El Estatuto se fragu¨® en los pasillos... y en el m¨®vil
Rubalcaba dice que no duerme, y Puigcerc¨®s se siente extranjero en Madrid. Los pol¨ªticos cuentan lo que hay detr¨¢s de la negociaci¨®n
Suena un tel¨¦fono m¨®vil. Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, portavoz socialista en el Congreso y principal representante del Gobierno en las negociaciones sobre el Estatuto catal¨¢n, se levanta y se aleja para hablar en privado. El que llama es el presidente del Gobierno. Es mi¨¦rcoles, 18 de enero, y Rubalcaba no ha entrado en la salita de la planta cuarta del edificio nuevo del Congreso en el que representantes de los cuatro partidos catalanes (PSC, ERC, ICV y CiU), del PSOE y del Gobierno se han encerrado para ultimar un acuerdo sobre el Estatuto que no llega. Pero eso no significa inactividad. "Rubalcaba maneja todos los hilos", reconocen los negociadores.
"Desde el 30 de septiembre [cuando se aprob¨® el Estatuto en el Parlamento catal¨¢n] no duermo. Es la negociaci¨®n m¨¢s dif¨ªcil de mi vida", confiesa el aludido. "Llevo conversaciones a tres bandas, con los partidos catalanes, con el Gobierno, con Chaves, vamos con el partido". A los ministros hay que advertirles de las posibles mermas de poder; al partido, de la carga pol¨ªtica real de un Estatuto con el que Catalu?a "pide la luna". "Han estado a?o y medio redact¨¢ndolo y cada uno ha ido incorporando una cosa diferente. Ahora veremos si el m¨¢ximo que ofrece el Gobierno coincide con los m¨ªnimos de los partidos catalanes".
"Llevo conversaciones a tres bandas: con los catalanes, el Gobierno y Chaves", dice Rubalcaba
ERC gast¨® una broma a CiU: "?Qu¨¦ os parece la nueva propuesta de financiaci¨®n?"
Rubalcaba recibe despu¨¦s otra llamada del diputado socialista Diego L¨®pez Garrido, que ha participado en la reuni¨®n. Antes de entrar, uno a uno los representantes catalanes han saboreado su peque?a raci¨®n de fama medi¨¢tica. Manuela de Madre, vicepresidenta del PSC, posa para las c¨¢maras mientras el portavoz de su partido, Miquel Iceta, habla de la ¨²ltima declaraci¨®n recogida por la prensa. Consciente o inconscientemente, los medios de comunicaci¨®n son parte de la negociaci¨®n. Y entran encantados en el juego de las filtraciones. "Para algunos es como una obsesi¨®n. Apenas empieza una reuni¨®n nos llega un cable de agencia donde se dice que esto va bien o lo otro mal", cuenta Josep S¨¢nchez Llibre, diputado de CiU en el Congreso. Rubalcaba lo corrobora: "Al poco de iniciar una reuni¨®n bilateral con ERC, mi jefa de prensa me remiti¨® un SMS que hab¨ªan enviado ellos a los periodistas. 'Lo de la agencia tributaria va mal', dec¨ªa".
S¨¢nchez Llibre lo atribuye a ansias de protagonismo. Pero no hay negociaci¨®n sin escenificaci¨®n teatral. Se habla, a menudo, para la galer¨ªa. "Estamos en una partida de p¨®quer", admite Joan Puigcerc¨®s, l¨ªder de ERC en Madrid.
Amenazas veladas, ofertas y contraofertas, intercambios mercantiles entre conceptos y recaudaciones tributarias. La zanahoria y el palo, el bueno y el malo. Todo vale. "La pol¨ªtica es as¨ª", dice Rubalcaba, que reconoce haberse cogido alg¨²n enfado serio. Con el asunto de las competencias blindadas, por ejemplo, cerrado el viernes 13 de enero, y abierto inesperadamente a los dos d¨ªas. "Alguien se fue de la lengua, y sali¨® diciendo a un periodista de Madrid: Hemos ganado". Los titulares del d¨ªa siguiente fueron un mazazo. "El Gobierno pacta limitar la capacidad del Estado para dictar normas b¨¢sicas y acepta el blindaje", dec¨ªa El Mundo. "Y no era cierto", se queja el portavoz socialista.
Pese a ello, Rubalcaba, que lleva a las espaldas decenas de conversaciones -"algunas secretas", precisa- se declara encantado con los catalanes. "Son gente maja". Podr¨ªa decirse que el mayor entendimiento o al menos el m¨¢s inesperado ha sido con ERC. Y es mutuo. S¨®lo hay que o¨ªr a Puigcerc¨®s elogiar al PSOE. "La calidad humana de esta gente es buena. Rubalcaba es, como dicen los ingleses, friendly, y un tipo muy listo. En general, las relaciones entre los partidos han sido de comprensi¨®n mutua".
Es mediod¨ªa del jueves 19 de enero. Los negociadores llevan unas horas encerrados en torno a una mesa repleta de botellines de agua mineral, alg¨²n caf¨¦, y la consabida coca cola light para Iceta. Las cosas no marchan. Pero Puigcerc¨®s exuda optimismo. Como si tocara con la punta de los dedos la realidad de un Estatuto que permita a Catalu?a sentirse c¨®moda en Espa?a, como dicen en ERC. ?Un Estatuto para los pr¨®ximos 5, 10, 30 a?os? "Ah, eso no lo s¨¦. Tambi¨¦n en Estados Unidos hay un debate muy din¨¢mico sobre los poderes federales", responde. La diferencia es que todos comparten una identidad nacional. Y un idioma. Puigcerc¨®s, diputado en el Congreso las dos ¨²ltimas legislaturas, vive entre Barcelona y Madrid. "Un catal¨¢n se siente aqu¨ª como en el extranjero", confiesa. "Es el idioma, y el no poder sintonizar Catalunya Radio". Gran p¨¦rdida. Pero habr¨¢ que resistir. Todo sea por el Estatuto. Esa misma noche, y pese a que su ¨¢nimo sigue alto, lamentar¨¢ ante los periodistas la falta de acuerdo, por la "inaceptable" propuesta del Gobierno para abordar el tema nacional en el pre¨¢mbulo.
Para el tripartito, el verdadero adversario es CiU. Por eso, cuando se sientan frente a frente con los representantes del Ejecutivo, los catalanes guardan un silencio embarazoso. "Se miran de reojo. Ninguno quiere ser el primero en hablar", comenta Miquel Iceta, del PSC, principal socio del PSOE. Nadie quiere ser el primero en ceder un palmo. "El fuego lo suele romper Joan Ridao, de ERC, con exposiciones de derecho constitucional m¨¢s bien largas. La gente suele preferir que se vaya al grano". Le da la r¨¦plica el otro gran experto en la materia, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Francisco Caama?o, quien, a veces se ha descolgado con propuestas jur¨ªdicas impecables, "que eran una barbaridad en el plano pol¨ªtico", recuerda Rubalcaba.
Caama?o es uno de los interlocutores preferidos de los negociadores catalanes. "Es un tipo cordial. A veces, cuando ya lo tenemos convencido en un tema, llega Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez, su jefe de Gabinete, y nos da el hachazo", dice S¨¢nchez Llibre, en cuya casa de Vilassar de Mar se han celebrado algunas de las reuniones bilaterales con el PSC y con el Gobierno. Encuentros m¨¢s distendidos a los que s¨®lo Caama?o y Rodr¨ªguez iban con chaqueta y corbata. En la sobremesa, Caama?o, gran aficionado a la navegaci¨®n, pegaba la hebra con Ram¨®n Camp, de CiU, due?o de un negocio n¨¢utico.
Tambi¨¦n ha habido discusiones. Casi siempre entre los catalanes, incluso en Madrid. "En esos momentos pasamos al catal¨¢n", dice Joan Boada, de ICV, que se acusa de repetir la expresi¨®n no cardis [de cardar, joder en castellano], bastante poco acorde con la seriedad de las negociaciones. "Soy de La Garrocha, y en esta zona no significa lo mismo que en el resto de Catalu?a", explica. Aunque el seny ha prevalecido. Sobre todo porque al final hay que convivir. El mi¨¦rcoles pasado llegaron casi todos en bloque al aeropuerto de Barajas. All¨ª, alguien de ERC abord¨® con expresi¨®n seria a los de CiU. "?Qu¨¦ os parece la nueva propuesta del Gobierno sobre financiaci¨®n?" "?Qu¨¦ propuesta?", contestaron perplejos los de CiU. "Nosotros no sabemos nada". En realidad la propuesta era pura fantas¨ªa, "pero estuvieron preocupados por lo menos media hora", confesaba el bromista despu¨¦s.
Hay negociadores catalanes que temen los enfados de Rubalcaba. "Se le nota el cabreo porque empieza a decir 'pero t¨ªo', y venga t¨ªo", dice uno de ellos que pide no ser identificado. A Joan Saura, l¨ªder de ICV, le ha sorprendido la "aspereza" de Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez
[secretario de Estado de Hacienda]. Saura es consciente, no obstante, de que las pegas de los negociadores son un p¨¢lido reflejo de las que se oyen en la calle. ?Y si el Estatuto fuera un paso previo a la independencia? "Los partidos catalanes no la quieren", rechaza el portavoz socialista. ?Y en el futuro? Rubalcaba se encoge de hombros. "Qui¨¦n sabe lo que ser¨¢ Europa dentro de 30 a?os".
"Hola, bona nit, parla el president"
CiU ha estado en contra de las reuniones multilaterales. "Por su culpa hemos perdido mes y medio". Es una queja que repiten Puigcerc¨®s y Joan Saura, l¨ªder de Iniciativa per Catalunya-Verds. Aunque la negociaci¨®n ha cogido un ritmo fren¨¦tico despu¨¦s. Puigcerc¨®s apenas ha asistido a una docena de encuentros, pero en su m¨®vil del Congreso se podr¨ªan rastrear decenas de llamadas telef¨®nicas identificadas con la palabra Moncloa. "El domingo por la ma?ana, cuando estoy preparando la comida, no es raro que llame el presidente Zapatero". Puigcerc¨®s se r¨ªe recordando otra "an¨¦cdota brutal". "Fue el d¨ªa del partido Bar?a-Osasuna, me parece. Estaba entrando en el Camp Nou y suena el m¨®vil. 'Hola, bona nit, el tel¨¦fono de la Presid¨¨ncia del Govern', me dice el tipo. Yo, temiendo que fuera una broma, tard¨¦ un minuto en darme cuenta de que la llamada era de Moncloa. 'Soy un empleado catal¨¢n, aqu¨ª somos varios', me dijo".
Y es que, a partir de un cierto momento, las reuniones f¨ªsicas en el Congreso o en el Parlamento catal¨¢n han sido casi una mera pantalla, mientras la verdadera negociaci¨®n se desarrollaba a trav¨¦s del tel¨¦fono. Llamadas de Rubalcaba a Mas, de Caama?o a Rubalcaba, de ¨¦ste a Puigcerc¨®s o a Duran Lleida. O a Joan Saura. "Las llamadas de Rubalcaba a altas horas de la noche han sido una constante. El s¨¢bado pasado estaba cenando con mi compa?era en un restaurante de Barcelona y de pronto me di cuenta de que eran las once y media y me extra?¨® que no hubiera llamado. En ese momento son¨® el m¨®vil. Era Rubalcaba".
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