El aut¨¦ntico 'mundo perdido'
Conan Doyle se inspir¨® en Canaima para su viaje al pasado
Por el agua o por el aire: de las dos formas puede el insignificante humano aproximarse al monumental Salto del ?ngel, una de las cataratas m¨¢s famosas del mundo, 17 veces m¨¢s alta que las del Ni¨¢gara y la atracci¨®n n¨²mero uno de Venezuela.
Si uno elige surcar el r¨ªo con una lancha, la llegada ser¨¢ lenta y sinuosa. Si lo hace desde el aire, en una diminuta avioneta de h¨¦lice ¨²nica, la interminable cola de caballo hecha de agua aparece de pronto, al doblar la monta?a chata desde donde se precipita durante casi un kil¨®metro (979 metros) al vac¨ªo.
En ambos casos, el espect¨¢culo no defrauda, no s¨®lo por la talla extralarga de la cascada, sino tambi¨¦n por el entorno inabarcable donde se encuentra: el descomunal parque natural de Canaima, el sexto mayor del planeta, con tres millones de hect¨¢reas, declarado patrimonio de la humanidad y, sin lugar a dudas, uno de los rincones m¨¢s sobrecogedoramente bellos del globo terr¨¢queo.
Todo en Canaima -en el Estado de Bol¨ªvar, al sureste de Venezuela, cerca de la frontera con Brasil y Guyana y entrelazado con la Gran Sabana- posee el aroma de la aventura. Al arribar, el calor h¨²medo se pega a la piel, y en un todoterreno te introduces por un camino de barro que milagrosamente se ha abierto entre la vegetaci¨®n. Pronto el veh¨ªculo no puede seguir. La selva lo impide. Soluci¨®n: surcar las aguas del r¨ªo. En una fr¨¢gil canoa alargada, llamada curiara por los indios pemones que habitan en el parque, llegas hasta un embarcadero desde donde te saludan, en el horizonte, tres tepuyes -el Noroy (Zamuro), a la izquierda; el Kuravaina (Venado), en el centro, y el Topochi (Cerbatana), con una ligera inclinaci¨®n de su cima- que se duplican al reflejarse en las aguas del Carrao. Estamos en el campamento Ucaima, el de m¨¢s solera del parque, fundado por el legendario y atractivo aventurero Ruddy Truffino.
Aqu¨ª los ¨²nicos sonidos son los graznidos de animales que no logras identificar. Un reparador ba?o en el cercano riachuelo te dispone para visitar la isla de Anatoly y las cascadas del Sapo y el Sapito, catedrales de agua a cuyas tripas puedes acceder y admirar, desde dentro, esas bellas paredes de agua. Despu¨¦s, la playita aleda?a de rosadas arenas, coloreadas por los minerales del suelo, deja la piel suave. Y es que este parque es a¨²n frecuentado por clandestinos buscadores de oro y diamantes, convencidos de que entre sus bosques se oculta El Dorado.
R¨ªo arriba por el Chur¨²n
Pero lo m¨¢s emocionante de Canaima (que en lengua pem¨®n significa "esp¨ªritu del demonio") consiste en subir r¨ªo arriba (primero, el Carrao; luego su afluente, el Chur¨²n), durante unas cuatro horas, hasta el Salto del ?ngel o Salto ?ngel, descubierto en 1937 por el piloto norteamericano James C. Angel, que lo rebautiz¨® con su apellido. Porque los sabios ind¨ªgenas lo llamaban ya Kerekupai-mer¨², que en pem¨®n significa acertadamente "salto del lugar m¨¢s profundo".
Y es que el Carrao y sus v¨¢stagos serpentean entre los tepuyes, cicl¨®peas moles de 2.000 millones de a?os, en cuyas cumbres se conservan fauna y flora ¨²nicas en el planeta: plantas insect¨ªvoras -como la Drosera roraimae-, animales adaptados a las duras condiciones del h¨¢bitat, lagos y r¨ªos que se despe?an por los l¨ªmites de la planicie.
El sol hace brillar el cuarzo de las paredes del tepuy ("monta?a" en lengua pem¨®n), que junto a la vegetaci¨®n que trepa por ellas y el agua de las miles de cascadas nos permite comprender por qu¨¦ inspir¨® a Arthur Conan Doyle El mundo perdido (homenajeado posteriormente por Michael Crichton). Ciertamente, uno no se sorprender¨ªa si -como imagin¨® el padre de Sherlock Holmes- un dinosaurio asomara sus fauces desde la fantasmal cima, cubierta de nubes, de un tepuy.
Estas formaciones de cumbres totalmente planas y paredes perfectamente verticales son resultado de la separaci¨®n de los continentes y se hermanan con sus gemelas del desierto de Arizona. Hasta hace poco, el pueblo pem¨®n no ascend¨ªa jam¨¢s hasta la cima de los tepuyes, pues seg¨²n su tradici¨®n, all¨ª moran esp¨ªritus con apariencia humana que pueden robarte el alma. El turismo ha relajado esta vieja costumbre.
Entre estos castillos geol¨®gicos reinan, sobre otros 36 m¨¢s, el Auyan-Tepuy, de 2.400 metros de altitud, donde nace el Salto del ?ngel, y Roraima (el mayor de todos, de 2.810 metros). Subir a pie hasta la cima del Roraima (el 85% en territorio venezolano, el resto entre Guyana y Brasil) exige buena forma f¨ªsica, un gu¨ªa experimentado, equipo de explorador y cinco d¨ªas. All¨ª arriba se aprecian formaciones rocosas casi lunares, el lago Gladis y cuatro r¨ªos (Arobop¨®, Cotingo, Kako y Kamaiwa), que te hacen sentir una energ¨ªa sobrenatural y la certeza absoluta de ser uno de los pocos humanos que han pisado este paraje.
Otros tesoros del parque
Por supuesto, Canaima ofrece mucho m¨¢s. Entre el festival de cataratas destacan la Fuente de la Felicidad y los saltos Hacha, Wadaima, Golondrina y Ucaima, que rompen en la laguna Canaima. De las cavernas, sobresale Kavak. Esta cueva toma el nombre del cercano campamento ind¨ªgena, en el lado sur del Auyan-Tepuy. Hasta all¨ª se llega en avioneta. Seg¨²n nos acercamos a la cueva, el gu¨ªa nos advierte de que no podremos tomar fotos (bueno, solamente con c¨¢maras acu¨¢ticas). Hay que caminar a ratos, nadar por un fr¨ªo r¨ªo otro tramo. La luz se va haciendo m¨¢s escasa seg¨²n nos introducimos por el desfiladero, entre gigantescas moles de roca y selva desatada.
Los escasos rayos de sol que logran filtrarse entre la vegetaci¨®n y el tono oscuro de las paredes rocosas dan al estrecho ca?¨®n (de apenas un metro en algunos momentos) una apariencia casi irreal... hasta que un rugido in crescendo nos anticipa la furiosa cascada que, en el fondo de la tenebrosa cueva de Kavak, parece despertar de un sue?o de millones de a?os.
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