Evocaci¨®n del antiguo Egipto
El Museo Vasco muestra las fotograf¨ªas del descubrimiento en 1922 de la tumba de Tutankam¨®n junto a sus piezas egipcias
El Museo Vasco invita desde ayer a sus visitantes a imaginar la cultura de los faraones con la exposici¨®n Tutankam¨®n. Im¨¢genes de un tesoro bajo el desierto egipcio (plaza Miguel de Unamuno, 4. Hasta el 11 de junio de 2006). El eje que sostiene la muestra bilba¨ªna es la colecci¨®n de 65 fotograf¨ªas tomadas por Harry Burton entre 1922 y 1929, cuando acompa?aba al arque¨®logo brit¨¢nico Howard Carter y a su mecenas Lord Carnarvon en las expediciones que permitieron descubrir en el Valle de los Reyes la tumba del fara¨®n Tutankam¨®n y su fabuloso ajuar funerario. A su alrededor se exponen, por vez primera, las piezas egipcias de la colecci¨®n del propio museo y otros objetos cedidos por el Museo Egipcio de Barcelona, de una mesa de ofrendas a peque?os recipientes para ung¨¹entos.
En una exposici¨®n que lleva el nombre de Tutankam¨®n, coronado a los nueve a?os y todav¨ªa rodeado de enigmas, no pod¨ªa faltar el rostro del fara¨®n, cuya tumba se descubri¨® en 1922. Su rostro fue reconstruida mediante t¨¦cnicas de animaci¨®n por ordenador por Robin Richards, profesor del University College de Londres, para la pel¨ªcula El asesinato de Tutankam¨®n. Un equipo neozeland¨¦s de efectos especiales realiz¨® con esa informaci¨®n una cabeza virtual, antes de que artesanos brit¨¢nicos le diesen forma definitiva con fibra de vidrio, replicando con gran realismo la textura de la piel y el contorno facial.
Protegido por una urna de cristal, el rostro de Tutankam¨®n preside la entrada a la exposici¨®n. Cada fotograf¨ªa va acompa?ada por un texto explicativo, tomado de los diarios de Carter, que avanza hasta llegar a la r¨¦plica de una c¨¢mara funeraria en la que se muestra un sarc¨®fago, cedido por el Museo Egipcio de Barcelona.
La colecci¨®n egipcia del Museo Vasco, compuesta por una treintena de piezas, procede del legado de Jos¨¦ Palacio, un bilba¨ªno de origen uruguayo que adquiri¨® numerosas obras de arte y arqueolog¨ªa a principios del siglo XX en subastas en Par¨ªs. Las piezas llegaron al museo en 1953, pero hasta ahora el p¨²blico no ha podido ver las estatuillas que representan dioses, amuletos, collares para el adorno personal y los ushebtiak, figurillas funerarias que representaban a los sirvientes.
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