El madridismo se entrega a su equipo

En situaciones de necesidad, los hombres siempre han invocado a los esp¨ªritus de sus antepasados. Esta semana lo hizo Casillas. El portero del Madrid convoc¨® al de Juan G¨®mez, Juanito, para superar el 6-1 de La Romareda. Al invocar a Juanito, sin nombrarlo, Casillas llam¨® tambi¨¦n a Camacho, ide¨®logo e instigador de Juanito.

Hace 30 a?os, Camacho era el l¨ªder. Y, cuando hab¨ªa que planificar una remontada, su primera orden era sencilla y juguetona: "?Hay que tirar entre los tres palos en los primeros dos minutos!". Convencido de que lo fundamental era atentar contra el coraje del enemigo, Camacho tiraba bajo la l¨ªnea de flotaci¨®n. En los viejos tiempos, ¨¦l mismo se encargaba de ese disparo inaugural.

Anoche, el Madrid sali¨® en tromba, iluminado por la vieja t¨¢ctica de Camacho. As¨ª, en el primer minuto, Cicinho hizo el primer gol. Antes de que pasaran diez, el Madrid ya ganaba por 3-0. El Zaragoza hab¨ªa perdido el coraje.

El fat¨ªdico viaje a La Romareda sirvi¨® para congregar a la plantilla madridista al calor de la hoguera espiritual. El golpe fue tan duro que los jugadores regresaron un poco m¨¢s convertidos a la fe. Alguno, como el entrenador, Juan Ram¨®n L¨®pez Caro, se aproxim¨® un poco m¨¢s al Dios de los cristianos en busca de respuestas. Ciertos futbolistas lo siguieron y otros no. Y no faltaron quienes acudieron al santoral pagano. A Juanito, por ejemplo.

L¨®pez Caro regres¨® de Zaragoza convencido de que Dios le hab¨ªa puesto a prueba. Sin espadas flam¨ªgeras ni plagas, pero con Ewerthon y Diego Milito en forma de l¨¢tigo.

Ayer, antes del partido, el t¨¦cnico enton¨® su plegaria de siempre. Pidi¨® ayuda a las fuerzas sobrenaturales y llen¨® el vestuario de papelitos con un par de n¨²meros bien visibles: 5-0. Los m¨¢gicos.

La parafernalia del Bernab¨¦u dio el empuj¨®n final. La megafon¨ªa difundi¨® El Ojo del Tigre, de Van Halen. El resto deb¨ªa ser obra de unos jugadores pose¨ªdos de una fuerza paranormal. Sin embargo, no fue suficiente. El Zaragoza hizo bueno al menos uno de sus cinco goles de renta. El p¨²blico, por supuesto, ovacion¨® con generosidad a Casillas y sus compa?eros. El madridismo sac¨® pecho aun abatido.