La felicidad aburrida

Aunque se parezca a un galimat¨ªas, una somera descripci¨®n de Dicen por ah¨ª... deber¨ªa informar de que estamos ante una ficci¨®n basada en otra ficci¨®n, a su vez basada en otra, y ¨¦sta, en un rumor sin confirmaci¨®n... esa cosa tan posmoderna de jugar con los referentes para hacerle al espectador un gui?o de complicidad que no podr¨¢ dejar pasar por alto. O dicho de otra forma, a comienzos de los sesenta se public¨® un libro, El graduado, que recog¨ªa lo que entonces llamaban un rumor, y hoy m¨¢s llanamente, una leyenda urbana: la historia del enamoramiento de un chico bien y una joven condisc¨ªpula suya que acaba, en realidad, con el chico en la cama de la atractiva, explosiva, madre de la joven.

En 1967, un jovenc¨ªsimo (aunque ya cargado de sus buenos tics) Dustin Hoffman encarnaba al personaje del libro, y ahora, tantos a?os despu¨¦s, lo hace Kevin Costner, aunque la joven de entonces ya no vive en esta ficci¨®n (?qu¨¦ se habr¨¢ hecho de la bella Katharine Ross?) y la madre, ahora abuela, no tiene los rasgos de la difunta, inmortal Anne Bancroft, sino los de la no menos temperamental Shirley MacLaine... un juego de identificaciones cin¨¦filas que alg¨²n espectador propenso a estas bromillas seguramente encontrar¨¢ hasta divertido. Y ahora, la historia se repite con la tercera generaci¨®n de mujeres Robinson con la nieta de la Mrs. original (Jennifer Aniston: para ella est¨¢ construida la funci¨®n)... y otra vez aparecer¨¢ por ah¨ª el Beau de entonces.

"Parece que todas las mujeres de mi familia tienen que acostarse contigo", dice en un momento Aniston al veterano Costner, un triunfador al que la vida le ha dado de todo menos descendencia biol¨®gica. Y alrededor de esta casi maldici¨®n se tejen todas las variantes de esta pel¨ªcula arteramente inteligente, pero al final decepcionantemente banal, un recordatorio de que los tiempos no est¨¢n para amores enloquecidos y s¨ª para el canto a la relaci¨®n rutinaria, a la felicidad aburrida.

De eso va, en fin, la pel¨ªcula. Porque detr¨¢s de tanto juego cin¨¦filo y de tanta broma sobre el supuesto car¨¢cter local de Pasadena, lo que aqu¨ª importa es otra cosa, y bien diferente: si una mujer debe resignarse al amor perfecto, pero aburrido, que le proporciona su novio abogado (Ruffalo: se aprovecha bien del personaje m¨¢s d¨¦bil de la funci¨®n) y hacer, por tanto, como su madre, o coger el toro por los cuernos, saltarse a la torera los tab¨²es del g¨¦nero (la edad) y vivir, como su abuela, lo que pueda de una vida mucho m¨¢s arrebatada y excitante que el destino prometido.

A la postre, un filme que arranca de una situaci¨®n de partida inteligente, que se muestra siempre s¨®lida, ejemplarmente narrado y que propone una galer¨ªa de personajes perfectamente cre¨ªbles deviene una radiograf¨ªa m¨¢s de estos tiempos de conservadurismo y pavor al riesgo. Y es posible que por eso, s¨®lo por eso lo recordemos en el futuro.