El Estatuto escuece en el feudo de Esquerra
Los militantes de base de ERC quieren un texto m¨¢s ambicioso, pero no la fractura del Gobierno tripartito
Una niebla densa cubre el paisaje de la plana de Vic hasta bien entrado el d¨ªa. La carretera que lleva a Roda de Ter (comarca de Osona), en la Catalu?a central, atraviesa campos fantasmales. La bruma oculta todav¨ªa los contornos de la plaza mayor de Roda cuando Jordi Serra, alcalde de ERC en este pueblo de 5.600 habitantes, se asoma al balc¨®n para posar ante el fot¨®grafo. En el despacho hay dos banderas. Una, de Catalu?a. ?La otra? "Es la del pueblo, un poco inventada. Simboliza la rueda que hace el Ter en torno nuestro".
Roda es una de las 12 alcald¨ªas conquistadas por ERC en las municipales de 2003. Casi una cuarta parte de las de Osona, una comarca nacionalista que ha pasado a convertirse en el plazo de cinco a?os en un feudo de Esquerra. La llegada de ERC al tripartito se fragu¨® en esas elecciones, que les dieron 1.200 concejales y un centenar de alcald¨ªas. La experiencia de gobierno ha dado al partido una p¨¢tina de respetabilidad y le ha hecho m¨¢s posibilista. Por eso, militantes y dirigentes defienden que hay que mantenerse en la Generalitat, aunque escueza el pacto sobre el Estatut entre Madrid y CiU.
"Las naciones peque?as se amoldan mejor a los vaivenes econ¨®micos", afirma Llu¨ªs Argem¨ª
El alcalde de Roda de Ter sabe que muchos votantes no quieren la independencia
En la comarca de Osona no se han o¨ªdo frases destempladas, quiz¨¢s porque los ediles republicanos gobiernan en algunos casos gracias a pactos, como en Manlleu, donde se invent¨® el tripartito. O en Roda de Ter, donde Serra es alcalde con el apoyo del PSC.
Serra, 37 a?os, trabajador social, entr¨® en ERC en 1991 y lleg¨® a Osona desde el Maresme al casarse. Hoy vive dedicado al municipio y al consejo comarcal. Su expresi¨®n se ensombrece al hablar del Estatuto. "Nuestros votantes, nos dicen 'no afloj¨¦is, no afloj¨¦is". Aunque concede que el ciudadano de a pie quiz¨¢s no conoce el texto. "Pero tiene una idea global". Sobre todo acerca de la financiaci¨®n. "Catalu?a quiere gestionar su dinero como el Pa¨ªs Vasco, aunque haya que aumentar la cuota de solidaridad". ?Y la cuesti¨®n nacional? "Que seamos una naci¨®n no afecta a la vida diaria municipal. Aqu¨ª tenemos un problema serio de paro femenino". Roda vivi¨® durante el ¨²ltimo siglo de la industria textil. La crisis dej¨® en la calle a 1.500 trabajadores. "S¨®lo los hombres se ha recolocado. Los inmigrantes magreb¨ªes trabajan en la construcci¨®n, que est¨¢ tirando muy fuerte, porque estamos en la tercera corona de expansi¨®n del ¨¢rea metropolitana de Barcelona".
Por lo dem¨¢s, la impronta de ERC se observa en el escrupuloso rotulado en catal¨¢n de comercios e instituciones. A la entrada de la Peixeteria un grupo de mujeres conversa animadamente. En catal¨¢n y castellano. El alcalde, algo t¨ªmido, se resiste a hacerse una foto con ellas. Prefiere ir hasta la librer¨ªa (quiosco y despacho de quinielas), donde la due?a es amiga. Fina Collell admite que del Estatuto, ha le¨ªdo poco. "Es muy complicado". Como votante de ERC ?es partidaria de la independencia de Catalu?a? "Ay, no, eso no". Serra no se inmuta. "Sabemos que muchos de nuestros votantes no la quieren".
Pero ERC ofrece otras cosas. "Somos un partido de izquierdas que se distingue por sus pol¨ªticas sociales", argumenta Jordi Casals, concejal de Torell¨®, donde gobierna el PSC. El centro del pueblo, de 13.000 habitantes, est¨¢ agujereado aqu¨ª y all¨¢, y una gr¨²a enorme hace temer lo peor: obras de remodelaci¨®n. Casals estudi¨® Historia y trabaja tambi¨¦n como t¨¦cnico de Sanidad para la Generalitat. Y es un exponente de la nueva hornada de militantes de Esquerra. Lleg¨® al partido en 2001. Para entonces, en Torell¨®, ERC ten¨ªa un militante, de Soria. Hoy son 20, incluyendo al responsable local, Jaume Mart¨ª, de 46 a?os, hasta hace dos d¨ªas un cualificado empleado de El Corte Ingl¨¦s. Dej¨® el puesto porque era demasiado absorbente. Hoy trabaja como jefe de proveedores en la Fira de Barcelona y se pasa el d¨ªa en el tren. Mart¨ª tiene buenos recuerdos de sus viajes por Espa?a, por cuenta de los grandes almacenes. "En Granada me alojaron en un hotel frente a la Alhambra. Entr¨¦ en un bar y ped¨ª un bocadillo de jam¨®n y el camarero me pregunt¨®: '?lo quiere con tomate?".
Desde que ingres¨® en ERC, en 2002, Granada pas¨® a ser una ciudad extranjera. Mart¨ª no es extremista, pero hay cosas por las que no pasa. "La gente tiene que saber que el catal¨¢n es el idioma de nuestra naci¨®n. El que viva aqu¨ª tiene que aprenderlo, o por lo menos intentarlo". "En tu casa y con tus amigos puedes hablar lo que quieras", puntualiza Casals, que culpa a los gobiernos de CiU del retraso ling¨¹¨ªstico. Restaurantes sin carta en catal¨¢n, camareros que no lo manejan bien, negocios con letreros en espa?ol...Hay mucho que hacer. Por eso vale la pena aguantar en el Gobierno de la Generalitat. No es que las m¨¢ximas aspiraciones de ERC hayan quedado aparcadas. "Pero, ?estamos aqu¨ª para ser felices o para ser independentistas?", dice Casals.
Es una pregunta que no se hace Llu¨ªs Argem¨ª, responsable de Imagen y Comunicaci¨®n comarcal. Al contrario, posa satisfecho en la sede comarcal del partido en Vic, rodeado de mapas de los Pa?sos Catalans (Valencia, Baleares, la franja de Arag¨®n y un pedazo de Francia), sin que el sentido de la realidad altere sus convicciones. Vuelca toda su ira en CiU por pactar con el PSOE "un Estatuto que no cambia el modelo econ¨®mico para Catalu?a", ni reconoce su capacidad de negociar de t¨² a t¨² con Espa?a. Porque, el fin es la independencia. "Las naciones peque?as se amoldan mejor a los vaivenes econ¨®micos. Suiza ser¨ªa un ejemplo perfecto para nosotros", dice sin reparar en la estructura confederal de ese pa¨ªs.
?Qu¨¦ pintar¨ªa ¨¦l, que alardea de no hablar bien el castellano (y a¨²n menos el ingl¨¦s), en un pa¨ªs con tres idiomas? ?Qu¨¦ pintar¨ªa Ram¨®n Muns, zapatero de Manlleu, y uno de los m¨¢s radicales votantes de ERC de toda la comarca? Muns, de 57 a?os, se obstina en conversar en catal¨¢n con la periodista. "Si no me entiende me lo dice, pero ya me obligaron bastante a hablar castellano durante el franquismo". Muns deja claro que si vota a ERC es porque "es el ¨²nico partido independentista. Y Catalu?a es una naci¨®n, desde mucho antes que Espa?a. Pero claro, aqu¨ª cada partido va a lo suyo. Los espa?oles, en cambio, son antes que nada espa?oles, y luego de un partido o de otro". Muns, que fue transportista de joven, reconoce que no viaja por Espa?a desde hace a?os, pero TV3 le ayuda a conocerla hoy. "Dieron una informaci¨®n sobre escuelas de Extremadura, con muchos ordenadores sin utilizar. Y se ve¨ªan unas autopistas, que aqu¨ª ni so?amos".
Manlleu es una peque?a ciudad con un n¨²cleo antiguo bien conservado. En la plaza mayor, con sus soportales armoniosos, se alza el Ayuntamiento. El alcalde, Pere Prat, est¨¢ fuera y no tiene intenci¨®n de hablar del Estatuto."Estoy muy ocupado", se excusa expeditivo a trav¨¦s del m¨®vil. Manlleu tiene industria agroalimentaria. Tambi¨¦n fabrica componentes el¨¦ctricos y piezas de mobiliario urbano. Pero afronta problemas serios. La poblaci¨®n magreb¨ª supone un 18%. Y su inserci¨®n no ha sido perfecta. No es casual que en el Ayuntamiento se siente un concejal de la Plataforma per Catalunya, un partido tildado de racista, que es muy severo en temas de inmigraci¨®n.
Se dir¨ªa que el Estatut est¨¢ claramente por detr¨¢s de estas preocupaciones. La farmac¨¦utica de la plaza responde con una sonrisa despistada. "Es que aqu¨ª se trabaja mucho. Llegas a casa rendida, y no te pones a leer lo del Estatut. Pero, espero que se arregle. Es una cosa muy nuestra. Yo soy de Zaragoza, pero llevo aqu¨ª 32 a?os". Calle abajo, en el casal Boira Baixa (local de encuentro de j¨®venes independentistas) media docena de chavales pasa la tarde. El local es amplio. Hay chicos que no pasan de los 15 a?os, pero los m¨¢s decididos tienen 20. "Yo voto a ERC en las municipales, porque siempre es mejor que gobiernen ellos", dice Eloy. Su padre es votante del PSC y su madre de ICV. ?l no se enga?a con Esquerra. "Es que ¨¦stos no son independentistas", interviene otro chico que estudia en Girona. "Si quieres la independencia no aceptas un Estatuto ?y qu¨¦ es eso de pedirle al Estado espa?ol que lo apruebe ?". Los chicos del casal de Manlleu pertenecen a una generaci¨®n criada en un ambiente que ha fomentado la no pertenencia a Espa?a.
Quiz¨¢s Jordi Casals ha sido alguna vez as¨ª. Pero a los 28 a?os, con su t¨ªtulo de Historia, su credencial de edil de Torell¨° y su conocimiento de la vida se ha vuelto m¨¢s reposado. "Si saliera adelante el Estatut que se aprob¨® en el Parlament" reflexiona, "nos costar¨ªa mucho luchar por la independencia de Catalu?a". La niebla ha desaparecido, y la carretera est¨¢ despejada.
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