La Brasilia de la estepa
Mezcla de modernidad y delirios de grandeza, Astana, la nueva capital de Kazajist¨¢n, ha pasado de ser una vieja fortaleza rusa a convertirse en un Manhattan en la estepa de Asia central. Financiada por los petrod¨®lares del Caspio, es el mejor ejemplo de la megaloman¨ªa del presidente Nazarb¨¢yev.
Mezcla de modernidad y delirios de grandeza, Astana, la nueva capital de Kazajist¨¢n, ha pasado de ser una vieja fortaleza rusa a convertirse en un Manhattan en la estepa de Asia central. Financiada por los petrod¨®lares del Caspio, es el mejor ejemplo de la megaloman¨ªa del presidente Nazarb¨¢yev.
Nazarb¨¢yev quiere crear el Estado m¨¢s moderno de Asia central
No s¨®lo levantan edificios, forjan una nueva identidad nacional
La primera impresi¨®n que produce Astana, la nueva capital de Kazajist¨¢n, es la de un espejismo. En la estepa centroasi¨¢tica, en el lugar donde en 1830 se erigi¨® una fortaleza militar rusa, se extiende hoy una inmensa cantera donde surgen caprichosos edificios de las m¨¢s diversas formas y caracter¨ªsticas entre el estruendo de las excavadoras, las gr¨²as, las hormigoneras y los martillos neum¨¢ticos.
En esta Brasilia de la estepa, que se est¨¢ tragando miles de millones de petrod¨®lares, se plasma la voluntad del presidente de Kazajist¨¢n, Nursultan Nazarb¨¢yev, de pasar a la historia como el fundador del Estado m¨¢s moderno y din¨¢mico de la antigua Asia central sovi¨¦tica. Una de las decisiones m¨¢s radicales del l¨ªder, puesta en pr¨¢ctica en 1997, fue la de trasladar al norte la capital, que antes estuvo en Almat¨ª, una ciudad meridional de m¨¢s de un mill¨®n de habitantes. La elecci¨®n recay¨® en Astana, una ciudad de provincias a mil kil¨®metros de distancia, en una regi¨®n a la que en los tiempos de Nikita Jruschov llegaron millones de emigrantes de toda la URSS para participar en un programa de desarrollo agr¨ªcola conocido por Las Tierras V¨ªrgenes.
Kazajist¨¢n hab¨ªa logrado la independencia en 1991 sin propon¨¦rselo: el petr¨®leo del Caspio no era todav¨ªa fuente de confianza en el futuro. Los rusos, que eran una mayor¨ªa en el norte, conceb¨ªan ideas separatistas o emigraban, privando as¨ª a Kazajist¨¢n de especialistas preciosos para la econom¨ªa. El presidente estaba inquieto. Reciente estaba todav¨ªa la pol¨¦mica provocada por el escritor ruso Alexandr Solzhenitsin, que en 1990 invit¨® a revisar las fronteras internas de la URSS y a unir el norte de Kazajist¨¢n a Rusia.
Nazarb¨¢yev empez¨® a pensar en el traslado de la capital durante la primera mitad de los noventa, y en esta tarea encontr¨® el ant¨ªdoto perfecto para las tendencias centr¨ªfugas. Los kazajos, que ahora se concentran en Astana para trabajar en las obras, no s¨®lo levantan edificios, sino que forjan tambi¨¦n una nueva identidad nacional. Salvando las distancias, el proyecto tiene ciertas semejanzas con la empresa que Pedro I emprendi¨® al trasladar la capital de Rusia a San Petersburgo. De la misma manera que el zar abri¨® una ventana a Europa al trasladar la capital desde Mosc¨² hasta el golfo de Finlandia en el siglo XVIII, Nazarb¨¢yev est¨¢ abriendo otra ventana a Europa al pegarse a Rusia en sus confines de Siberia occidental y distanciarse de las turbulencias de los vecinos meridionales, Uzbekist¨¢n, Kirguizist¨¢n y Tayikist¨¢n.
Tras la impresi¨®n de espejismo que produce la ciudad viene la confusi¨®n. Astana parece un inmenso escaparate de proyectos arquitect¨®nicos, una vitrina de cachivaches caprichosos -de cer¨¢mica, de metal o de vidrio- distribuidos al azar en un entorno cuyas pautas te¨®ricamente responden al plan general realizado por el arquitecto japon¨¦s Kisho Kurokawa.
En la ribera derecha del r¨ªo Ishim est¨¢ la ciudad vieja, que se llam¨® Akm¨®linsk cuando era un fuerte militar del imperio ruso donde repostaban las caravanas procedentes de Tashkent y Bujar¨¢, y Tselinograd, en los a?os sesenta del pasado siglo.
En la ribera izquierda del r¨ªo est¨¢ el nuevo centro pol¨ªtico y administrativo del Estado, que algunos han bautizado ya como "el para¨ªso de los arquitectos". Es aqu¨ª justamente donde se alzan las construcciones que rivalizan entre s¨ª en volumen, en lujo y en altura. Domina el conjunto el palacio presidencial, situado al final de una avenida orientada de este a oeste que se prolonga dos kil¨®metros. En el otro extremo de esta avenida, la sede de la compa?¨ªa de petr¨®leo y gas, Kazmunaigaz, y el Ministerio de Energ¨ªa se funden en un solo conjunto. En la plaza de la Independencia, a mitad de camino entre los santuarios del poder pol¨ªtico y del econ¨®mico, se alza una torre de 105 metros de altura llamada Baiterek, que hoy por hoy es la imagen de marca de la capital. F¨ªsicamente, se trata de la columna por la que sube un ascensor en direcci¨®n a una gigantesca esfera de cristal dorado; simb¨®licamente, el Baiterek es un ¨¢rbol legendario en cuyas ramas luchan los principios de la vida y la muerte. Cuenta la f¨¢bula que cada a?o un p¨¢jaro pon¨ªa un huevo en la copa del ¨¢rbol y un drag¨®n del desierto destru¨ªa el huevo, hasta que un caballero mat¨® al drag¨®n y rompi¨® el c¨ªrculo fatal. El huevo es la esfera de cristal italiano mezclado con oro que corona el monumento. En su interior hay un bar, un mirador y un molde met¨¢lico de la mano de Nazarb¨¢yev con los dedos abiertos. Un grupo de turistas se fotograf¨ªa frente a la huella presidencial. Son obreros de provincias que participan en la construcci¨®n de Astana. "Nuestro presidente es el garante de la paz y la concordia en el pa¨ªs", dice la gu¨ªa.
La capital, que cuenta hoy con m¨¢s de medio mill¨®n de habitantes, atrae a gentes de todas las regiones del pa¨ªs y tambi¨¦n a emigrantes de Estados centroasi¨¢ticos m¨¢s pobres. El aumento de la poblaci¨®n ha desbordado las previsiones y ha obligado a corregir el plan general del arquitecto japon¨¦s. Astana quiere ser una ciudad multicultural, pero desde el punto de vista ¨¦tnico es cada vez m¨¢s kazaja. Los kazajos ¨¦tnicos, que constituyen aproximadamente un 54% de la poblaci¨®n, formaban el 81% de la oleada migratoria que lleg¨® a Astana en 2004. Debido a la emigraci¨®n y al aumento de la natalidad, en la capital hay un enorme d¨¦ficit de puestos escolares y preescolares, y los precios de alquiler y compra de las viviendas est¨¢n por las nubes. "Hay que desconfiar de los precios inferiores a los 700 d¨®lares por metro cuadrado", dice Zhomart Medeuov, vicejefe del Departamento de Empresariado e Industria del municipio.
Nurgal¨ª, un kazajo del sur que trabaja en la construcci¨®n, paga cerca de 300 euros por un piso de una habitaci¨®n que comparte con otros paisanos. En Shimkent, de donde procede, no ganar¨ªa m¨¢s de 150 euros; en Astana saca entre 250 en invierno y cerca de 800 euros en verano, y complementa sus ingresos haciendo de taxista nocturno. Como ¨¦l hay miles en la ciudad. "Las inversiones internacionales son bienvenidas, pero hay que calcular un m¨ªnimo de 15 millones de d¨®lares, y lo ¨®ptimo es que sean 100 millones de d¨®lares", dice Shojan Mataib¨¦kov, arquitecto municipal desde el pasado marzo.
En Astana hay un aeropuerto internacional, dise?ado por Kisho Kurokawa y financiado con un cr¨¦dito japon¨¦s, y el acuario marino m¨¢s alejado del mar que existe en el mundo. "Tenemos hasta un tibur¨®n chino", dice la cajera anim¨¢ndome a presenciar c¨®mo se da comida a los peces.
Los petrod¨®lares con los que se construye Astana no vienen s¨®lo del crudo del Caspio, sino tambi¨¦n de los pa¨ªses ¨¢rabes, que, seg¨²n Mataib¨¦kov, son los mayores inversores de la ciudad. El Fondo de Kuwait ha financiado el Ayuntamiento; Abu Dabi, la residencia presidencial, y Arabia Saud¨ª, el Senado y el centro cardiol¨®gico. La mezquita ha sido construida con dinero de Qatar, y en el Palacio de Deportes han participado multinacionales como Chevron, Exxon Mobil y Philip Morris. Mientras hablamos, Mataib¨¦kov firma unos proyectos urban¨ªsticos pertenecientes a la empresa Bin Laden, de Arabia Saud¨ª. "Invirtieron aqu¨ª cuando nadie cre¨ªa en Astana", puntualiza. "Ellos no tienen la culpa de que les haya salido una oveja negra en la familia", se?ala, saliendo al paso de cualquier posible objecci¨®n.
Las jerarqu¨ªas del Estado se reproducen en las formas urbanas. Junto al impresionante palacio presidencial, con una superficie de 32.000 metros cuadrados, los edificios del Parlamento y el Tribunal Supremo parecen raqu¨ªticos y enanos. El arquitecto municipal da la impresi¨®n de luchar contra fuerzas superiores a ¨¦l. Si Nazarb¨¢yev se encapricha con un proyecto es dif¨ªcil encontrar argumentos urban¨ªsticos v¨¢lidos para oponerse. Al presidente le gust¨® la pir¨¢mide propuesta por el brit¨¢nico Norman Foster para albergar un centro multiconfesional y una sala de congresos, y le gust¨® tambi¨¦n la yurta (vivienda tradicional de la estepa) del mismo autor, donde se instalar¨¢ un centro comercial de 300 metros de di¨¢metro.
El arquitecto municipal tiene poca influencia cuando de grandes inversores se trata, como los ¨¢rabes que convencieron a Nazarb¨¢yev de construir una torre de 80 pisos, en forma de prisma dislocado, justamente en el solar donde Mataib¨¦kov quer¨ªa construir su propio proyecto, inspirado en formas tradicionales de Kazajist¨¢n. A veces, sin embargo, el arquitecto municipal se sale con la suya, como cuando convenci¨® al presidente de que bastaba un solo edificio, inspirado en los rascacielos estalinistas de Mosc¨², en vez de los tres que inicialmente proyectaban los inversores. "Tres era un sobrepeso. Con uno basta para dejar constancia del vector prorruso de nuestra pol¨ªtica", dice. Para las representaciones extranjeras se construye un barrio diplom¨¢tico de chal¨¦s con jard¨ªn. "Por los chal¨¦s de lujo se llegan a pagar precios de m¨¢s de cinco millones de euros", afirma un empresario occidental.
Entre la sede de la compa?¨ªa Kazmunaigaz y el Ministerio de Energ¨ªa hay un arco por donde se filtran los rayos del sol poniente. "El efecto ser¨ªa m¨¢s impresionante si no se hubiera distorsionado la vista con un edificio de otro estilo que asoma ahora por el arco", comenta Mataib¨¦kov, que tampoco est¨¢ contento, de ninguna manera, con el local en forma de huevo dise?ado para albergar el archivo nacional.
Los habitantes de Astana est¨¢n contentos con las obras de la nueva capital. Sin embargo, hay quien est¨¢ preocupado por el futuro, cuando acabe el boom de la construcci¨®n, y por la falta de una pol¨ªtica para compensar el hundimiento de las empresas agr¨ªcolas que se crearon cuando Jruschov lideraba la URSS y Br¨¦znev dirig¨ªa a los comunistas de Kazajist¨¢n.
Los kazajos designan a los edificios con su propia jerga. Al Ministerio de Finanzas, situado en la ribera derecha del Ishim, le llaman "el d¨®lar", porque su forma recuerda la moneda norteamericana; al de Kazmunaigaz, "el silo", porque se asemeja a un enorme granero; al de Transportes lo han bautizado como "el encendedor". Hay tambi¨¦n siete torres cil¨ªndricas a las que llaman "los siete barriles", y dos construcciones estrechas y alargadas conocidas como "las velas". En Astana "se forma el estilo n¨®mada euroasi¨¢tico" que es caracter¨ªstico del tercer milenio "cuando las personas y los pueblos encuentran su sitio en un nomadismo intercultural global". El Ayuntamiento de Astana estudia la experiencia de otros traslados de capital "excluyendo las africanas", dice la vicejefa del Departamento de Planificaci¨®n Sostenible, Nurgul Medeub¨¢yeva. "Brasilia es especialmente interesante para nosotros, porque fue construida muy deprisa y porque tras el traslado hab¨ªa una ideolog¨ªa de unidad del Estado y una necesidad de desarrollar la parte central del pa¨ªs", explica.
El barrio administrativo que surge en la ribera izquierda del Ishim es todav¨ªa desangelado y por las noches est¨¢ desierto, pese al derroche de luz.
Hoy por hoy, la vieja Astana, en la ribera derecha, es la parte m¨¢s humana de la ciudad. De ella ha desaparecido la memoria de los l¨ªderes comunistas. La calle Lenin se llama hoy calle Abai, en memoria del sabio local Abai Kunanb¨¢yev, y en lugar de la estatua del fundador del Estado sovi¨¦tico han aparecido nuevos monumentos, como el dedicado al jan Kenesari Kasymov, considerado como un precursor de la lucha colonial contra el imperio ruso. En la avenida de la Rep¨²blica y sus inmediaciones, el equivalente local de Manhattan, hay confiter¨ªas de inspiraci¨®n alemana, librer¨ªas repletas de manuales sobre la historia y la cultura de los kazajos, cibercaf¨¦s llenos de estudiantes y cines con los ¨²ltimos ¨¦xitos occidentales. Entre las dos riberas del r¨ªo, los morsas, los ba?istas amantes del agua helada, excavan agujeros en el hielo y se zambullen mientras el sol luce radiante sobre la estepa.
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