M¨¢s all¨¢ del velo
Rara vez una mujer ocupa la primera p¨¢gina de la secci¨®n econ¨®mica de un peri¨®dico. Lubna bint Jaled al Qasimi, sin embargo, se ha hecho habitual en los diarios de su pa¨ªs, Emiratos ?rabes Unidos. Como ministra de Econom¨ªa, representa a una nueva generaci¨®n de mujeres ¨¢rabes que ha empezado a romper tab¨²es y a acceder a puestos de relevancia tanto en la Administraci¨®n como en la empresa privada. Pero este avance, inadvertido para un Occidente obsesionado con el velo, no se ha traducido de momento en una mejora de la situaci¨®n general de las mujeres en el mundo ¨¢rabe.
En una reciente conferencia regional sobre sus derechos, celebrada en Sanaa (Yemen), mujeres de 18 pa¨ªses ¨¢rabes identificaron como sus principales problemas el analfabetismo, la pobreza, la violencia y la marginaci¨®n de la vida p¨²blica. Aunque sus circunstancias var¨ªan, todas se quejaron de su situaci¨®n legal y de los c¨®digos de familia discriminatorios.
Al Kitbi: "La mayor¨ªa de la gente piensa que las mujeres del Golfo pasamos la vida recluidas y ociosas. Es una idea equivocada. Ya no somos un pa¨ªs rico"
Afrah Ba-Dwailan: "No puede ser que las historias siempre cuenten que Al¨ª es ingeniero y F¨¢tima est¨¢ en la cocina"
Salvo excepciones recientes como Marruecos o T¨²nez, las leyes permiten la poligamia, el repudio o el matrimonio de menores de 14 a?os. La mujer s¨®lo puede acceder el divorcio tras penosas batalles legales o en las desventajosas condiciones de la jula (que les obliga a devolver la dote y renunciar a cualquier derecho econ¨®mico). Rara vez obtienen la custodia de sus hijos, heredan la mitad que sus hermanos varones y su testimonio ante un juez vale la mitad que el del hombre.
A los ojos extranjeros, estas inequidades son consecuencia de la shar¨ªa, la ley isl¨¢mica, que impera en lo relativo al derecho de familia. No obstante, pocas critican en alto ese corpus legal inspirado en la religi¨®n. Al contrario, algunas han encontrado en el islam un instrumento para luchar contra lo que consideran interpretaciones desviadas de las autocracias de sus pa¨ªses y el machismo.
Sea cual sea su origen, cada vez m¨¢s activistas locales est¨¢n levantando su voz contra una discriminaci¨®n que la ONU ha identificado como una de las tres causas principales del atraso socioecon¨®mico del mundo ¨¢rabe.
De hecho, su pr¨®ximo Informe sobre Desarrollo Humano en esta regi¨®n va estar dedicado a la situaci¨®n de la mujer. En el caso de Egipto, el pa¨ªs ¨¢rabe m¨¢s poblado, con una cuarta parte de los 300 millones de habitantes de la zona, la ONU se?ala la promoci¨®n de la igualdad entre sexos como un requisito imprescindible para que el pa¨ªs pueda salir de la pobreza. "Sin esa condici¨®n, nada del resto es posible", afirma Antonio Vigilante, representante en El Cairo del Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD).
Los nombramientos de ministras o fiscales en T¨²nez, Om¨¢n o Jordania quedan eclipsados por el hecho de que la mitad de las ¨¢rabes a¨²n son analfabetas o que s¨®lo ocupan el 6% de los esca?os parlamentarios (frente a un 16% de media mundial). Presionados por las activistas locales, la mayor¨ªa de los Gobiernos ¨¢rabes han empezado a reconocer ese problema y a trabajar para erradicarlo, pero en muchos casos los cambios legislativos chocan contra tradiciones fuertemente arraigadas y la falta de concienciaci¨®n de las propias mujeres. El conservadurismo de sus sociedades y el temor a que su trabajo sea visto como un calco del modelo occidental tambi¨¦n dificultan la tarea de las reformistas.
"Los derechos de la mujer no son unos derechos especiales que s¨®lo afecten a las mujeres, sino una cuesti¨®n de justicia social, de derechos humanos", defiende la directora del PNUD para los pa¨ªses ¨¢rabes y ex ministra yemen¨ª, Amatalalim Alsoswa. Sin embargo, con o sin pa?uelo, las mujeres ¨¢rabes, como muestran estos testimonios, est¨¢n tan lejos del estereotipo de sumisi¨®n que de ellas difunden los islamistas radicales, como de la imagen de v¨ªctimas oprimidas que tienen muchos occidentales.
Khadija al Salami
DOCUMENTALISTA
Maabar (Yemen, 1966)
No fue f¨¢cil. Vengo de una familia modesta. A los 11 a?os me rebel¨¦ contra un matrimonio forzado que me impuso mi abuelo. Desde entonces, rechac¨¦ las restricciones que se imponen a las mujeres. No hubo ninguna influencia occidental porque no hab¨ªa salido de Yemen. Es algo con lo que se nace. Yo no quer¨ªa vivir el resto de mi vida encerrada entre cuatro paredes. Comprend¨ª que la educaci¨®n era mi ¨²nico escape y logr¨¦ una beca para una universidad norteamericana.
En Estados Unidos descubr¨ª la libertad y a m¨ª misma. Convertirme en cineasta era la ¨²nica forma de poder dar la palabra a las mujeres y de descubrir mi propio pa¨ªs, ya que aqu¨ª no se nos permite viajar solas. En nuestra cultura, no hablamos sobre nuestros problemas. Resulta vergonzoso. He intentado cambiar esto poniendo mi c¨¢mara ante las mujeres y en algunos casos lo he conseguido. Recog¨ª mis experiencias en The tears of Sheba, un libro muy criticado pero que abri¨® el debate sobre la situaci¨®n de la mujer en Yemen.
Estoy casada, pero eleg¨ª a mi marido que, adem¨¢s, no es yemen¨ª, sino estadounidense. Cuando se lo dije a mi familia me preguntaron c¨®mo iban a hacer frente al que dir¨¢n. La gente dec¨ªa las peores cosas de m¨ª. Ahora, sin embargo, me muestran admiraci¨®n y estoy sorprendida.
Hayet Erraies
ESCRITORA
T¨²nez, 1954
Soy escritora y periodista ocasional. He sido profesora de Filosof¨ªa. Viniendo de una familia ¨¢rabe tradicional, esa carrera me permiti¨® conocer tambi¨¦n lo racional, pero el choque entre ambos elementos de mi formaci¨®n me ha hecho pasar por distintas etapas. Como mujer ¨¢rabe-musulmana, crec¨ª siendo religiosa. Luego tuve dudas. Experiment¨¦ una ¨¦poca de ate¨ªsmo, la laicidad... Mentalmente, lo he vivido todo. ?Y ahora? Creo que es una mezcla. Eso hace al ser humano, ?no?
Soy la mayor de nueve hermanos, seis mujeres y tres hombres. En mi pa¨ªs, al mayor se le mima y se le respeta, incluso cuando se trata de una mujer, aunque evidentemente mis padres tambi¨¦n quer¨ªan un var¨®n. Tuvieron tres seguidos despu¨¦s de m¨ª.
?Dificultades por ser mujer? Las que he encontrado las he podido superar. Me he dado a conocer por mi discurso firme y directo. Se me considera una pluma audaz porque abordo temas tab¨², como cuando escrib¨ª Le corps de la femme: Du naturel au surnaturel. Eso me ha granjeado algunas molestias con los integristas. Son nuestros enemigos declarados. Aunque me parecen m¨¢s peligrosos los pseudointelectuales que en p¨²blico apoyan la causa de la mujer y en privado mantienen esquemas patriarcales. Es m¨¢s dif¨ªcil distinguirlos.
Waduda Badran
DIRECTORA DE LA ORGANIZACI?N DE MUJERES ?RABES
El Cairo (Egipto), 1948
"Mis padres, un m¨¦dico del Ej¨¦rcito y un ama de casa, tomaron la entonces inusual decisi¨®n de tener s¨®lo dos hijos y no les import¨® que fu¨¦ramos chicas. Nos educaron para sacar lo mejor de nosotras mismas. Fui la primera de mi promoci¨®n en la Facultad de Econom¨ªa y Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de El Cairo. Luego me doctor¨¦ en Canad¨¢ y segu¨ª mi carrera acad¨¦mica, hasta que en 2001 me nombraron directora del Centro Cultural Egipcio en Londres.
Desde mis diferentes responsabilidades siempre he promocionado la presencia de la mujer en la vida p¨²blica. Personalmente, no he encontrado problemas espec¨ªficos por ser mujer, aunque con dos hijos he vivido bajo constante estr¨¦s. Estoy muy feliz con mi vida. Sin embargo, siempre he sido consciente de que no es el caso de todas las mujeres ¨¢rabes.
El islam reconoce iguales derechos a hombres y mujeres, pero tenemos un gran problema cultural y cambiar la cultura lleva tiempo. Aunque las decisiones de los l¨ªderes pol¨ªticos ayudan, el cambio no se va a producir de la noche a la ma?ana. Hay una gran inercia social. Las mujeres educadas no podemos quejarnos. Los mayores problemas afectan a quienes no han tenido esa oportunidad.
Raga H. Jalifa
ACTIVISTA
Omdurman (Sud¨¢n), 1958
Estudi¨¦ ¨¢rabe en la Universidad Isl¨¢mica de Omdurman, la antigua capital. ?ramos una familia media. Yo fui la segunda de seis hermanos, tres chicos y tres chicas. Ahora doy clase en la Polit¨¦cnica de Sud¨¢n.
Desde que entr¨¦ en la universidad he trabajado en la con-cienciaci¨®n sobre los derechos de la mujer, primero en mi barrio y luego en la Asociaci¨®n de Mujeres, que ayud¨¦ a fundar y que hoy dirijo.
En 1996, con el apoyo de la asociaci¨®n, me present¨¦ a las elecciones al Parlamento y logr¨¦ uno de los esca?os reservados a las mujeres. Un a?o despu¨¦s, el presidente me nombr¨® ministra de Asuntos Sociales y Culturales. Dimit¨ª 12 meses m¨¢s tarde porque la asociaci¨®n me reeligi¨® presidenta y me pidi¨® que dejara la pol¨ªtica.
En cuanto a la religi¨®n, los ¨¢rabes son en su mayor¨ªa musulmanes y originalmente el islam no restringe la participaci¨®n de la mujer. Sin embargo, a veces, en algunas zonas, se usa la religi¨®n como instrumento para alejar a la mujer de ciertas actividades. Por eso, nosotras animamos a las mujeres a conocer el islam para que puedan discutir y defenderse.
Ebtisam S. al Kitbi
PROFESORA DE CIENCIAS POL?TICAS
Dubai (Emiratos ?rabes Unidos), 1970
La mayor¨ªa de la gente piensa que las mujeres del Golfo pasamos la vida recluidas y ociosas. Es una idea equivocada. Ya no somos un pa¨ªs rico. Nuestro Gobierno tiene d¨¦ficits presupuestarios y ya no facilita servicios gratuitos. Las mujeres somos parte de la sociedad y tenemos que contribuir a los ingresos de la familia.
Ahora bien, es cierto que hay barreras. El problema no son las leyes, sino las percepciones sociales y culturales de la sociedad. Es m¨¢s f¨¢cil violar la ley que los tab¨²es sociales. Por ejemplo, en la distribuci¨®n de terreno estatal para construir casas. S¨®lo se da a los hombres y las viudas o divorciadas, pero cada vez m¨¢s las solteras estamos reclamando ese derecho. Es algo nuevo.
Aunque vengo de una familia beduina, el hecho de que mi padre emigrara a Bahrein a los 14 a?os para trabajar en una compa?¨ªa petrolera brit¨¢nica fue decisivo. Aprendi¨® ingl¨¦s, promocion¨® y ahorr¨® lo suficiente para montar su propio negocio. No hubo ning¨²n problema para que yo y mis dos hermanas estudi¨¢ramos, al igual que los tres chicos.
Afrah Ba-Dwailan
JUEZ
Mukalla (Yemen), 1962
El problema m¨¢s importante de Yemen es la falta de educaci¨®n de las mujeres. Mi padre cre¨ªa en la educaci¨®n y todas las hermanas (somos cinco, adem¨¢s de dos varones) estudiamos. Yo hice Derecho y fui la primera mujer juez de la provincia de Hadramut, que era parte de Yemen del Sur.
Tras la unificaci¨®n, en 1991, el a?o pasado me convert¨ª en la primera mujer al frente de un tribunal en Sanaa como presidenta de la sala de menores. ?Hemos necesitado 13 a?os! Y el n¨²mero de mujeres jueces, 34, sigue siendo el mismo que antes de la uni¨®n.
La mayor¨ªa de las mujeres, y de los hombres, no conocen sus derechos. Para superar esa situaci¨®n, hay que educar a las chicas cuyo analfabetismo frena el desarrollo, cambiar la imagen de la mujer en los medios de comunicaci¨®n y en los libros de texto. No puede ser que las historias siempre cuenten que Al¨ª es ingeniero y F¨¢tima est¨¢ en la cocina.
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