'Pulvis eris'...
?Sab¨ªan que estamos en Cuaresma? La verdad es que se publicita m¨¢s el Ramad¨¢n, pero si tuvieran cerca el Kursaal lo sabr¨ªan porque lo ha te?ido de morado para la ocasi¨®n. Pero no se trata aqu¨ª de dar otro meneo a Moneo, sino de repasar ciertos acontecimientos relacionados con las cenizas, pues para eso la Cuaresma empez¨® el otro d¨ªa con el Mi¨¦rcoles de ?dem. Previsor, el obispo de Las Landas quiso unir lo ¨²til a lo agradable recordando que si bien en Cuaresma hay que practicar la abstinencia, es decir, el no comer carne, mejor es atenerse al esp¨ªritu de la ley que a su letra. Y por aquello del a Dios rogando, pero con el mazo dando, prepar¨® una bula autorizando a comer carne de ave a fin de que con esto de la peste aviar -que viene a ser como una plaga de Egipto pero fuera de Egipto- no se arruinen los cat¨®licos criadores de aves, que bastante de capa ca¨ªda tienen el negocio como para que la Iglesia se meta a sustituir el cap¨®n por la trucha. S¨ª, el obispo de Las Landas ha exhortado a sus fieles a "que sean razonables, conserven sus h¨¢bitos alimenticios tradicionales y consuman carne de ave incluso en Cuaresma", con el fin de "combatir el clima de p¨¢nico a la carne de ave que no hace m¨¢s que agravar la situaci¨®n del sector av¨ªcola". Hombre, sabido es que desde tiempo inmemorial los monjes -que eran los m¨¢s listos de la cristiandad- se las arreglaban para comer carne en Cuaresma recurriendo a procedimientos como el de pasar un cerdo por la pileta construida al efecto en las cocinas -se puede ver una en el monasterio de Sobrado en Galicia- y decir que, como sal¨ªa del agua, el cuto se pod¨ªa comer sin romper la abstinencia. Pero, claro, de ah¨ª a mezclar lo que es del C¨¦sar con lo que es de Dios, como ha hecho el obispo land¨¦s, va un abismo.
Asusta pensar d¨®nde podr¨ªa llegar la acomodaci¨®n de la doctrina religiosa a la coyuntura sociecon¨®mica -?reescribir¨¢n el cuarto mandamiento diciendo que de ahora en adelante hay que honrar a tu progenitor A y a tu progenitor B?; ?modificar¨¢ la OPA a Endesa las llamas de Pentecost¨¦s?-, pero sobre todo desconcierta que no la acomoden a otras realidades m¨¢s pr¨®ximas y sangrantes. ?Por qu¨¦ no hacen con el cond¨®n lo que est¨¢n haciendo con el fuagr¨¢s?, ?por qu¨¦ situar el sexo por debajo del pato?, ?qu¨¦ hay de la eutanasia?
Pero no quiero detenerme m¨¢s porque las cenizas han cobrado en esta ciudad en que vivo una realidad m¨¢s, si me permiten, candente, ya que nuestro alcalde Od¨®n acaba de aceptar que se construya una incineradora. Eso lo quer¨ªa la Diputaci¨®n guipuzcoana y la mayor¨ªa de la Corporaci¨®n desde hace mucho tiempo, pero Od¨®n se resist¨ªa a que, dado el emplazamiento propuesto para el horno, se nos llenasen las calles de ceniza y, seg¨²n los ciudadanos m¨¢s cr¨ªticos, de dioxinas y dem¨¢s pestes no aviares. Finalmente, Od¨®n se ha plegado, no sin salvar algo los muebles proponiendo que antes de quemar la basura se intente primero reciclarla mucho m¨¢s y someterla a biometanizaci¨®n para obtener gas reutilizable y compost para proceder a enterrar lo inerte que quede. La moratoria para la incineradora parece bastante sensata ya que, si el proceso con que sue?a Od¨®n resulta viable, podr¨ªa evitarse mucha toxicidad am¨¦n de las correspondientes cenizas. Pero mucho es de temer que se instaure la quema y sea demasiado lo que penda sobre las cabezas -y pulmones e h¨ªgados- de los ciudadanos, as¨ª como sobre las tierras que alimentar¨¢n puerros y pollos sin que ning¨²n obispo pueda emitir bula que valga.
Y as¨ª estamos, con esa incertidumbre y malestar de cara al nuevo fuego que iluminar¨¢ nuestro entorno y envenenar¨¢ nuestra comida, que en adelante ya no ser¨¢ gastron¨®mica sino basura. En plan pragm¨¢tico, la ¨²nica ventaja que se le puede sacar a la incineradora ser¨¢ tur¨ªstica porque, si quitamos el parque del monte Igueldo y la colocamos all¨ª bien camuflada podr¨ªa figurar un volc¨¢n que, adem¨¢s de lucir mucho, nos inocular¨ªa el morbo de las erupciones y el gustirrin¨ªn de convertirnos en la Pompeya del norte. No en Salzburgo, como tambi¨¦n quer¨ªa Od¨®n.
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