El viajero de Quito
QUITO ES una ciudad tan extra?a que puede albergar toda clase de misterios, a los que el quite?o Javier V¨¢sconez (1946) acude como las moscas a la miel, que vuelven una y otra vez con desolada y desoladora insistencia. Descendiente de pr¨®ceres -su padre era diplom¨¢tico y escritor y su madre de una gran familia de la colonia- es un gran viajero por Europa, Estados Unidos y toda Am¨¦rica y un escritor de culto en su pa¨ªs donde ha recibido varios premios y ha sido objeto de numerosas cr¨ªticas (v¨¦ase una colecci¨®n de ellas en El exilio interminable, Paradiso, Quito, 2002). Ecuador es un nombre ajeno, creado por la geograf¨ªa de una situaci¨®n, no es algo real, sino un "imaginario" repleto de monta?as y volcanes que resume su historia colonial en su capital con un leve y simb¨®lico "panecillo", coronado por una imagen encadenada sobre un min¨²sculo globo terr¨¢queo, que domina los barrios de la Merced y San Francisco, llenos de iglesias barrocas, el mercado de Otavalo m¨¢s all¨¢, o el Museo del Oro al comienzo del barrio moderno.
V¨¢sconez es autor de dos novelas importantes, El viajero de Praga (1996) y La sombra del apostador (1999), de las que la primera, de inspiraci¨®n claramente germ¨¢nica, es una especie de obra maestra y de una serie de relatos recogidos en diversos t¨ªtulos Ciudad lejana (1982), El hombre de la mirada oblicua (1989), Caf¨¦ concert (1994), Un extra?o en el puerto (1998) e Invitados de honor (2002), donde abundan las piezas magistrales, as¨ª como una serie de novelas cortas, entre las que destacan El secreto (1996) y esta reciente El retorno de las moscas. En verdad, V¨¢sconez es un quite?o que ama y odia respectivamente a su ciudad, por lo que busca desesperadamente un exilio que siempre roza con los dedos, pero que siempre se le escapa. Nunca escribe de otro lugar, siempre trata de Quito, sus personajes hablan y viven en ella, o vuelven irremisiblemente, y aunque tratan de ella, la dotan de mar o de un puerto tan imaginarios como lo es el pa¨ªs del que surgen, un pa¨ªs -y una capital- que odia y ama a la vez pues vuelve a ellas continuamente. Am¨¦n de las citadas El viajero de Praga y La sombra del apostador, no es posible desconocer la obra aparentemente "menor" de Javier V¨¢sconez, que empez¨® tard¨ªamente como cuentista, recopilando primero sus relatos "anacr¨®nicos" del pasado quite?o, pero que le permitieron obtener sus primeros premios, y que han dado paso despu¨¦s a cuatro libros de cuentos y novelas cortas, donde hay algunas peque?as obras verdaderamente maestras. Su "imaginario" literario se ha plasmado en homenajes tanto ir¨®nicos como tiernos -y hasta lascivos, pues su sensualidad es evidente-, como los recogidos en Invitados de honor a Colette, Kafka, Nabokov, Conrad y Faulkner. (?Admirable Tecla Teresina!, por ejemplo) y que desemboca ahora en esta novela corta, El retorno de las moscas, donde el autor cambia de inspiraci¨®n y vuelve sus ojos hacia la novela de espionaje, la de John LeCarr¨¦ y la novela brit¨¢nica, como dice expresamente en la nota final (sin olvidar otro crimen importante y puramente ecuatoriano, el de la novela corta El secreto, cuya extensi¨®n hace que algunos la consideren como una novela normal, donde explora el interior de un verdadero asesino).
Esta oscilaci¨®n entre la novela larga, la corta y el cuento y el relato breve es una caracter¨ªstica central en la obra de V¨¢sconez, que culmina hoy con esta narraci¨®n verdaderamente "intermedia", que es una suerte de "clonaci¨®n" de algunas c¨¦lebres novelas de John LeCarr¨¦, donde presenta al c¨¦lebre personaje del esp¨ªa George Smiley -y hasta le enfrenta con su propio autor en un precioso pasaje- ya jubilado y que va a Quito encargado de una nueva misi¨®n. Un esp¨ªa doble, sovi¨¦tico y de los americanos a la vez, es hallado muerto en un parque quite?o y Smiley debe investigar en su pasado, recordando el suyo y las malhadadas aventuras con su esposa (y hasta se evoca a Haydon y a Karla) hasta resolver el caso que al final resulta ser un delito pasional y privado, que sin embargo le proporciona un texto precioso. Pues tambi¨¦n en Quito, y a Quito, las moscas (que proceden de un sue?o de Smiley) retornan irremediablemente. Como la literatura, a la que la suya vuelve sin parar una y otra vez.
El retorno de las moscas. Javier V¨¢sconez. Alfaguara (Ecuador). Guayaquil, 2005. 112 p¨¢ginas.
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