Una mirada a la violencia social
Es uno de los soci¨®logos franceses m¨¢s influyentes. De talante poco convencional, imaginativo y directo. Su obra recorre el terreno pol¨ªtico, la violencia social, el futuro de la democracia y la posmodernidad. Presagi¨® con sus teor¨ªas las insurgencias de los j¨®venes en Francia.
Michel Maffesoli (62 a?os) es uno de los soci¨®logos europeos m¨¢s interesantes en la actualidad. Catedr¨¢tico de la Sorbona, dirige a la vez dos de los centros m¨¢s relevantes en el panorama sociol¨®gico franc¨¦s, el Centro de Estudios sobre lo Actual y lo Cotidiano, en Par¨ªs, y el Centro de Investigaciones sobre lo Imaginario, en Grenoble. Su obra m¨¢s conocida, El tiempo de las tribus, puede considerarse un presagio te¨®rico de las ¨²ltimas insurgencias en distintas ciudades francesas y un anticipo del paso del individualismo al concepto de tribus o fratr¨ªas urbanas. Otras de sus obras, entre un par de decenas m¨¢s, han sido Elogio de la raz¨®n sensible o El instante eterno, hasta la publicada hace apenas unos meses, Le rythme de la vie. Su talante poco convencional, su desbordante uso de la imaginaci¨®n y la inteligencia intuitiva, junto a una escritura con poder de seducci¨®n, le han procurado tanto la adhesi¨®n apasionada de lectores y alumnos como algunos relentes cr¨ªticos (?envidiosos?) en el mundo m¨¢s serio y severo de la Academia.
Usted que ha estudiado el fen¨®meno de la violencia en la juventud y ha hecho famoso el t¨¦rmino de 'tribus urbanas', ?cu¨¢l es su diagn¨®stico sobre las ¨²ltimas insurgencias?
Yo dir¨ªa que lo que ha pasado y seguir¨¢ pasando es una perfecta ilustraci¨®n de mis teor¨ªas. En estos d¨ªas me siento como el viejo sabio que ve c¨®mo las ecuaciones que hab¨ªa ideado desarrollan su funcionamiento en la realidad.
?Y entonces?
Tengo dos respuestas para explicar estos fen¨®menos de violencia ciudadana. Hay un primer problema y es que nuestras sociedades son sociedades a las que se ha querido volver totalmente as¨¦pticas, sin riesgos, seguras y protegidas en todo ¨¢mbito. Y en el fondo, las sociedades as¨¦pticas son sociedades potencialmente peligrosas. Es algo parecido a los hospitales. Los hospitales son as¨¦pticos, pero entramos para curarnos un brazo roto y salimos con una infecci¨®n. Estas explosiones juveniles en Francia son la expresi¨®n del hecho de que no sirve de nada evacuar completamente la violencia, sino que, al contrario, hay que encontrar los medios para "homeopatizarla". En toda la cuenca mediterr¨¢nea existe la tradici¨®n de saber ritualizar la violencia, y Francia actualmente ya no sabe hacerlo. Por ejemplo, hace algunos a?os me rebel¨¦ contra la ley que impide hacer novatadas a principio de curso, novatadas que a veces son violentas, escatol¨®gicas. Para m¨ª, la prohibici¨®n muestra claramente la locura de una sociedad que tratando de eliminar toda violencia, potencia su reaparici¨®n explosiva. No soy profeta, pero, en mi opini¨®n, estos hechos vand¨¢licos volver¨¢n a ocurrir. Podemos predecir que en esta vida "aseptizada", de vez en cuando, inesperadamente, se van a producir arranques vitales y en¨¦rgicos.
?Cree, por tanto, que podr¨¢ tambi¨¦n ocurrir en Espa?a u otros pa¨ªses?
No quiero hablar de ello de forma general, pero es seguro que cuando se quiere eliminar el riesgo, el riesgo se vuelve perverso. En lat¨ªn, pervertir quiere decir "tomar caminos distintos": la situaci¨®n explota y no se puede dominar. Y esto ha ocurrido de forma semejante en EE UU, en Inglaterra, en Italia. En Espa?a no s¨¦ muy bien.
Nosotros tenemos cada fin de semana la llamada 'kale borroka', el llamado "terrorismo de baja intensidad" que protagonizan bandas de j¨®venes independentistas en las calles del Pa¨ªs Vasco.
La sensaci¨®n que yo tengo es que tiene forzosamente que producirse en otros muchos lugares. Voy a menudo a Brasil y ah¨ª no son necesarias estas explosiones porque este pa¨ªs ha encontrado su equilibrio en determinadas v¨¢lvulas de escape. De vez en cuando, la violencia, la agresividad surge de manera integrada como en el caso del carnaval. En el fondo, esos grandes momentos festivos son a veces violentos y no siempre se pueden controlar. Se trata de la vieja idea de Arist¨®teles, la noci¨®n de catarsis que muestra la necesidad de purgarse de vez en cuando. ?sta ser¨ªa la primera pista para entender el fen¨®meno del salvajismo en las ciudades francesas. En Francia ya no se sabe gestionar la violencia y en una sociedad sin violencia ritualizada s¨®lo puede ser sanguinaria. Es una sociedad donde, tarde o temprano, el tedio estallar¨¢.
En los patios de los colegios franceses se realizan juegos de estrangulamiento entre j¨®venes de 12 o 13 a?os. Juegos de estrangulamiento que crean una forma de v¨¦rtigo y suscitan erecciones sexuales. Por supuesto, no llegan al final, salvo que a veces se produzca un accidente. Tambi¨¦n hay otro juego, el juego del toro, en el que dos chavales aguantan a otro y, de forma muy violenta, golpean el vientre con la cabeza y efectivamente, en ocasiones, se producen da?os. ?Por qu¨¦ pongo estos ejemplos? Porque ¨¦sta es una sociedad de la seguridad que genera formas perversas. El juego del estrangulamiento puede parecer violencia muy fuerte, pero yo afirmo que no es as¨ª, sino que se trata de la respuesta de los chicos a esta asepsia de la existencia. No creo que haya m¨¢s violencia actualmente, como tanto se dice. En Francia hay muchos historiadores tan importantes como Jean Delumeau, especialista en la Edad Media, que demuestra cuantitativamente que hoy incluso hay menos que en otras ¨¦pocas. Algunos historiadores del siglo XIX muestran que Par¨ªs hace un siglo era incomparablemente m¨¢s peligroso: no se pod¨ªa salir a la calle por la noche o por la tarde. Por tanto, no creo que haya un ascenso, sino que es una especie de fantas¨ªa creada por la obsesi¨®n de la seguridad. La fantas¨ªa la genera su opuesto.
Pero dec¨ªa que hay una segunda raz¨®n, adem¨¢s, para explicar las revueltas de las ciudades francesas.
La segunda pista es todav¨ªa m¨¢s espec¨ªficamente francesa en cuyo territorio se ha desarrollado todo el laboratorio de la modernidad y el jacobinismo. Todo en Francia se halla unificado, centralizado, homogeneizado. La gran idea de la Rep¨²blica una e indivisible ha dado cosas buenas. Yo soy de un peque?o pueblo de Cevennes, cerca de B¨¦ziers; mi familia era de origen italiano, y en ese peque?o pueblo, dos tercios de los habitantes hablaban espa?ol, porque tras la Guerra Civil se instalaron all¨ª numerosos espa?oles. As¨ª pues, era un pueblo de extranjeros: italianos, espa?oles, polacos? Espa?oles y dem¨¢s inmigrantes estaban obligados a perder su lengua: nosotros perdimos el italiano, y los polacos, el polaco; perdimos nuestra especificidad porque exist¨ªa el gran "molde republicano", esa gran idea de llegar y entrar en la Rep¨²blica.
?se era el gran modelo franc¨¦s. El problema hoy es que este modelo de Rep¨²blica una e indivisible ya no funciona. Hemos entrado en un proceso de la posmodernidad que se basa en la heterogeneizaci¨®n, la construcci¨®n a base de retales, como un mosaico. En el fondo estamos viviendo el desfase entre un modelo que sigue siendo el de la Rep¨²blica una e indivisible y la realidad. La intelligentsia francesa -el hombre pol¨ªtico, el periodista, el universitario- sufre la incapacidad de pensar que la cosa p¨²blica puede estar formada por partes distintas porque nuestra concepci¨®n sigue siendo individual. En este sentido, las explosiones contempor¨¢neas son el desfase que existe entre la sociedad oficial y la sociedad oficiosa. La oficial sigue siendo republicana -tanto de izquierdas como derechas- y, de otra parte, crece con fuerza el mundo de las especificidades distintas. Desde hace 15 o 20 a?os llevo diciendo que hay que estar atentos a este regreso de las tribus, para lo bueno y para lo malo. Pero en Francia no se sabe gestionar. En Francia se emplea la palabra "comunitarismo", idea todav¨ªa criticada tanto por la derecha como por algunos socialistas. Los tiempos actuales se prestan a la segmentaci¨®n y debemos tratar de ver c¨®mo conseguir un ideal comunitario, de la misma manera que antes hubo un ideal democr¨¢tico.
?Y qu¨¦ se deber¨ªa hacer?
Yo dir¨ªa que, para empezar, no hay que rechazar el proceso de las diferencias. De principio ha habido una negaci¨®n en el sentido freudiano, pero ahora ya no se puede seguir neg¨¢ndolo y estigmatizarlo. La situaci¨®n, desde luego, cambiar¨¢ porque la elocuencia de la explosi¨®n social, la destrucci¨®n y los incendios obligan a darse cuenta de que no sirve de nada estigmatizar. No s¨¦ decir qu¨¦ se deber¨ªa hacer para armonizarlo todo, s¨®lo puedo decir que, a partir del momento en que hay conciencia de que el tribalismo est¨¢ ah¨ª, se habr¨¢ de aprender a convivir con ¨¦l.
?No ser¨¢ tambi¨¦n que el actual sistema pol¨ªtico no es v¨¢lido para los j¨®venes, sean musulmanes, cristianos o ateos?
Eso es otro problema. Dicho de forma brutal: la pol¨ªtica, en Francia al menos, es un proceso, una forma de socializaci¨®n, una forma de convivencia, que se encuentra saturada por completo.
?Saturada quiere decir agotada?
No. Empleo expresamente la palabra saturaci¨®n. Mi diferencia con Baudrillard, por ejemplo, es que para ¨¦l se trata del fin de la pol¨ªtica, como ha habido el fin de Dios o el fin del hombre. Yo prefiero la palabra "saturaci¨®n" porque lo que me viene a la cabeza es la imagen de una saturaci¨®n qu¨ªmica. En qu¨ªmica, cuando un aceite est¨¢ saturado o el agua, sus distintas mol¨¦culas ya no pueden permanecer juntas y, por usura, por fatiga, se produce una separaci¨®n. Pero esas mismas mol¨¦culas van a recomponer otro cuerpo. La idea de la saturaci¨®n es ¨¦sta: cesa una forma elaborada en los tres siglos anteriores, pero permanece en la piel el problema de vivir juntos. La idea de la saturaci¨®n viene a demostrar c¨®mo una forma de convivencia deja de valer, la maquinaria ya no funciona y, por tanto, hay que buscar otra forma de socializaci¨®n. ?ste es el problema, saber cu¨¢l va a ser este nuevo "estar juntos". El signo de los tiempos ya no es el futuro, sino el presente, el carpe diem, el "aqu¨ª y ahora". En consecuencia ya no hay esta movilizaci¨®n de derechas o de izquierdas para lograr una sociedad revolucionaria, o conservadora, o reformista. Hace a?os se trataba de apoyar un proceso orientado hacia el futuro, pero ahora est¨¢ dirigido a disfrutar del "aqu¨ª y ahora". Aqu¨ª es donde hay que encontrar palabras para describir la forma que est¨¢ tomando la transformaci¨®n de lo pol¨ªtico y ante lo cual yo he propuesto la idea de lo dom¨¦stico, lo dom¨¦stico en el sentido del domus, la casa, el hacerse cargo de la casa com¨²n, el oikos griego. En mi opini¨®n, la sensibilidad ecol¨®gica, no los partidos ecologistas, sino la sensibilidad ecol¨®gica general, ser¨¢ lo que reemplace a lo pol¨ªtico. Es decir, en el fondo se tratar¨¢ de hacerse cargo de la casa. Seg¨²n la escuela de Palo Alto, el t¨¦rmino clave es el proxim, lo que es del orden de lo pr¨®ximo, y se tratar¨ªa, en Francia, del desarrollo de las asociaciones de barrios y toda una serie de manifestaciones "prox¨¦micas".
?Con lo que se pondr¨ªa tambi¨¦n en cuesti¨®n el actual sistema de representaci¨®n pol¨ªtica?
Creo que hay una relaci¨®n estrecha entre una y otra cosa. Al final de los grandes sistemas de representaci¨®n filos¨®ficos, al fin de los grandes relatos de la posmodernidad le corresponde el fin de la vieja representaci¨®n pol¨ªtica. Voy a darle unas cifras, aunque no sea lo m¨ªo: actualmente hay un 60% de abstenci¨®n en las elecciones, pero adem¨¢s, en el caso de Francia, a ese porcentaje hay que a?adir el 15% de lo que se denomina "no inscritos", personas que no se inscriben en las listas electorales, especialmente los m¨¢s j¨®venes. Y no se inscriben no por razones de ideolog¨ªa pol¨ªtica como nos suced¨ªa a nosotros cuando ¨¦ramos anarquistas. Ahora no se inscriben obedeciendo a una ideolog¨ªa diferenciada, sino debido a la indiferencia.
Efectivamente.
Quiere decir que en unas elecciones hay que contabilizar una abstenci¨®n de casi el 80% y, en consecuencia, el candidato electo es siempre minoritario.
Por tanto, se acaba el sistema representativo.
Yo creo que es su saturaci¨®n, ahora no hay proyectos de futuro y habr¨ªa que encontrar lo que fue la pol¨ªtica en su origen, la polis, la ciudad. Actualmente, lo pol¨ªtico es lo contrario de lo que era la democracia; ahora son unos pocos, una aristocracia, quien gobierna, no la democracia. Hay, pues, que dejar de hablar de democracia, dejar de hablar de contrato social, de ciudadanos. Hay que encontrar otros t¨¦rminos, cada ¨¦poca necesita sus palabras. Hay peligro cuando se emplean palabras que fueron elaboradas en un momento dado -en el siglo XVIII o XIX- y han dejado de poseer sentido. La palabra "ciudadano" indica a quien vive en la ciudad. Pero cuando se habla a los j¨®venes de los suburbios, la ciudad es su barrio, es decir, esas torres horribles donde viven: eso es la ciudad. La noci¨®n de ciudadano o de Ciudad con may¨²sculas es una palabra surgida en la ¨¦poca de las Luces. Y la intelligentsia sigue us¨¢ndola. Ahora, sin embargo, cuando digo "ciudad" remito a algo distinto. Nuestro trabajo de intelectuales es encontrar palabras que sean lo menos falsas posibles. Y para encontrar esas nuevas hay que destruir las antiguas a¨²n encantadas.
?Cree que se abre tambi¨¦n un periodo de superaci¨®n del individualismo?
Para m¨ª, ¨¦se es tal vez el problema fundamental que desde hace tiempo, y de formas distintas, intento analizar. Cada vez m¨¢s creo que, desde un punto de vista epistemol¨®gico, ¨¦ste es el verdadero problema. Hay que remontarse a muy lejos para ver que el cerebro reptiliano de nuestra tradici¨®n se basa en la salvaci¨®n individual. Pero esto es una excepci¨®n cultural que no se encuentra ni en Oriente o en ?frica y que se denomina tradici¨®n soteriol¨®gica. La soteriolog¨ªa se apoya en la idea de que hay un individuo que va a morir, pero no ser¨¢ una verdadera muerte, sino que luego resucitar¨¢ en cuerpo y alma. ?sta es la excepci¨®n cultural que, aunque secularizada, mantiene que el individuo posee una sola identidad: un sujeto que act¨²a sobre un objeto, el hombre amo y se?or de la naturaleza, de mi naturaleza, de la naturaleza circundante? En fin, ¨¦ste es el esquema del subjetivismo sociol¨®gico o del individualismo sociol¨®gico. Y he intentado demostrar, de distintas formas, la saturaci¨®n de este individualismo concreto y te¨®rico.
?Y por qu¨¦ se habr¨ªa producido esa saturaci¨®n?
No importa por qu¨¦, pero emp¨ªricamente vemos la emergencia de la tribu. En la tribu yo no existo por m¨ª mismo, sino que es el otro quien me crea. Y aparece adem¨¢s una nueva relaci¨®n con la naturaleza donde no es ya el individuo que act¨²a sobre la naturaleza como objeto, sino en un vaiv¨¦n. Yo, que me considero influido por uno de mis maestros antrop¨®logos, Gilbert Durand, asumo su noci¨®n de "trayecto antropol¨®gico" o feed back, entre mi naturaleza y la naturaleza que me rodea. Los trabajos de Edgar Morin en Francia siguen un poco esta idea, el proceso de reversibilidad, m¨¢s trayectivo que subjetivo. Yo, por mi parte, intento a mi manera llevar hasta el final esta l¨®gica, esta idea de la p¨¦rdida del individuo en el grupo, de la p¨¦rdida del individuo en la naturaleza. Me critican mucho, pero creo que es el punto esencial.
?Cu¨¢l es la cr¨ªtica que le hacen?
Hay muchas cr¨ªticas, pero una de ellas consiste en decir que yo niego al individuo, que niego el individualismo.
?Y?
En el fondo, negar al individuo es un verdadero esc¨¢ndalo porque sobre esto se form¨® la cultura moderna. Enti¨¦ndame, considero que el individualismo ha dado buenas cosas, pero hoy ya no es pertinente. Intento demostrar que ya no es pertinente, pero? ?c¨®mo le dir¨ªa? Encontr¨¦ un d¨ªa un texto muy hermoso de George Steiner sobre Heidegger que se puede aplicar a esta cuesti¨®n? Muestra cuando Heidegger demostr¨® que hab¨ªamos pasado de un ser infinitivo, el verbo ser, a un ser nominal, a ser algo. El paso del aspecto general, el verbo ser, hacia "ser alguien" constituye, en el fondo, la creaci¨®n del individuo y de la individualidad. Y creo que actualmente se est¨¢ produciendo, por saturaci¨®n, un paso de este sustancialismo a otro pensamiento que se encuentra m¨¢s cerca del pensamiento oriental. Es decir, no importa tanto el individuo como el grupo.
Pero me gustar¨ªa que explicase adem¨¢s, en esta l¨ªnea, el regreso a la vivencia de la tragedia en nuestros d¨ªas.
En mi libro El instante eterno muestro c¨®mo hay dos grandes t¨¢cticas en relaci¨®n con el tiempo: una t¨¢ctica que ha sido y es todav¨ªa la t¨¢ctica judeo-cristiana, desarrollada en la modernidad, y a la que llamo una t¨¢ctica dram¨¢tica, es decir, aquello que va a encontrar una soluci¨®n, tal como promete el cristianismo para despu¨¦s de la muerte o el marxismo para el cumplimiento de la sociedad comunista y la t¨¢ctica pagana. Seg¨²n la primera teor¨ªa, la religi¨®n (cristiana) y lo pol¨ªtico encontrar¨ªan una soluci¨®n a trav¨¦s de la dial¨¦ctica -tesis, ant¨ªtesis, s¨ªntesis- superando las distorsiones, las imperfecciones, etc¨¦tera. ?ste es el camino dram¨¢tico.
Pero, en oposici¨®n a esto, por el mismo mecanismo de saturaci¨®n, estamos cerrando dos milenios y regresamos a algo mucho m¨¢s polite¨ªsta, a una nueva forma de paganismo que, en mi opini¨®n, nos remite a los valores del Sur frente a los valores del Norte. Desde la concepci¨®n dram¨¢tica, anglosajona y protestante pasamos al paganismo y su aspecto tr¨¢gico. As¨ª la noci¨®n de lo tr¨¢gico en Grecia es apor¨ªa, aporein, lo que no tiene soluci¨®n. Y en el fondo lo que est¨¢ en juego es una vuelta al "vivir ahora", sin buscar una soluci¨®n posterior. ?Qu¨¦ quiere decir esto? Quiere decir vivir con mis imperfecciones, vivir con mis defectos. Una conjunci¨®n constante entre el bien y el mal, la sombra y la luz. En el fondo, lo tr¨¢gico es algo de este orden, algo que ya no se sirve de la dial¨¦ctica para un desenlace superador, sino de algo que va en cierto sentido a acomodarse. Hay en esta actitud un movimiento de acomodaci¨®n a los otros, a la naturaleza, al medio ambiente. Eso es lo tr¨¢gico.
Pero ?el sentimiento tr¨¢gico no fue siempre un sentimiento individual?
Podr¨ªamos volver a Unamuno y su sentimiento tr¨¢gico de la vida. El libro de Unamuno es muy interesante, pero se queda en una concepci¨®n individual de lo tr¨¢gico. Yo quiero demostrar que lo tr¨¢gico es algo propio de los tiempos que corren, un zeitgeist, y no un simple sentimiento individual. Estoy de acuerdo en usar el t¨¦rmino "sentimiento", pero sentimiento colectivo. Y en ese "sentimiento colectivo" hay al mismo tiempo algo tr¨¢gico y jubiloso. Porque lo festivo es muy tr¨¢gico, hay alegr¨ªa, hay j¨²bilo, diversi¨®n, pero en esos grandes momentos festivos sentimos que la muerte est¨¢ ah¨ª.
?Es esto compatible con el contenido hedonista de la cultura de consumo?
S¨ª, s¨ª. El hedonismo es lo festivo y lo tr¨¢gico. Se puede decir: "No hace falta filosofar". Simplemente no sabemos si habr¨¢ otro mundo, bien sea pol¨ªtico o religioso, despu¨¦s. No sabemos si lo hay. As¨ª que debemos disfrutar aqu¨ª y ahora, hic et nunc. La diversi¨®n ya no se proyecta a largo plazo, sino que se vive en el instante, el instante eterno. Es decir, no en una gran eternidad lejana, sino en un peque?o momento. En mi libro El instante eterno pongo el ejemplo divertido de la filosof¨ªa del kair¨®s, que es la filosof¨ªa presocr¨¢tica. Ahora bien, ?qu¨¦ es el kair¨®s?, una oportunidad, la mejor ocasi¨®n, el mejor momento? Kair¨®s era un viejo calvo al que hab¨ªa que atraparlo en el momento mismo, porque no era posible atraparlo por los pelos cuando se marchaba. Y es interesante observar que las j¨®venes generaciones tienen a la vez este sentido del hedonismo, esta gran intensidad del momento, visible en el bullicio cultural que encontramos en Par¨ªs, en Londres o en Madrid buscando el disfrute.
Para terminar, ?c¨®mo responder¨ªa a las cr¨ªticas que le tachan de emplear un estilo demasiado ensay¨ªstico?
?Los acad¨¦micos? ?C¨®mo podr¨ªa explicarlo? Mire, voy a ser brutal. Creo que en la actualidad la universidad ya no es universitas, es decir, ya no tiene nada vivo, ya no hay din¨¢mica y esto ocurre en todas las universidades europeas. Esta especie de esclerosis?
Pero usted es catedr¨¢tico universitario.
Yo he tenido la suerte de ser profesor titular de la c¨¢tedra de Durkheim en la Sorbona y desde muy joven. Ya sabe que en Francia se es profesor titular, lo que ustedes llaman "catedr¨¢ticos", a los 50 a?os; yo lo fui a los 37. Y cuando uno es profesor titular es intocable: pude realizar entonces mis investigaciones y desarrollar temas que eran atrevidos, temas sobre la sexualidad, sobre la astrolog¨ªa, que me trajeron consigo muchos problemas?
Y tambi¨¦n fund¨® una revista?
S¨ª, Soci¨¦t¨¦, que ahora goza de una gran divulgaci¨®n. Hubo muchos investigadores que llegaron a Francia, porque Par¨ªs segu¨ªa atrayendo a gente. Gente que luego se fue. Yo he tenido la suerte de poder desarrollar aqu¨ª, lo voy a decir sencillamente, cierto inconformismo intelectual. Y adem¨¢s conservo cierto aspecto anarquizante en la elecci¨®n de mis temas y en mi ideolog¨ªa, no tengo miedo a decirlo.
Pero en general?
En general, la universidad se muere de aburrimiento, es mort¨ªfera. Tengo muchos j¨®venes investigadores y realmente los compadezco porque si por una parte ellos sienten una vitalidad intelectual, todos mis colegas de izquierdas y derechas son de un conformismo aterrador. Este conformismo aterrador lo traducen en envidia porque mis libros funcionan? Tengo muchos libros publicados, se publican en edici¨®n de bolsillo, se traducen, etc¨¦tera. No soy el ¨²nico, somos algunos, algunas excepciones en la mediocridad y as¨ª uno de los argumentos que han surgido contra m¨ª es criticarme por usar un "estilo ensay¨ªstico". Ahora bien, guste o no, mi respuesta es sencilla. Si observamos a los grandes hombres, como Montaigne, realizaba ensayos; cuando observamos a Weber, escribe ensayos; cuando observamos a Freud, redacta ensayos. ?Qu¨¦ quiere decir "ensayo"? Quiere decir que hay momentos en los que no podemos hacer sistemas, no podemos crear cosas cerradas. La ventaja del ensayo es que, en efecto, no tengo que hacer un trabajo que posea la precauci¨®n acad¨¦mica de una tesis. Esta clase de trabajos acad¨¦micos tambi¨¦n los he hecho, pero hay momentos en los que es necesario esta otra dimensi¨®n. Y no siento verg¨¹enza alguna.
Reivindico estos ensayos y este estilo que es un reflejo de la vida; mi prop¨®sito es reflexionar sobre la vida, no s¨®lo mediante la raz¨®n, sino por la analog¨ªa, la met¨¢fora. Hasta hace poco ten¨ªamos miedo de los elementos intuitivos, porque en el fondo hay una concepci¨®n muy racionalista, que es negativa, m¨®rbida incluso. Pero mientras la imagen vuelve a la vida social, la met¨¢fora puede ser un instrumento valioso. Cuando observamos lo que dice Kant, lo que dice Bergson, lo que dice Einstein comprendemos precisamente que la intuici¨®n es una clave decisiva para el descubrimiento.
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