El Papa defiende en su primera enc¨ªclica la independencia de la Iglesia frente a la pol¨ªtica
Benedicto XVI ensalza en 'Deus caritas est' el amor f¨ªsico "purificado" entre hombre y mujer
Benedicto XVI public¨® ayer su primera enc¨ªclica, Deus caritas est (Dios es amor), un potente documento program¨¢tico que arrancaba con una reflexi¨®n sobre amor, eros e individuo y culminaba con algo muy parecido a un manifiesto para el activismo cristiano. "Desvanecido el sue?o" marxista y ante las dificultades causadas por la globalizaci¨®n econ¨®mica, proclam¨® el Papa, "la doctrina social de la Iglesia se ha convertido en una indicaci¨®n fundamental". Mientras varios cardenales presentaban el texto, Benedicto XVI celebr¨® su audiencia general de todos los mi¨¦rcoles y asegur¨® que era posible "cambiar el mundo" gracias al mensaje de Cristo.
Deus caritas est, la esperada enc¨ªclica de Joseph Ratzinger, no parece la pieza fundacional de un pontificado t¨ªmido o transitorio. Todo lo contrario. El primer Papa del siglo XXI, el primero tras la victoria occidental en la guerra fr¨ªa, retoma parte del trabajo te¨®rico de sus antecesores para engarzar amor, caridad y justicia en una misma tesis y para definir el nuevo papel de la iglesia cat¨®lica: no al margen de la pol¨ªtica, sino por encima de ella; empe?ada en obras sociales aunque la justicia sea "tarea de la pol¨ªtica"; capaz de "purificar" la raz¨®n p¨²blica para evitar que caiga en la "ceguera ¨¦tica". El te¨®logo represaliado Hans K¨¹ng consider¨® "justas e importantes" las palabras del Papa sobre el amor y la justicia, pero pidi¨® que las aplique dentro de la Iglesia.
La enc¨ªclica, un librito de 79 p¨¢ginas, se divide en dos partes. La primera se refiere al amor individual. Entre los m¨²ltiples significados de la palabra "amor", Benedicto XVI destaca "como arquetipo por excelencia, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma". En un cierto punto, asegura que "a la imagen del Dios monote¨ªsta corresponde el matrimonio mon¨®gamo", como "icono de la relaci¨®n de Dios con su pueblo".
Y defiende el eros, el amor er¨®tico, debatiendo con Friedrich Nietzsche, seg¨²n el cual el cristianismo "hizo degenerar el eros en vicio". "El cristianismo, ?ha destruido verdaderamente el eros?", se pregunta el pont¨ªfice. Y se responde, como era de esperar, que no. Lo que ocurre, dice, es que "el eros ebrio e indisciplinado no es elevaci¨®n sino ca¨ªda", porque el eros "necesita disciplina y purificaci¨®n para dar al hombre no el placer de un instante, sino un modo para pregustar en cierta manera lo m¨¢s alto de su existencia". De esta forma, el eros mundano se convierte en "¨¢gape", el amor fundado en la fe. "El amor", concluye, "es ocuparse del otro". Y agrega: "Cerrar los ojos ante el pr¨®jimo nos convierte tambi¨¦n en ciegos ante Dios".
La segunda parte, sobre el amor ejercido por la Iglesia, se remonta a los primeros siglos de la era cristiana para mostrar que "el ejercicio de la caridad, junto con la administraci¨®n de los Sacramentos y el anuncio de la Palabra, se confirm¨® desde el principio como uno de sus ¨¢mbitos esenciales". Y se detiene largamente en el siglo XIX, una ¨¦poca en la que, admite, "los representantes de la Iglesia percibieron s¨®lo lentamente que el problema de la estructura justa de la sociedad se planteaba de un modo nuevo". Tambi¨¦n hace referencia a una cl¨¢sica cr¨ªtica marxista, seg¨²n la cual las obras de caridad cristiana s¨®lo consiguen suavizar la injusticia y perpetuarla: "A un mundo mejor se contribuye haciendo el bien ahora y en primera persona, con pasi¨®n y donde sea posible, independientemente de estrategias y programas de partido".
"El marxismo hab¨ªa presentado la revoluci¨®n mundial como la panacea para los problemas sociales (...) Ese sue?o se ha desvanecido. En la dif¨ªcil situaci¨®n en que nos encontramos hoy, a causa tambi¨¦n de la globalizaci¨®n de la econom¨ªa, la doctrina social de la Iglesia se ha convertido en una indicaci¨®n fundamental, que propone orientaciones v¨¢lidas mucho m¨¢s all¨¢ de sus confines", afirma. "El orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la pol¨ªtica", dice Benedicto XVI. "La Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa pol¨ªtica de realizar la sociedad m¨¢s justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia".
"El Estado que quiere proveer a todo", prosigue, "que absorbe todo en s¨ª mismo, se convierte en una instancia burocr¨¢tica que no puede asegurar lo m¨¢s esencial que el hombre afligido -cualquier ser humano- necesita: una entra?able atenci¨®n personal. Lo que hace falta no es un Estado que regule y domine todo, sino que generosamente reconozca y apoye, de acuerdo con el principio de subsidiariedad, las iniciativas que surgen de las diversas fuerzas sociales (...) La Iglesia es una de esas fuerzas vivas". Este pasaje se refiere, sin duda, a toda "obra social": educaci¨®n, sanidad, etc¨¦tera.
Por ¨²ltimo, el papa Ratzinger alerta contra el riesgo de que la Iglesia acabe "diluy¨¦ndose en una organizaci¨®n asistencial gen¨¦rica" y cita a San Pablo: "Podr¨ªa repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve".
JUAN PABLO II / 1979. 'Redemptor hominis'
La frase inicial de la primera enc¨ªclica de Juan Pablo II resultaba inequ¨ªvoca: "El redentor del hombre, Jesucristo, es el centro del cosmos y de la historia". Karol Wojtyla devolvi¨® el protagonismo a la m¨ªstica y apunt¨® dos rasgos fundamentales de su pensamiento: la importancia del hombre ("el hombre es el primer camino que la Iglesia debe recorrer para cumplir con su misi¨®n") y el pesimismo frente al progreso ("el hombre de hoy parece siempre amenazado por aquello que produce", "nuestro siglo ha sido un siglo de grandes calamidades, de grandes devastaciones materiales y sobre todo morales"). La parte final de la obra, relativamente desordenada desde los puntos de vista teol¨®gico y literario, estaba dedicada a la devoci¨®n mariana.
JUAN XXIII / 1963. 'Pacem in Terris'
La primera enc¨ªclica de Juan XXIII fue, tras la interminable rigidez de Pio XII, una bocanada de aire fresco. Y una puesta al d¨ªa de la Iglesia en gran cantidad de materias, desde los derechos humanos a la incorporaci¨®n de la mujer al mercado laboral, desde el respeto a las minor¨ªas ¨¦tnicas y el derecho a la emancipaci¨®n de los pueblos al ecumenismo. Lo que m¨¢s se recuerda, por la tensi¨®n que en aquel momento manten¨ªa a EE UU y Uni¨®n Sovi¨¦tica al borde de la guerra nuclear, es el llamamiento papal a la paz. El t¨ªtulo de la enc¨ªclica, Paz en la Tierra, no era enga?oso. "La carrera armament¨ªstica debe detenerse (...) Es casi imposible pensar que en la era at¨®mica la guerra pueda ser utilizada como instrumento de justicia", escribi¨® el llamado Papa Bueno.
PABLO VI / 1967. 'Populorum progressio'
El progreso de los pueblos fue una enc¨ªclica de tono social, econ¨®mico y diplom¨¢tico. El Concilio Vaticano II renov¨® el rito y la doctrina del catolicismo y Pablo VI se concentr¨® en su primer texto en las cuestiones m¨¢s pr¨¢cticas y materiales del momento: el desarrollismo posb¨¦lico estaba llegando al momento ¨¢lgido y el Papa quiso hablar de redistribuci¨®n de la riqueza, de comercio justo, de alfabetizaci¨®n, de demograf¨ªa y de solidaridad econ¨®mica desde un punto de vista cat¨®lico.
"El mundo est¨¢ gravemente enfermo. Su mal est¨¢ menos en el derroche de los recursos o en su acaparamiento por parte de algunos, que en la falta de caridad entre los hombres y entre los pueblos".
EL AMOR, SEG?N RATZINGER
- "El eros ebrio e indisciplinado no es elevaci¨®n sino ca¨ªda"
- "El eros necesita disciplina y purificaci¨®n para dar al hombre no el placer de un instante, sino un modo para pregustar lo m¨¢s alto de su existencia"
- "El arquetipo del amor es el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma"
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