La vida en trozos
Robert Creeley (1926-2005) form¨® parte del grupo alentado por Charles Olson en torno a la revista Black Mountain Review, a su vez ¨®rgano de expresi¨®n de una especie de escuela de poes¨ªa (Black Mountain College) que jug¨® un papel importante en la poes¨ªa norteamericana de los a?os cincuenta y sesenta. Creeley dirigi¨® la citada revista y fund¨® en Mallorca (viv¨ªa entonces all¨ª: 1952-1955) la editorial Divers Press, en la que aparecieron libros suyos y del citado Olson, Robert Duncan y otros poetas de esa cuerda. Defend¨ªan esos poetas una po¨¦tica neovanguardista af¨ªn a Pound y Williams y enemiga de la poes¨ªa formalista que auspiciaban los poderosos cr¨ªticos del New Criticism, herederos de Eliot. Frente al poema cerrado, de compacta y cohesionada estructura, el poema abierto, en verso libre, capaz de proyectar en ¨¦l la conciencia que percibe la vida y se pliega a su incandescente promiscuidad de acontecimientos. Creeley sirve casi ortodoxamente a esta idea que Olson llam¨® "Projective Verse" y que teoriz¨® en un ensayo titulado precisamente as¨ª y que apareci¨® entre nosotros en la revista Trece de Nieve (n¨²meros 5/6, 1973). Su libro Pedazos (1969) parece una escrupulosa demostraci¨®n de la viabilidad de ese proyecto. Su t¨ªtulo alude con exactitud al car¨¢cter fragmentario de sus secuencias, peque?as piezas sin conexi¨®n aparente entre s¨ª y abiertas a la sucesividad de la vida tal como es percibida cuando tiene lugar en su puro presente milagroso. No parece haber reelaboraci¨®n de las percepciones sino apresamiento de las mismas y fijamiento instant¨¢neo en el papel por medio de las palabras.
PEDAZOS
Robert Creeley
Traducci¨®n de Marcos Canteli
Bartleby. Madrid, 2005
129 p¨¢ginas. 10 euros
La inteligibilidad no siempre est¨¢ garantizada porque la conciencia no siempre discurre por cauces l¨®gicos . Un inc¨®modo hermetismo acecha en ocasiones, especialmente cuando el discurso se aparta de las cosas y se concentra en los conceptos o en el mero hablar abstracto. Pero, en contraste, la realidad se impone y entonces brillan miniaturas delicadas, las que siempre brillan en la mejor poes¨ªa entregada al milagro de lo que existe. "Tiene ocho / a?os, lleva / un gatito, y / me observa". Tambi¨¦n leemos: "El ave / vuela / fuera de la / ventana. Su / vuelo". Y hasta nos sumergimos en un excelente poema de amor que no evita la crudeza sexual pero que acaba as¨ª: "Te quiero. Todav¨ªa estoy solo, / pero te quiero conmigo".
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