determinada gente del mundo del arte se sienta molesta porque Pipilotti Rist trabaje con la piel, con esa emoci¨®n primaria, y no s¨®lo con la mente; parece que les molesta que conecte y que se comunique a un nivel amplio; pero pienso que ese sentido l¨²dico, esa magia primaria, esa capacidad para servirse de la tecnolog¨ªa audiovisual y lograr frescura, plasticidad y energ¨ªa es una de las v¨ªas por las que se encamina el arte del siglo XXI".
Rist est¨¢ ahora concentrada en rendir homenaje a una hero¨ªna del pasado. Trabaja en un proyecto para una instalaci¨®n en la Universidad de Z¨²rich dedicada a Emily Kempin-Spyri (1853-1901), la primera mujer en Suiza que obtuvo una licenciatura en Derecho. Pero sus colegas masculinos no la dejaron ejercer. Kempin-Spyri dedic¨® su vida a luchar a favor de la integraci¨®n de la mujer en todos los niveles laborales y por el voto femenino, y consigui¨® que se crearan cursos especiales de Derecho para las mujeres en la Universidad de Nueva York. Una vida tan admirable como desdichada. "Fue una pionera y lo que vivi¨® la acab¨® sobrepasando", cuenta. "Ten¨ªa problemas psicosom¨¢ticos, la acabaron recluyendo en un psiqui¨¢trico y muri¨® de un ataque de nervios". Pipilotti Rist ve en Kempin-Spyri un referente para las mujeres. Aunque feminista, "como no podr¨ªa ser de otro modo en cualquier persona con sentido com¨²n", piensa que el trabajo m¨¢s duro lo hizo la anterior generaci¨®n y hay ya espacios posibles para la libertad de las mujeres. "Todos los hombres con los que trabajo son fant¨¢sticos, no hay tontos del culo a la vista, ning¨²n problema. Pero en cuanto sales y empiezas a ver cosas, lo primero las diferencias salariales, te das cuenta de que queda mucho por resolver. Mi b¨²squeda, de todas formas, no est¨¢ tanto ah¨ª como en el hecho de encontrar nuevas proposiciones que permitan romper determinados c¨®digos".
Esa ruptura es m¨²ltiple en los proyectos de Pipilotti Rist, va de lo gamberro (como en Circuito cerrado, del a?o 2000, cuando instal¨® en el ba?o de una galer¨ªa de Nueva York una c¨¢mara debajo del v¨¢ter, conectada a una pantalla, de manera que el usuario pod¨ªa ver la retransmisi¨®n de sus deyecciones) a las fantas¨ªas feministas, como en el enigm¨¢tico Siempre es sobre todo, de 1977, donde una mujer con una lanza coronada por una flor camina por la calle destrozando los cristales de los coches, o en Absoluciones, los errores de Pipilotti, de 1988, donde la artista invoca la doble conciencia provocada por la histeria en un intento de expresar sus descontentos. Al final de este v¨ªdeo, una voz en off expresa lo que podr¨ªa ser un manifiesto: "Hoy quiero decir que la vida es preciosa. Mira estos colores, mira ese divertido programa de televisi¨®n. Mira el cosmos. Pero mi dolor me ha cegado. El sol se est¨¢ poniendo. Pronto ya no estar¨¦ m¨¢s alegre. Odio todas las ideas sobre el ideal, que no existe".
Pipilotti Rist. Museo de Arte Contempor¨¢neo de Castilla y Le¨®n. Hasta el 16 de abril en Le¨®n. Entrada libre.
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