El textil pierde el hilo
Ha soportado dos fen¨®menos en breve tiempo: primero fue la deslocalizaci¨®n de grandes producciones a terceros pa¨ªses; luego, lo peor, la apertura de fronteras a China. El sector textil se ahoga: el cierre de empresas y la p¨¦rdida de puestos de trabajo son constantes. Algunos empresarios cuentan c¨®mo sobreviven.
Es 12 de diciembre y Jos¨¦ Mar¨ªa Amigo reconoce que, a estas alturas del mes, todav¨ªa no ha pagado la n¨®mina de noviembre. Tiene 43 a?os y es propietario de una f¨¢brica de confecci¨®n en Velada (Toledo), a las afueras de Talavera de la Reina. Su despacho es peque?o y austero: su sill¨®n, una mesa y dos sillas, lo necesario para atender a una visita. Le separa un tabique de la sala donde sus empleadas cosen pantalones. El mobiliario es anticuado y hace sospechar que quiz¨¢ los buenos tiempos fueron asunto del pasado. Llama la atenci¨®n un par de calendarios adheridos a la pared, a los que Jos¨¦ Mar¨ªa dirige la mirada cada vez que habla de las necesidades del negocio. Dir¨ªase que el tiempo corre en su contra.
La causa de la hecatombe est¨¢ en China. Porque no es un adversario cualquiera
"Los productos chinos son m¨¢s baratos y han ganado en calidad. Les hemos ense?ado a fabricar"
"El textil no deja de tener cierto romanticismo; los que subsisten lo hacen como guerrilla"
"Hay que cambiar el 'chip'. Aqu¨ª lo que cuenta es la rapidez, el servicio, la calidad y el precio"
-Estamos a d¨ªa 12 y a¨²n no he pagado el mes pasado.
Amigo es un empresario del textil, uno m¨¢s entre varios millares que viven al borde del precipicio desde hace casi un lustro como resultado de una crisis que amenaza con dejar al sector reducido a la m¨ªnima expresi¨®n. Cada d¨ªa que pasa cierran algunas empresas en Espa?a. Cada d¨ªa ingresan en el paro alrededor de 70 trabajadores. Todo ello como consecuencia de la liberalizaci¨®n del mercado y, en concreto, de la incorporaci¨®n de China a la Organizaci¨®n Mundial del Comercio. Desde el pasado 1 de enero de 2005, los productos textiles fabricados en China entran en Espa?a (y por extensi¨®n en toda la UE) sin aranceles. El textil ha soportado dos fen¨®menos en breve tiempo: primero fue la deslocalizaci¨®n de grandes producciones a terceros pa¨ªses (norte de ?frica, este de Europa y Asia); luego, la apertura de fronteras a China.
Pero la causa de la hecatombe est¨¢ en China. Porque no es un adversario cualquiera. Es la primera potencia mundial en fabricaci¨®n textil y dispone de una capacidad productiva demoledora en un sector que requiere una mano de obra extensiva. China ha sido capaz de pasar de casi 15 millones de puestos de trabajo en 1995 a m¨¢s de 19 millones en la actualidad. En los ¨²ltimos tres a?os ha invertido unos 21.000 millones de d¨®lares en tecnolog¨ªa, y algunos estudios citan que hay actualmente unas 3.800 f¨¢bricas en construcci¨®n para consolidar su imperio textil.
No es extra?o, por tanto, que la apertura de fronteras haya significado un fen¨®meno en el textil europeo que los propios responsables del sector definen gr¨¢ficamente como "la rotura de un pantano" o "el efecto pantano": las exportaciones textiles chinas a Europa han crecido en unos meses en un 130% y su cuota de mercado mundial ha pasado del 20% al 30% desde el pasado 1 de enero de 2005. Las empresas europeas han sido materialmente arrolladas por esta riada procedente de China: los precios han ca¨ªdo en Europa un 60% y miles de empresas han comenzado a cerrar. En Espa?a, el a?o 2004 se zanj¨® con unas malas perspectivas: se perdi¨® el 5,7% del empleo en el sector y desaparecieron 536 empresas. El a?o 2005 ha sido a¨²n peor. "En los ¨²ltimos diez meses", dice Andr¨¦ Serra, presidente del Consejo Intertextil espa?ol, la patronal, "cada mes hemos ido perdiendo a raz¨®n de un 1% del empleo total".
El textil espa?ol no es un sector despreciable: representa el 8,5% del empleo industrial, est¨¢ constituido por 7.200 empresas que en el a?o 2003 dieron empleo a 257.000 trabajadores. ?Cu¨¢nto empleo se habr¨¢ perdido en 2005? Las cifras no est¨¢n cerradas, pero mientras la patronal cita la cifra de 20.000 empleos, los sindicatos apuntan a que la p¨¦rdida ha sido a¨²n mayor. "Estamos en una fase de incertidumbre, donde es aventurado dar cifras", dice Jos¨¦ Mesa, secretario general del sector textil-piel, del sindicato UGT. "Vivimos una situaci¨®n parad¨®jica porque hay un peque?o goteo de empresas que van cerrando sin expedientes de regulaci¨®n de empleo y hay una parte del sector que est¨¢ regresando a los h¨¢bitos de la econom¨ªa sumergida. El problema es que no van a poder competir con los chinos ni aun produciendo de forma ilegal".
Ante este panorama, ante el efecto pantano, Jos¨¦ Mar¨ªa Amigo, el empresario de Velada, representa el papel de v¨ªctima que trata de sobrevivir entre las aguas que se han desbordado. Amigo agita las manos y pide socorro tratando de alcanzar la orilla. ?se es exactamente el retrato de su existencia diaria.
Jos¨¦ Mar¨ªa Amigo vuelve a mirar al calendario pegado a su derecha. Su futuro est¨¢ repleto de obst¨¢culos, de fechas en rojo, el rojo que advierte del peligro. "El 31 de diciembre me tengo que quitar cinco empleados. No me quedar¨¢ m¨¢s remedio si quiero seguir adelante. La gente lo entiende bien porque somos transparentes. Me est¨¢n viendo aqu¨ª todos los d¨ªas, me ven los domingos, ven que no llevo una vida lujosa y saben que me he dejado todo el patrimonio de mi familia en esta empresa. La gente est¨¢ conmigo, pero no s¨¦ si llegar¨¦ a marzo".
Atr¨¢s quedaron los tiempos en que su empresa produc¨ªa pantalones para Induyco, filial de confecci¨®n de El Corte Ingl¨¦s. Por entonces, su negocio era capaz de producir mil pantalones diarios y empleaba a 70 trabajadores. Ahora le quedan 32 contando los cinco que debe despedir a final de a?o. "Con Induyco ten¨ªamos un contrato verbal que funcion¨® muy bien durante diez a?os. Pero ellos se llevaron la producci¨®n a Rumania y de un d¨ªa para otro vinieron por aqu¨ª y me dijeron: "Esto se acab¨®, Chema. Lo que tienes es la ¨²ltima producci¨®n que nos vas a hacer". Eran los 2.000 ¨²ltimos pantalones. "Nos encontramos", se lamenta, "con que los chinos ponen los pantalones a 4 euros en Madrid y yo no puedo competir con estos precios ni aunque los ponga a 5,50 o 6 euros la pieza".
Amigo recurre a soluciones de urgencia. Acaba de comprar cuatro m¨¢quinas de planchado de segunda mano. "Los chinos traen la mercanc¨ªa tan apretada que hay que planchar los pantalones, y eso es lo que voy a hacer ahora. Si no me funciona esto, tendr¨¦ que cerrar". Es una respuesta que significa entrar en el terreno de la marginalidad: pasar¨¢ a ser un planchador de lo que los chinos fabriquen.
Las soluciones perentorias no son una novedad. Cientos de empresas recurren a cualquier subterfugio para agarrarse a la orilla. Otras buscan salidas m¨¢s inteligentes o arriesgadas. Son algunas de las consecuencias del efecto pantano: el que se queda quieto se hunde.
La lucha es desigual. Los productos que vienen de China no s¨®lo son mucho m¨¢s baratos, sino que han ganado en calidad. "Les hemos ense?ado a fabricar", se lamentan los empresarios, "y cada vez lo hacen mejor". La diferencia de precios es tan elevada que muchos peque?os empresarios intentan comprar las prendas en China para luego venderlas como fabricaci¨®n propia en Espa?a. O compran en Espa?a, en almacenes de empresarios chinos en algunos pol¨ªgonos industriales. La invasi¨®n del textil chino ha lanzado a muchos a la econom¨ªa sumergida. "Los m¨¢rgenes cayeron", explica Joaqu¨ªn Mora, que ejerce como representante, "han cerrado muchas empresas y hay mucho aut¨®nomo con un moro en casa, que compran algo de tejido y subsisten con un peque?o margen. Se han convertido en traficantes. Es una muerte anunciada".
Joaqu¨ªn Mora, de 61 a?os, ingeniero textil, distribuye prendas fabricadas en China, en India, en Espa?a "o donde sea". "Para tener un sueldo razonable necesito trabajar para 20 clientes donde antes s¨®lo me hac¨ªan falta tres". Mora conoce bien el mercado interior y el exterior, y tiene acu?ada una frase que resume lo que est¨¢ pasando en Espa?a: "El abuelo cre¨® la empresa, el hijo la desarroll¨® y el nieto la cerrar¨¢". "El textil no deja de tener un cierto romanticismo", explica, "y los que subsisten lo hacen a nivel de guerrilla. Las empresas se est¨¢n transformando a medio plazo: el confeccionista pasa a ser distribuidor. Habr¨¢ m¨¢s distribuidores que transformadores".
Comprar en China, sin embargo, se ha convertido en una nueva penalidad. Por un lado, los chinos empiezan a rechazar las producciones peque?as porque no les resultan interesantes. Por el otro, no son muy cumplidores en los plazos de entrega. Para un peque?o taller, un retraso de tres meses significa perder una campa?a entera. As¨ª que las salidas se acortan y los cierres se producen en cadena, porque una cosa arrastra a la otra.
"Las empresas chinas han mandado sus expedicionarios", explica Mora. "Lo hacen para colonizar. Pasar¨¢ como con Jap¨®n en su d¨ªa, cuando conquisten mercados comenzar¨¢n a poner sus precios. Esto va al galope. Se re¨²nen 60 para comprar en China con un riesgo acojonante. Yo importo y a veces me viene una porquer¨ªa. Aqu¨ª en Catalu?a, todo son talleres chinos ilegales, que ofrecen hacerte unas prendas para el lunes y esto te lo dicen un jueves".
El desastre es general en cualquier punto de Espa?a. Jos¨¦ Tom¨¢s es bordador en Madrid. Tiene 51 a?os y lleva en el oficio desde los 20. Hace dos y medio, a la vista de que la empresa donde trabajaba anunciaba el cierre, se compr¨® una m¨¢quina de 17 cabezas a medias con una compa?era, que termin¨® aburri¨¦ndose y lo dej¨®. "Me hipotequ¨¦ hasta las cejas y compr¨¦ otra m¨¢quina de 12 cabezas de segunda mano". Tom¨¢s cuenta con un empleado y sobrevive con muchas dificultades. "Hoy, una producci¨®n de 300 prendas es grande. Con una m¨¢quina s¨®lo voy cubriendo gastos tirando de tarjetas. El problema es que, incluso para peque?os encargos, como los bordados delanteros de las camisas, se bastan talleres chinos que se han instalado en Espa?a. Adem¨¢s, la facturaci¨®n se hace mitad en blanco mitad en negro".
Juli¨¢n S¨¢nchez tiene 64 a?os y es propietario junto a su hijo de un taller auxiliar, Sateslan, SL. All¨ª trabajan tambi¨¦n su mujer y dos empleados. Dispone de 10 telares de segunda mano. Le sobran m¨¢quinas. "Trabajamos como en el turismo de la costa, nos basta con seis meses al a?o. Si tengo 10 m¨¢quinas, me basta con 6. Bueno, de aqu¨ª a febrero me sobran todas". Juli¨¢n S¨¢nchez se plantea el cierre. "Llevo 40 a?os en el oficio y vengo de B¨¦jar (Salamanca). Si all¨ª hab¨ªa 200, ahora quedan tres. Y aqu¨ª en Sabadell, est¨¢bamos unos 250 empresarios como yo y debemos de quedar unos 45. El panorama es desolador. Yo lo siento por mi hijo, que se ha formado en los telares? pero esto no tiene soluci¨®n".
La b¨²squeda de soluciones ha llevado a otros empresarios a una reconsideraci¨®n total o parcial de sus negocios. En unos casos puede entenderse como una huida hacia delante. En otros, simplemente, como una forma de seguir en el negocio de otra manera. En el panorama de empresas que han cambiado su perfil se encuentra Enrique Vals S¨¢nchez, de Talavera, que aprovech¨® un programa financiado por la Uni¨®n Europea para transformar su empresa. Enrique Vals era sastre. Aprendi¨® el oficio con sastres italianos hasta que decidi¨® instalarse en Talavera. Primero fue una tienda y luego mont¨® un taller para la fabricaci¨®n de pantalones de caballero. Trabaj¨® para los grandes, l¨¦ase El Corte Ingl¨¦s o Inditex, hasta que entendi¨®, hace cuatro a?os, que el negocio flaqueaba. Entonces decidi¨® transformar su empresa y convertirla en una marca. La marca es Enrique Vals. Invirti¨® en dise?o y busc¨® mercados fuera de Espa?a. Sus colecciones participan cada a?o en el sal¨®n pr¨ºt-¨¤-porter de Par¨ªs y vende el 30% de su producci¨®n en Francia y en B¨¦lgica. "Si me hubiera dedicado s¨®lo a los pantalones y a la l¨ªnea barata, estar¨ªa hoy en la tumba", explica. Su empresa tiene 50 trabajadores. Enrique Vals es m¨¢s un modista que un fabricante.
Algo parecido ha hecho Francisco Garc¨ªa. Ten¨ªa talleres y los ha cambiado por tiendas. Ha creado una marca (Picotazo's) de la que tiene 29 establecimientos por toda Espa?a. "Todav¨ªa conservo el taller de Pantoja (Toledo), donde trabajan unas 30 mujeres, pero es deficitario. Si no fuera por las tiendas, lo habr¨ªa cerrado. Hicimos esa reconversi¨®n hace siete a?os. No fuimos los primeros, pero no hab¨ªa otra ante el ataque frontal de las tallas chinas".
"Nos salvamos los que tenemos tiendas. El problema es el fabricante. Nuestro taller elabora el 35% de nuestra producci¨®n, gracias a eso sobrevive. El resto lo hacemos fuera. Compramos tejido en China, algod¨®n en Bangladesh, la piel en India. Por eso me estoy salvando. Vend¨ªan el tejido a un euro y ahora a cuatro con un nepotismo alucinante. Te desprecian los pedidos peque?os. Si les pides 1.000 prendas por modelo, te dicen que no: 5.000 por modelo o no hay nada que hacer. Ellos tienen talleres de 2.000 personas, pueden fabricar 15.000 prendas en una semana. Y cobran por anticipado. No nos f¨ªan. La confecci¨®n est¨¢ m¨¢s barata que hace 10 a?os". Francisco Garc¨ªa tiene 92 personas en n¨®mina, 70 de ellas en tiendas. Sus tres hijos y su mujer trabajan en la empresa. Una de sus hijas se encarga de los negocios con China, adonde viaja unas seis veces al a?o.
La empresa de Alfredo Beson¨ªas en Sabadell, Cincotex, SL, es un caso parecido: lleg¨® a tener hasta 30 telares y los desmantel¨®. Est¨¢ formada por cinco miembros de la familia y 15 trabajadores. El padre de Alfredo, en otros tiempos, lleg¨® a ser presidente del Sabadell. De fabricante ha pasado a ser distribuidor. Beson¨ªas encarga las telas a otros talleres. "Compro el hilo, me lo tejen y luego lo llevo a otro sitio para el acabado. Ahora tengo que hacer dise?o continuamente. Cada seis meses tengo que elaborar un muestrario, con 100 tipos de tejidos de los que te van a funcionar 15. Es una nueva manera de hacer las cosas".
"El textil debe orientarse hacia actividades con valor a?adido, con marca, o dar capacidad de respuesta inmediata en mercados de gran rotaci¨®n", explica Andr¨¦ Serra, el presidente de la patronal. "Hay que ir a utilizaciones del textil m¨¢s de tipo industrial. Hay que tener en cuenta que hay 30 kilos de textil en un coche y que algunos tipos de molinos de viento utilizan piezas textiles. Hay que hacer ese tr¨¢nsito porque nuestro sistema productivo no puede pretender vender camisas a cinco euros, pero s¨ª a 110. Las posibilidades son m¨¢s reducidas y el volumen es menor, pero tenemos que convertirnos en un sector donde no sea tan determinante que esa camisa sea cosida en Bangladesh o en Andaluc¨ªa".
No todos los discursos son catastrofistas en el sector. Hay gente como Jordi Latorre, de 46 a?os, propietario de Dostex, en Matar¨®, que tiene un entusiasmo contagioso. Dostex elabora telas para el sector de la moda pronta, la rabiosamente actual. "Hay que cambiar el chip", dice sin tapujos, "aqu¨ª lo que cuenta es la rapidez, el servicio, la calidad y el precio. Los peque?os y medianos empresarios no tienen ni volumen ni capacidad de compra. Est¨¢n muertos. As¨ª que yo he hecho todo lo contrario de los dem¨¢s. Otros se hac¨ªan m¨¢s peque?os y yo me he hecho m¨¢s grande". Hace dos a?os compr¨® 25 m¨¢quinas m¨¢s de tejer, hasta completar las 52 de que dispone actualmente. "Soy competitivo", dice, "porque me puse en la piel de mis clientes: buen servicio y muy r¨¢pido, aqu¨ª al lado. No necesitan ir a China ni a Turqu¨ªa".
Jordi Latorre y su hijo cuentan con 40 trabajadores. "Nuestra capacidad de facturaci¨®n es muy bestia. En lugar de 300 millones con un margen del 25% prefiero facturar 3.000 millones con un 5%. ?sa es la soluci¨®n. En el a?o 2005 factur¨¦ casi un 30% m¨¢s que el anterior. He entendido la pol¨ªtica y no me he puesto a llorar. Ahora me vienen empresas de Europa y me venden el hilo a buen precio. Mis clientes salen a la jungla a pelear con los chinos y yo les doy armas para defenderse. Soy un guerrillero".
La depresi¨®n del sector contrasta con las excelentes cifras de las grandes marcas textiles espa?olas. Parece una paradoja, pero no lo es tanto. Inditex y Mango multiplican cada a?o sus beneficios e inauguran tiendas cada semana por todo el mundo. Inditex se las ha ingeniado para mantener un 70% de su producci¨®n en Europa. Estas marcas han ense?ado el camino para los dem¨¢s: con los chinos no se compite en precio, pero s¨ª en moda. Y la moda es cada vez m¨¢s r¨¢pida, con ciclos m¨¢s cortos para cada producto. ?se sigue siendo el secreto de Inditex y la raz¨®n por la que todav¨ªa fabrica muchas de sus prendas en Espa?a. En un mercado en el que algunos modelos deben estar en tienda en 15 d¨ªas es mucho m¨¢s pr¨¢ctico tener al fabricante lo m¨¢s cerca posible.
El mercado se ha vuelto muy exigente, pero el sector est¨¢ descapitalizado y sigue instalado en el lamento. "Los chinos est¨¢n comprando marcas y tiendas", advierte un empresario de Talavera que divulga un rumor que corre por su localidad: los chinos han comprado un edificio en Madrid para instalar lo que ¨¦l llama El Corte Chino. "Tienen la misma tecnolog¨ªa y conocen nuestro dise?o. ?Qu¨¦ har¨¢n cuando tengan marca y pongan sus precios?".
El a?o 2006 se presenta como el calendario de Jos¨¦ Mar¨ªa Amigo, con muchas fechas en rojo. No todos est¨¢n preparados para ese futuro. El textil tendr¨¢ que seguir adelgazando.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.