El hombre y sus lobos imaginarios
Las habilidades t¨¦cnicas no son suficientes a la hora de conseguir una buena carrera profesional o emprender un negocio. Las emociones son un factor clave del ¨¦xito. Y ¨¦stas s¨®lo pueden controlarse si se aprende a controlar los miedos infundados.
?Por qu¨¦ no hay relaci¨®n entre resultados acad¨¦micos y profesionales? ?Por qu¨¦ muchos de los que logran consolidar pr¨®speros negocios suelen tener estudios elementales y una escasa formaci¨®n empresarial? ?Por qu¨¦ personas de un alto nivel intelectual ven truncada su carrera profesional? Estas preguntas cuestionan y ampl¨ªan el t¨¦rmino inteligencia: no depende s¨®lo de la l¨®gica o la memoria; tambi¨¦n, de las emociones.
Inteligencia emocional es, seg¨²n Goleman, la capacidad de reconocer sentimientos en uno mismo y en otros y de saber gestionarlos al trabajar con otras personas. Es, adem¨¢s, un factor clave de ¨¦xito.
Para tomar una decisi¨®n es fundamental enunciar el problema, enumerar las soluciones, evaluar las alternativas y, a partir de ah¨ª, escoger la mejor. Aunque pueda parecer un proceso fr¨ªo y racional, es m¨¢s sencillo cuanto m¨¢s desarrollada se tenga la inteligencia emocional y cuanto mejor se controlen las emociones. ?sta implica, en general, mayor objetividad. La percepci¨®n se ajusta m¨¢s a la realidad y la evaluaci¨®n de las alternativas es m¨¢s certera.
Hay personas que no emprenden un negocio porque ven un n¨²mero enorme de condicionantes, o que no orientan bien su carrera porque, al decidir c¨®mo encauzarla, su visi¨®n de las amenazas est¨¢ deformada por sus miedos. Uno de los principales impedimentos para la inteligencia emocional es, precisamente, ¨¦ste: el miedo. El miedo act¨²a como unas lentes que no corresponden a nuestra graduaci¨®n, a trav¨¦s de las cuales vemos el mundo absolutamente deformado.
Seg¨²n el Diccionario de la Real Academia, el miedo es una perturbaci¨®n angustiosa del ¨¢nimo por un riesgo o da?o real o imaginario. Los riesgos reales desencadenan miedos con un objeto, y los imaginarios, miedos sin objeto.
Los miedos con objeto vienen del desarrollo del instinto de supervivencia: el miedo activa los m¨²sculos y la tensi¨®n para proceder a una huida r¨¢pida en caso necesario. Es l¨®gico tener miedo a los riesgos reales. Sin embargo, en la vida profesional diaria, gran parte de los miedos a los que nos enfrentamos son miedos sin objeto o ampliados y deformados por nuestras lentes involuntarias.
Seg¨²n el psic¨®logo Giorgio Nardone existen tantos miedos sin objeto como podamos inventar. En la sociedad moderna est¨¢n apareciendo nuevos miedos: a los espacios abiertos, al contacto social, a las palomas? E incluso existe la pulsi¨®n de miedo o el deseo incontrolado de tener miedo como modo de confirmar una posici¨®n existencial: desconfianza, cobard¨ªa? Un miedo sin objeto desbocado es una fobia; pero, sin llegar a lo patol¨®gico, los miedos sin objeto nos limitan, por ejemplo, inhibi¨¦ndonos en lo profesional.
Existen muchas formas de lidiar con ellos. La mejor es hablar con personas que han pasado por una situaci¨®n similar, lo que ayuda a calibrar lo fundados que son nuestros temores. Tener que verbalizar un riesgo nos permite darnos cuenta de si es objetivo o fruto de una entelequia.
Si no hay nadie con quien contrastar los miedos, se puede recurrir a un especialista en psicolog¨ªa empresarial, recursos humanos o un experto en coaching, quienes nos ayudar¨¢n el tiempo necesario a un precio asequible en muchos casos.
Otro m¨¦todo es visualizar: tomarse un tiempo para relajarse y, con los ojos cerrados, visualizar la situaci¨®n a la que tenemos que enfrentarnos y vivirla como si fuera cierta. Esto nos acerca a una realidad que a¨²n no existe, pero que anhelamos, y permite descubrir los aut¨¦nticos factores de riesgo.
Otra terapia es ponernos en lo peor. Uno reproduce una y otra vez en su imaginaci¨®n todo lo que le angustia: la peor reacci¨®n del jefe, los peores resultados tras emprender su negocio? A base de reiterar una situaci¨®n que todav¨ªa no se ha producido, la mayor¨ªa de los riesgos imaginarios desaparecen y s¨®lo quedan los reales; pero incluso ¨¦stos causan menos temor, porque uno ha ido pensando c¨®mo plantarles cara.
Tambi¨¦n se puede vencer al miedo con informaci¨®n; ¨¦sta no elimina los miedos per se, pero ayuda a situarlos en su verdadera medida. Los cursos de las compa?¨ªas a¨¦reas para las personas con miedo a volar, por ejemplo, consisten en proporcionar datos sobre la baja cifra de accidentes, sobre los modernos sistemas de seguridad, etc¨¦tera. A m¨¢s informaci¨®n, menos miedo y, por tanto, m¨¢s objetividad.
Fernando Tr¨ªas de Bes es profesor de Esade, conferenciante y escritor.
El miedo a despegar
En cierta ocasi¨®n coincid¨ª con el astronauta espa?ol Pedro Duque en un congreso. Estuvimos charlando y una de las cosas que le pregunt¨¦ era si ten¨ªa miedo en el momento del despegue. Sentado en vertical, con miles de litros de combustible ardiendo en la base del cohete, rodeado de un ruido ensordecedor? ?qui¨¦n no iba a tener miedo? Pedro Duque no es una persona en absoluto pretenciosa ni engre¨ªda, sino todo lo contrario: afable, accesible y cordial. Su respuesta fue totalmente sincera. Me dijo: "Miedo? ?de qu¨¦?".
Pedro Duque hab¨ªa visualizado miles de veces un despegue; hab¨ªa estudiado y hablado con decenas de t¨¦cnicos hasta conocer los riesgos en su justa medida y sab¨ªa lo que deb¨ªa ir ocurriendo cada segundo. Todo estaba ensayado. Era un protocolo. Hab¨ªa riesgos pero no hab¨ªa nada que temer, lo cual es diferente.
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