Mantras superventas de Castelldefels
Noche en calma, suave silencio que s¨®lo quiebra el lejano ladrido de un perro. Los ojos de Buda, iluminados, dominan la planicie. Grabados en lo alto de la estupa, contemplan el mar de estrellas. A este monumento hind¨² en forma de pastelillo se le atribuyen propiedades curativas, buenas vibraciones, generaci¨®n autom¨¢tica de buen rollo seg¨²n se avista. Se abren las altas puertas rojas del monasterio. Todo est¨¢ listo para el ritual de purificaci¨®n. Pero esto no es el T¨ªbet. Es El Garraf. Una sucursal budista, una de las m¨¢s grandes de Espa?a, en Olivella, cerca de Castelldefels, Castefa para los amigos.
Son las 20.30. Un monje y dos postulantes (aspirantes) salen uno por uno con cubos azules de agua. Los lanzan al aire, vac¨ªan cada cubo en tres tandas, con movimientos una y mil veces ejecutados. La zona de entrada queda anegada, se plantan de cara a las colinas, cierran los ojos, abren las palmas, respiran. En breves instantes empezar¨¢ a arder el incienso.
Son 30 los practicantes de este monasterio, pero s¨®lo 18 viven en ¨¦l. Pagan 150 euros por estar all¨ª y algunos duermen en habitaciones compartidas
"Aqu¨ª venimos a ayudar a los dem¨¢s y a alcanzar la felicidad", dice la monja Susana L¨®pez. Vive en pareja con Jordi, portavoz y 'monje administrativo'
?ste es tan s¨®lo uno de los m¨²ltiples rituales que estructuran la ordenada vida de los monjes budistas de El Garraf, un grupo de diez hombres y ocho mujeres que se pasan todo el d¨ªa currando para sacar adelante un proyecto y, de paso, una hipoteca, la del palacio que habitan. Cursos de liderazgo para empresas, talleres y clases, facturas y ordenadores, secretar¨ªas y despachos conviven en su apretada jornada con pujas (oraciones), gyerlings (trompas) y ejercicios de meditaci¨®n. Su disco de mantras, una colecci¨®n de oraciones en s¨¢nscrito o tibetano sobre base chill out, est¨¢ rompiendo las listas. Vale Music, el sello que lanz¨® Operaci¨®n Triunfo, ya est¨¢ preparando un lanzamiento a escala internacional. Ya han superado los 80.000 discos vendidos, en dura pugna con ni?as pastoris, madonnas y bunburys.
No van rapados. Pueden tener relaciones sexuales, incluso dentro del monasterio. Casarse. El budismo Vajrayana que practican es m¨¢s permisivo que otras escuelas, m¨¢s capaz de adaptarse a la vida del occidental medio; apto incluso para habitar en forma de mantra como tono o politono en el tel¨¦fono m¨®vil.
"Aqu¨ª venimos a ayudar a los dem¨¢s y a alcanzar la felicidad, y yo estoy en ello", cuenta Susana L¨®pez, monja de 33 a?os. ?Y qu¨¦ es la felicidad?: "Un estado de plenitud interna desbordante que no tiene que ver con ning¨²n condicionante externo". Para conseguirlo aplica t¨¦cnicas como la meditaci¨®n. "No venimos a refugiarnos, esto es un campo de entrenamiento y venimos a crecer". Susana vive en pareja con Jordi G¨®mez, el monje que comanda la parte administrativa. "Si te dedicas a los dem¨¢s y te olvidas de tu propio ego, llegas a la felicidad", resume.
El sol de la ma?ana ilumina las rojas puertas del palacio, y el encargado del mantenimiento, C¨¦sar, recibe el d¨ªa con armoniosos movimientos de astronauta, practicando en silencio su tai chi. Decenas de conejos brincan entre los arbustos que rodean la estupa exterior, las cabras y las ovejas descansan, los p¨¢jaros ponen la m¨²sica. En el patio de acceso restringido al p¨²blico, el encargado de cocina, Jorge, medita sobre una plancha de madera que ha instalado sobre el suelo empedrado. Una de las encargadas de la secretar¨ªa, Miriam, restauradora, cruza el patio central con una cesta de pan para el desayuno. Son 30 los practicantes en este monasterio (entre monjes, novicios y postulantes), pero s¨®lo 18 viven en ¨¦l. Pagan 150 euros al mes por estar aqu¨ª; algunos duermen en habitaciones compartidas, apenas ven la tele -s¨®lo hay una en todo el monasterio- y casi todos andan entre los veintitantos y los treintaytantos. Desde la fiebre del disco, les llegan 30 mails diarios interes¨¢ndose por sus actividades. Reciben 30.000 visitas al a?o.
Cuando llegaron al palacio abandonado, en junio de 1996, el panorama no daba para so?ar demasiado: escorpiones, serpientes, ratas de campo, 120 goteras censadas y un Renault 18 agujereado a balazos en el patio trasero les esperaban. El monumento pertenec¨ªa entonces a un millonario marsell¨¦s, monsieur Tel. Pero el lugar, ah, encajaba perfectamente con la visi¨®n de su santidad. S¨ª, esta peque?a comunidad nacida en 1986 en Sabadell llevaba a?os recorriendo el Vall¨¦s en busca de un lugar donde asentarse. En la Navidad de 1995 decidieron recurrir al l¨ªder espiritual del budismo Sakya, el venerable Sakya Trizin, para que les ayudara. "Nos dio una orientaci¨®n, dijo que busc¨¢ramos al sur de Barcelona y describi¨® un edificio, lo visualiz¨®", dice Jordi G¨®mez. Seg¨²n cuenta, tras a?os y a?os de meditaci¨®n, la intuici¨®n se desarrolla sobremanera. Dos meses despu¨¦s, en febrero, emerg¨ªa en pleno parque natural del Garraf el palacio de Novella, con sus 120 a?os de antig¨¹edad y sus m¨¢s de dos lustros de abandono. As¨ª naci¨® Sakya Tashi Ling, nombre budista del monasterio.
El sitio no desprend¨ªa una energ¨ªa muy positiva, que se diga. Entre su pasado como coto de caza y los fiestorros del restaurante que ten¨ªa a un costado, cost¨® llegar a la calma que hoy destila. "Los primeros a?os, la energ¨ªa te expulsaba, sub¨ªas una escalera y te ca¨ªas", cuenta Jordi G¨®mez. "Quemamos toneladas de incienso, recibimos la visita de varios maestros, y la energ¨ªa, poco a poco, fue cambiando. Fue una lucha contra la oscuridad". Esa es la especialidad de este monasterio, de hecho. Invertir tendencias negativas. Purificar el espacio. Insuflar energ¨ªa positiva. De ah¨ª que su l¨ªder espiritual decidiera hacer algo dirigido a los j¨®venes.
El lama y la trascendencia
Son las nueve y cuarto de la ma?ana y, vestido de calle, con indumentaria m¨¢s propia de un hombre de campo que de un monje, el lama Jamyang Tashi Dorje apura un cafel¨ªn acodado en la barra del bar del monasterio. Barcelon¨¦s de 55 a?os, de tupida y larga barba blanca, est¨¢ a punto de salir hacia el centro de Castell¨®n, pero acepta dedicarnos unos minutos. No es que desapruebe que los j¨®venes vayan a discotecas, o que beban alcohol. "No tienen que dejar de hacer nada, pueden practicar el sexo que quieran, con respeto", manifiesta, balance¨¢ndose suavemente sobre una banqueta imperfecta. "Pero es necesario volver a la trascendencia, encontrar un espacio de cultivo interno, de crecimiento personal".
La lista de espera para verle es de tres meses. Duerme dos o tres horas al d¨ªa, y suple la falta de sue?o con unas seis horas de meditaci¨®n diarias. El resto del tiempo se le va en atender a enfermos, moribundos, personas con problemas de salud, mentales o sentimentales y tambi¨¦n a l¨ªderes de empresas: "Estudiamos la manera de que la empresa vaya mejor; intentamos llevar buen rollo, miramos las energ¨ªas; vemos si hay envidias, odios".
19.30, sala de oraciones. Estruendo de trompas y platillos, caracolas y campanillas, golpeos de bombo. Monjes sentados en la posici¨®n del loto, en dos filas, frente a frente. Catarsis s¨®nica para invocar a las deidades protectoras. De pronto, el silencio. Tiempo para la introspecci¨®n, para conectar con el interior y para dar paso a los mantras. El d¨ªa que los de Vale Music vinieron a grabar, se tiraron hasta la seis de la ma?ana. Hoy, la ceremonia acaba a las 20.15. El mantra, dicen, permite coordinar las tres puertas; facilita que cuerpo, palabra y mente caminen en una misma direcci¨®n. As¨ª consiguen irradiar la energ¨ªa positiva que impregnar¨¢ esta noche el monasterio.
El 'mosso' budista
JAUME FUST? trabaja en el equipo de seguridad del Palau de la Generalitat, pero en cuanto tiene un hueco se sube al monasterio. Su compromiso con "el camino espiritual" le trae a este antiguo palacio que el industrial Pedro Dom¨¦nech construy¨® para su querida all¨¢ por el a?o 1890. El mosso, de 40 a?os, no ve obst¨¢culos en conciliar el amor y la energ¨ªa positiva con la violencia que en alg¨²n caso se viera obligado a practicar por motivos laborales. Dice que consigue convencer a la gente con las buenas maneras, y que si alg¨²n d¨ªa "hay que dar una bofetada", se da si es para conseguir el bien de los dem¨¢s. Pero tiene claro que en un futuro no muy lejano colgar¨¢ el uniforme para vestir la mayor parte del d¨ªa de ¨¢mbar y granate. Hoy porta h¨¢bitos marrones, acordes con su condici¨®n de novicio: le falta un escal¨®n para llegar a monje. Pero el objetivo lo tiene claro: dedicarse plenamente a este proyecto y alcanzar la iluminaci¨®n "por el bien de los seres sintientes". Los fines de semana hace de gu¨ªa en el museo. Pero hoy le toca limpiar la gompa, la sala de las oraciones.
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