Una dinast¨ªa de pintores-cronistas
El Louvre re¨²ne 100 obras de los Van Blarenberghe del XVII al XIX
El primero de los Van Blarenberghe que se sirve de los pinceles es Hendrick, y nace en 1646, en Bailleul. Muy pronto la familia se instala en Lille. Su hijo Jacques-Guillaume (1691-1742) trata estampas flamencas cl¨¢sicas -escenas de patinaje, fiestas populares, representaciones teatrales o peque?as an¨¦cdotas del refranero-, y lo hace bajo todos los formatos y t¨¦cnicas, aunque empieza a especializarse en la miniatura y el gouache. Su hijo Louis-Nicolas (1716-1794) hereda el taller paterno, pero la fortuna y la guerra hacen que las tropas de Luis XV reclamen sus servicios para pintar mapas militares. De pronto, los clientes de la casa ya no son los burgueses de Lille y alrededores, sino tambi¨¦n el mariscal de Saxe, el duque de Choiseul, los pr¨ªncipes de Cond¨¦ o Conti, el conde de Stainville y otras grandes figuras de la corte francesa. Louis-Nicolas es nombrado "pintor de batallas", un cargo oficial que conlleva una garant¨ªa salarial a cambio del compromiso de una serie de obras de destino militar.
Instalado en Par¨ªs, Louis-Nicolas explota su talento para la miniatura y la moda de las tabaqueras decoradas. La alta sociedad y los burgueses pagan fortunas para adquirir cajitas pintadas por los Van Blarenberghe. Hay que decirlo as¨ª, en plural, porque otro, Henri-Joseph (1750-1826), ha venido a sumarse a la empresa. Eso permite abarcar otro tipo de encargos, como continuar las muy detalladas y precisas vistas de los distintos puertos franceses, algo que hab¨ªa empezado Joseph Vernet y contin¨²an los Van Blarenberghe para satisfacci¨®n de reyes, mariscales, arquitectos militares y especialistas en defensa de costas. La vida parisiense no tiene secreto para Louis-Nicolas y Henri-Joseph, que tambi¨¦n pintan escenas de la vida cotidiana, como una redada policial en la rue Saint-Honor¨¦. Otras veces pintan una representaci¨®n de t¨ªteres, a unos presos encadenados arrastrando pesados toneles, escenas de mercado o de ajetreo portuario. El d¨ªa a d¨ªa est¨¢ en sus obras, pero tambi¨¦n ciertos hechos hist¨®ricos, como la toma de la Bastilla o el traslado de la familia real de Versalles al Louvre. Louis-Nicolas cobra su ¨²ltimo sueldo real a finales de 1792, semanas antes de que el rey sea guillotinado. ?l y su hijo, mon¨¢rquicos sin duda, se refugian en Fontainebleau. Y Henri-Joseph, una vez muerto el padre y liquidada la Corte por la Revoluci¨®n, opta por regresar al Lille de su abuelo.
Henri-Joseph da clases de dibujo. Luego consigue que le nombren conservador del reci¨¦n creado museo p¨²blico y compagina el cargo con sus encargos como miniaturista. Su hija Diane-H¨¦l¨¨ne (1786-1853) ser¨¢ la quinta y ¨²ltima de la dinast¨ªa de pintores-periodistas, reporteros atentos a los cambios de moda y costumbres, relatores a veces de grandes acontecimientos. Prefieren la figuraci¨®n narrativa a la pintura simb¨®lica y no se les conoce una sola pintura religiosa.
La exposici¨®n dedicada a los Van Blarenberghe ocupa tres salas del segundo piso del Museo del Louvre y puede verse hasta el 30 de abril. Re¨²ne unas cien obras de todos los formatos, aunque el comisario de la exposici¨®n haya renunciado, por razones de estricta l¨®gica expositiva, a presentar algunas piezas c¨¦lebres pero de dif¨ªcil presentaci¨®n ante un p¨²blico amplio, como pod¨ªan ser las nanopinturas de los Van Blarenberghe.
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