La aventura de viajar con el se?or Renfe
Los trenes de Cercan¨ªas han vivido su peor semana, con incumplimientos constantes de horarios pese a no haber huelga declarada
Esta semana los trenes de Cercan¨ªas de Renfe han ido mal. El jueves, el mal fue a peor y luego a p¨¦simo. Y eso que no pasa nada. No hay huelgas ni motivo aparente para los retrasos. Ni siquiera retrasos si se consulta a la empresa, que asume peque?os inconvenientes que afectan al 5% del servicio. El ciudadano no lo vive igual. Un ejemplo: Carmen.
Carmen L¨®pez vive en Sant Feliu de Llobregat y trabaja en Barcelona. Anteayer se dirigi¨® a la estaci¨®n y perdi¨®, por un minuto, el tren de las 9.07. "El ¨²ltimo que pas¨® en su horario", explica. Pero en aquel momento no lo sab¨ªa, de modo que se qued¨® esperando. La programaci¨®n oficial indicaba que habr¨ªa otro a las 9.20, que no pas¨®, como tampoco lo hizo el de las 9.26, ni el de las 9.42, ni el de las 9.50, ni el de las 9.56. Lleg¨® uno a las 10.00, tan lleno que no pudo subir nadie. "S¨®lo una vez he visto tanta gente: cuando la guerra de Irak", dice, y suspira.
Tras el tren repleto empezaron las deserciones, sobre todo porque en direcci¨®n contraria s¨ª pasaban trenes y un pasajero explic¨® que hab¨ªa tres convoyes parados en Sant Joan Desp¨ª. "De aqu¨ª no sale nadie en una semana", dijo. Carmen se rindi¨®. Se dirigi¨® a la taquilla y pidi¨® el retorno del abono. Se lo dieron, tras esperar en una cola en la que hab¨ªa una mujer que ten¨ªa que asistir a un juicio, un hombre con hora en el m¨¦dico, un estudiante que perdi¨® un examen y bastantes trabajadores que deber¨ªan justificar el retraso.
A punto de salir a la calle, lleg¨® otro tren. Ella ya no ten¨ªa billete, pero decidi¨® seguir el viejo sistema: "Lo paga Fraga". Se subi¨®. Y lleg¨® hasta L'Hospitalet, donde tuvo que bajarse porque los altavoces avisaron de que aquel tren quedaba suspendido. Esper¨® un rato y otro m¨¢s oyendo por megafon¨ªa que hab¨ªa retrasos de en torno a 15 minutos. Ella ya llevaba m¨¢s de 60. Pero, en un acto de fe, se crey¨® lo que o¨ªa. Tambi¨¦n le ped¨ªan que no cruzara las v¨ªas. "Ser¨¢ que se han dado cuenta de la desesperaci¨®n y creen que vamos a suicidarnos. ?Pero si no hay trenes!", se dijo con cierta resignaci¨®n.
Nueva rendici¨®n. Carmen L¨®pez abandon¨® al se?or Renfe por el metro de Barcelona. Con ¨¦l consigui¨® llegar en un tiempo que le pareci¨® de r¨¦cord a la plaza de Catalunya, donde los hados quisieron que en aquel momento el vest¨ªbulo estuviera totalmente a oscuras. "Agarr¨¦ con fuerza el bolso, me arm¨¦ de valor y consegu¨ª llegar a la superficie". "Una belleza de d¨ªa", se dijo.
El jueves no era el d¨ªa de Carmen. Tras llegar al trabajo a las 11.00, recibi¨® una llamada del colegio de su hijo: el ni?o ten¨ªa anginas y fiebre. Hab¨ªa que ir a buscarle... ?en tren! Antes de entrar a la zona de andenes pregunt¨® en el servicio de informaci¨®n al cliente. Le explicaron que hab¨ªa una huelga no declarada y que, de pronto, un conductor dice que le duele la barriga y se va a casa dejando el tren donde le pilla. "Hoy ha venido mucha gente a protestar", dijo el empleado. "Y algunos de muy mal humor". No ser¨¢ que no son divertidos los chistes del se?or Renfe.
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