Voces en la noche fr¨ªa
Que la sala grande del Auditorio Nacional presentara el viernes a las 22.30 de una noche g¨¦lida una entrada m¨¢s que aceptable para escuchar m¨²sica coral de dos autores espa?oles de hoy es como para pensar que la Orquesta de la Comunidad de Madrid va consiguiendo fidelizar a unos abonados que est¨¢n viendo que una programaci¨®n original es la mejor cura contra la pereza. Bien es verdad que el complemento era Vivaldi y que en eso los responsables actuaron con picard¨ªa. De modo que para quien el veneciano fuera un gancho, el concierto result¨® seguramente una sorpresa.
Empezamos con dos piezas de Alfredo Aracil (1954): Trahe me post te, Virgo Maria y el primer cuaderno de Paradiso. Es decir, una obra ad hoc para una ocasi¨®n muy concreta y otra en progreso, separadas por 10 a?os. Lo del tiempo que ha pasado entre ellas importa poco, pues lo que cuenta aqu¨ª es lo que comparten, es decir, el trazo fin¨ªsimo del autor, ese estilo hecho de elegancia y de sutileza que nunca levanta la voz pero que sabe muy bien ad¨®nde va y que en el para¨ªso de Dante halla una especie de atracci¨®n magn¨¦tica. Aqu¨ª encontramos, digamos, la b¨²squeda de la belleza, de la hermosura en la expresi¨®n. En el motete Trahe me pos te, Virgo Maria, el magisterio, el dominio, la lecci¨®n y el tributo a los maestros antiguos en un ejercicio espl¨¦ndido de concentraci¨®n expresiva.
Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid
Jordi Casas Bayer, director. Nuria Rial, soprano. Marisa Martins, mezzosoprano. Obras de Aracil, Jos¨¦ Luis Turina y Vivaldi. Auditorio Nacional. Madrid, 13 de enero.
Peque?a obra maestra
Otro de nuestros compositores mejores, Jos¨¦ Luis Turina (1952), ofrece en Per la morte di un capolavoro lo que su t¨ªtulo indica, es decir, una peque?a obra maestra. Los bell¨ªsimos versos de D'Annunzio, aun privados del aspecto esc¨¦nico de la idea original del compositor, son recorridos a trav¨¦s de una m¨²sica que los sirve con una admiraci¨®n que hace olvidar, naturalmente, otra cosa en su autor que no sea la pura pertinencia de cada palabra en el poema. M¨²sica que crece, que se remansa, que va y que viene con la misma leve intensidad de esa raya en el agua de la que procede. Menos le gusta a este cr¨ªtico Canz¨®n de cuna para Rosal¨ªa de Castro, morta, en la que a uno de los Poemas galegos de Lorca se le suman coplas populares y una estrofa de la autora. Hay logros estupendos pero el conjunto resulta algo irregular en su desarrollo.
Se cerraba la sesi¨®n con el Gloria de Vivaldi. Como Jordi Casas Bayer es un maestro inteligente, la versi¨®n circul¨® sin problemas por los caminos de la ligereza, tuvo momentos excelentes -muy bien el violonchelo solista- y cont¨®, adem¨¢s, con dos buenas cantantes cuya carrera crece a ojos vistas: la muy sensible Nuria Rial y una Marisa Martins de timbre muy personal. Pero el protagonista de la noche fue el Coro de la Comunidad de Madrid, espl¨¦ndido todo el concierto, que poco a poco se va convirtiendo en un conjunto cada vez m¨¢s s¨®lido de la mano de un titular que trabaja como pocos.
Babelia
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