La raz¨®n de la desesperanza
Una nueva novela de Arturo P¨¦rez-Reverte (Cartagena, Murcia, 1951) es siempre un acontecimiento literario. ?Qu¨¦ historia habr¨¢ imaginado esta vez? ?Una situada en alg¨²n momento del pasado, un pasado que podemos reconocer y que nos resulta, por alguna raz¨®n -tal vez por formar parte de nuestro patrimonio cultural m¨¢s conocido, m¨¢s popular-, especialmente atractivo? Y si la ambienta en el pasado, recurriendo en ocasiones a datos hist¨®ricos, ?ser¨¢ con una historia plenamente de ficci¨®n, como en El maestro de esgrima, o dando vida, imaginada tambi¨¦n, claro, que pero que muy bien pudo ser as¨ª, de la manera que ¨¦l nos la cuenta, como sucede con Cabo Trafalgar, y tal vez en la serie de Las aventuras del capit¨¢n Alatriste? ?Acaso mirar¨¢ al pasado, pero desde el presente, construyendo apasionantes historias de intriga; el caso de El club Dumas? Puestos a preguntarse, ?habr¨¢ elegido una historia inventada que leemos cada vez con m¨¢s avidez, esperando, ansiosos, el desenlace de la trama, o una historia dura, seguramente ver¨ªdica, en la que pasamos con rapidez las p¨¢ginas, pero no s¨®lo para conocer su final, sino tambi¨¦n para librarnos de ella, de su amarga realidad o verosimilitud? La nueva novela de P¨¦rez-Reverte, El pintor de batallas, pertenece a esta ¨²ltima clase, la de una historia ambientada en nuestro tiempo, el de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Es pariente cercana de Territorio comanche, pero va mucho m¨¢s all¨¢. En ella y con ella, su autor ha dado probablemente lo mejor, y lo m¨¢s ¨ªntimo, de s¨ª mismo.
EL PINTOR DE BATALLAS
Arturo P¨¦rez-Reverte
Alfaguara. Madrid, 2006
301 p¨¢ginas. 19,50 euros
El pintor de batallas es, en mi opini¨®n, el libro m¨¢s descorazonador, m¨¢s duro y m¨¢s triste de P¨¦rez-Reverte. Y tambi¨¦n seguramente el m¨¢s l¨²cido, adem¨¢s del m¨¢s ambicioso, intelectual y literariamente. En ¨¦l, no se deja ni un resquicio a la esperanza, a una visi¨®n amable y compasiva del mundo, del mundo poblado y protagonizado por nosotros, los humanos, que con frecuencia son caracterizados o calificados en sus p¨¢ginas con frases como: "Los hombres no son equiparables a los lobos: 'No insulte a los lobos. Son asesinos honrados: matan para vivir"; o "cuando el desastre devuelve al hombre al caos del que procede, todo ese civilizado barniz salta en pedazos, y otra vez es lo que era, lo que siempre ha sido: un riguroso hijo de puta". El ¨²nico consuelo -doloroso y mezquino consuelo- es "el alivio de saber, cuando todo arde, que no hay gente querida quem¨¢ndose en las ruinas del mundo". Claro que a ese consuelo s¨®lo acceden unos pocos; no, por ejemplo, esas mujeres vestidas de luto que se mencionan en alg¨²n momento, arrodilladas ante m¨ªseros f¨¦retros que contienen los cuerpos de sus hijos o maridos, canturreando, como si fuese una oraci¨®n, una de las frases m¨¢s tristes que recuerdo, una que tardar¨¦ mucho tiempo en olvidar (si es que lo logro, porque me gustar¨ªa olvidarla): "Es oscura la casa donde ahora vives".
El fot¨®grafo de guerra converti
do en pintor. La historia se centra en un antiguo fot¨®grafo de guerra, laureado con numerosos premios, que se retira a una destartalada torre al borde del mar para componer, "un panorama mural que desplegase, ante los ojos de un observador atento, las reglas implacables que sostienen la guerra -el caos aparente- como espejo de la vida", ¨¦l que siempre supo que aunque conoc¨ªa la manera y controlaba la t¨¦cnica de la pintura, "carec¨ªa del rasgo esencial que separa la afici¨®n del talento". Faulques, que as¨ª se llama el protagonista, y al que la muerte acecha a trav¨¦s de un croata, Ivo Markovic, al que un d¨ªa lejano fotografi¨®, ha llegado al convencimiento de que existe una "red oculta que atrapaba el mundo y sus acontecimientos, donde nada de cuanto ocurr¨ªa era inocente y sin consecuencias". Y quiere saber "si hay una base cient¨ªfica para toda esa carne racional tendida al sol, en espera de que la despachen. Unas leyes ocultas en la vida o en el mundo". "Somos producto", ha llegado a creer, "de las reglas ocultas que determinan casualidades: desde la simetr¨ªa del Universo hasta el momento en que uno cruza la sala de un museo". Desentra?ar ese misterio, encontrar las reglas que gobiernan el destino de los hombres, es lo ¨²ltimo que ya tiene, porque en su informada y racional desolaci¨®n a Faulques, resignado que no endurecido, no le queda nada, ni siquiera amor, o respeto, por su antigua profesi¨®n: "Mostrar hoy el horror en primer plano ya es socialmente incorrecto. Hasta al ni?o que levant¨® las manos en la foto famosa del gueto de Varsovia le tapar¨ªan hoy la cara, la mirada, para no incumplir las leyes sobre protecci¨®n de menores. Adem¨¢s, se acab¨® aquello de que s¨®lo con esfuerzo puede obligarse a una c¨¢mara a mentir. Dejaron de ser un testimonio para formar parte de la escenograf¨ªa que nos rodea". "El mundo", a?ade -?y cu¨¢nta raz¨®n tiene!-, "est¨¢ saturado de malditas fotos".
![El escritor y acad¨¦mico Arturo P¨¦rez-Reverte.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/W3EJW6APM2ZFUUBDOEWYJXBSZQ.jpg?auth=04ed7d53bbb1ae8b92eb54e2d7fade90fc62ece892f9464472f7b9d1f0020fef&width=414)
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