Mirar para otro lado
D¨ªas atr¨¢s, esos en que el term¨®metro tiritaba y el hielo sal¨ªa de marcha, cuatro amigas encontraron a un vagabundo dormitando en una cabina telef¨®nica al filo de la medianoche. Cierto, el mendigo estaba borracho, pero no quita para que tuviera las manos amoratadas por el fr¨ªo. En un acto de civismo que les honra, las muchachas telefonearon a la Guardia Municipal en vez de abandonar al sin techo a su suerte, pero cu¨¢l no ser¨ªa su sorpresa al comprobar que quien se mostraba dispuesta a que el hombre tuviera la cabina como ¨²nico refugio contra la helada era la propia Guardia Municipal. Esto ocurr¨ªa en San Sebasti¨¢n, o Donostia si prefieren. Hay que reconocer en honor de la verdad que la Guardia Municipal les inform¨® de todo lo que pod¨ªan hacer con aquel ser humano, es decir, llevarlo a tal o cual albergue o refugio social aclar¨¢ndoles, sin embargo, que los encontrar¨ªan cerrados, por lo que no se sabe para qu¨¦ les facilitaban una informaci¨®n in¨²til como no fuera para mantenerlas ocupadas o poner a prueba su propia entereza. Finalmente, las muchachas consiguieron que un taxista llevase al inoportuno a Ir¨²n -?a 20 kil¨®metros!-, donde la Polic¨ªa Local, es decir, los munipas de all¨¢, encontraron la forma de ingresarlo en una pensi¨®n que colabora con los servicios sociales del Ayuntamiento. El cronista no aclara si las muchachas, o alguna de ellas, viajaron en el taxi, pero seguro que como m¨ªnimo pagaron la carrera.
Es de justicia admitir que fue el propio alcalde Od¨®n el que destap¨® la noticia indignado, o cuando menos sorprendido, por la actuaci¨®n de su polic¨ªa. Fuentes autorizadas del estamento en cuesti¨®n reconocen que no efect¨²an traslados de este tipo porque estas personas, generalmente enfermas y con problemas de alcoholismo o mentales, causan muchos incidentes y puede que accidentes: "Ya sea porque abren la puerta en plena marcha o por otro motivo, del que luego tenemos que responsabilizarnos nosotros". No, si va a ser mejor que se ocupen de ellos quienes no tienen formaci¨®n ninguna para manejar situaciones de esta clase, por no mencionar que siempre ser¨¢ preferible que los individuos de marras se tiren en marcha de coches de particulares, habida cuenta de que los coches patrulla est¨¢n peor preparados y el acompa?ante del conductor est¨¢ simplemente para verlas venir o recoger del asfalto al que se tire. Reglamento en mano, dice alg¨²n pol¨ªtico responsable del ¨¢rea, no se puede retirar de la calle a quien no ha cometido ning¨²n delito y manifiesta su deseo expreso de que no le teletrasporten. Pero, ?tiene voluntad quien est¨¢ borracho hasta la inconsciencia? ?No podr¨¢ incurrir en delito de no atenci¨®n a persona en peligro quien deje a alguien morirse de fr¨ªo en una cabina porque colusiona con el reglamento?
Para terminar de liar la cosa un experto se quejaba en los medios de lo f¨¢cil que resulta cargar contra los dem¨¢s reproch¨¢ndoles una conducta que uno mismo es incapaz de observar. Supongo que la propia contundencia del bocinazo le habr¨¢ hecho olvidar al experto que al comienzo de todo hubo cuatro muchachas que se apiadaron de un ser humano e hicieron todo cuanto pudieron para ponerle a salvo. Da como grima o verg¨¹enza ajena la mala conciencia de expertos como el experto que se llenan la boca de frases sobre lo mala que es una sociedad tan competitiva que deja para el chirri¨®n a quien no se adapta con la complicidad de quienes los tomamos por seres invisibles cuando no despreciables. Dejando de lado tanto sentimentalismo barato, a lo mejor el experto quiere decir -y seguramente la Guardia Municipal de San Sebasti¨¢n le aplaudir¨¢ si lo dice- que es competencia de todos los ciudadanos retirar de las calles a los sin techo para darles cobijo en el propio hogar como en aquella pel¨ªcula que no por nada se llamaba Pl¨¢cido. Si esto es as¨ª, no s¨¦ para que los ayuntamientos y dem¨¢s instituciones tienen una pol¨ªtica que llaman social. Lo asombroso es que, pese a ella, haya gente de bien que no mira para otro lado.
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