A mil kil¨®metros de La Habana
Baracoa, Santiago, Guant¨¢namo, Bayamo? Lejos de la capital y de las playas m¨¢s tur¨ªsticas palpita la esencia de la Cuba profunda. Lugares cantados por Matamoros o Compay Segundo donde la vida late a otro ritmo. Un viaje a la cara oculta de la isla a trav¨¦s de sus paisajes y sus gentes.
Cuba no es La Habana, pueden estar seguros. A mil kil¨®metros del malec¨®n, en el Solar de la Prieta, entre Santiago y Baracoa, la vida fluye a otro ritmo, se mueve con otras claves; la gente sufre y ama con diferente pasta. En el tr¨®pico, tres grados de temperatura sobre la media es demasiado, por eso en Bayamo y en todo el oriente de Cuba las personas y tambi¨¦n la revoluci¨®n tienen una dimensi¨®n m¨¢s montaraz. Basta darse una vuelta por aqu¨ª y comprobarlo.
Lo primero que sorprende son las consignas en la carretera. Consignas enormes, inquietantes; consignas lejanas escritas en negro al pie de fabulosos palmerales y a orillas de guardarrayas de tierra roja. En Songo-La Maya: "Baluarte inexpugnable de la Revoluci¨®n"; en El Caney: "Vigilantes y combativos"; en Guant¨¢namo: "Nuestro Partido al frente de la Batalla de Ideas".
"Antes de ir, un trovador de Bayamo, Pablo Milan¨¦s, me lo advirti¨®: 'Es una tierra muy especial"
Rafael se trabaja una "viagra ind¨ªgena" a base de ralladura de pito de tortuga de carey
La casa de Artex es el para¨ªso del 'short': los hay pegados, m¨¢s pegados y muy pegados
La mayor¨ªa de estos lugares son conocidos por las letras de Matamoros, Sindo Garay y Compay Segundo. "De Alto Cedro voy para Marcan¨¦. / Llego a Cueto, voy para Mayar¨ª?". Sones y trovas de miel que contrastan con la rigidez de la ideolog¨ªa. "Jam¨¢s seremos una neocolonia yanqui". "El miedo no come aqu¨ª".
En la radio del coche suena el famoso preg¨®n de F¨¦lix B. Caignet: "Vendo ricos mangos de mamey, / pi?as que deliciosas son / como labios de mujer", y es evidente que en oriente las contradicciones son del tama?o de los picachos de la Sierra Maestra; por estos parajes, el surrealismo es un juego de ni?os.
Hace alg¨²n tiempo, un hamp¨®n de Guant¨¢namo le puso a su perrito dos colmillos de oro para epatar. Cay¨® preso. En Yara, cerca de Bayamo, la segunda villa fundada por Diego de Vel¨¢zquez, el cacique indio Hatuey fue rendido y quemado vivo por los conquistadores en 1513. Su muerte supuso el fin de la resistencia ind¨ªgena, y para recordarlo, Vel¨¢zquez bautiz¨® la ciudad como San Salvador.
Dicho esto, hasta hace nada, Hatuey era una marca de cerveza y los cubanos se la tomaban para refrescarse. Todav¨ªa en algunos pueblos de esta zona se encuentra: la botella es de cristal ¨¢mbar, con el perfil del cacique impreso en una etiqueta roja, el primer m¨¢rtir.
Choca-Choca es el ch¨®fer particular m¨¢s famoso de Baracoa, con decenas de accidentes, doscientas multas de tr¨¢nsito y 86 viajes a La Habana en su haber. Es s¨®lo uno de los muchos personajes de la ciudad primada de Cuba. Baracoa tiene 40.000 habitantes y cientos de historias y leyendas, como la de La Rusa, Magdalena Rovenskaya, m¨¢s conocida por Mima. Esta arist¨®crata de San Petersburgo sali¨® huyendo de la revoluci¨®n bolchevique y lleg¨® en los a?os treinta a este pueblo de monta?as y mar. Pero La Rusa no pudo escapar a su tiempo, fue alcanzada por otra revoluci¨®n, la de Fidel Castro, a la que se sum¨® entre cocoteros y plantaciones de banano, que aqu¨ª llaman guineo.
La capacidad magificadora de los habitantes de estas tierras es casi infinita. Lo dec¨ªa el etn¨®logo cubano Fernando Ortiz, que en 1948 hizo un viaje por lo que denomin¨® el Solar de la Prieta, debido al alto porcentaje de poblaci¨®n negra y mulata.
En Guant¨¢namo, Santiago, San Luis, Jiguan¨ª, Palma Soriano, Campechuela, Bayamo y Manzanillo encontr¨® Ortiz la piedra filosofal de la Cuba profunda: mezcla de razas y creencias, sopor de la vida, espiritismo kardecianista y cruzado, vud¨² haitiano, mujeres de infarto, curanderismo, el ritmo del Neng¨®n, las ra¨ªces ta¨ªnas, el son y el chang¨¹¨ª, los personajes m¨¢s inveros¨ªmiles de esas canciones, pero de carne y hueso.
Antes de empezar el viaje, un trovador de Bayamo, Pablo Milan¨¦s, me lo advirti¨®: "Es una tierra muy especial". Pablo a¨²n recuerda la oraci¨®n que recitaba a los cuatro a?os de edad en el centro espiritista M¨¢s Luz, en la calle de P¨ªo Rosado, adonde lo llevaba su abuela cada domingo: "Padre Nuestro que est¨¢s en los cielos / Circundado de gloria inmortal, / Esperanza del alma que eleva / El amor y la ciencia a un altar".
Santiago-Guant¨¢namo-Baracoa. "La olla de presi¨®n el¨¦ctrica multiprop¨®sito FEILU es un utensilio de nuevo tipo para su cocina. Se ha desarrollado empleando las tecnolog¨ªas m¨¢s avanzadas? Presenta un dise?o novedoso que aporta seguridad, confiabilidad, multifunciones, modo de empleo f¨¢cil, ahorro de tiempo y de electricidad".
El manual de instrucciones de la famosa olla que el Gobierno est¨¢ repartiendo en Santiago y en toda Cuba no tiene desperdicio. "Es el utensilio para cocinar ideal para la familia moderna, pues ha tomado el lugar de la olla arrocera y la olla de presi¨®n", explica en el ac¨¢pite "Caracter¨ªsticas del producto".
Como parte de la "revoluci¨®n energ¨¦tica" que se lleva a cabo en el pa¨ªs, las autoridades han entregado ya en cada n¨²cleo familiar de las provincias orientales:
-Una cocina el¨¦ctrica de una hornilla.
-Un calentador el¨¦ctrico de agua.
-Tres ollas: una de presi¨®n convencional y dos el¨¦ctricas (la arrocera y la "multiprop¨®sito", apodada ya por la poblaci¨®n La Reina).
En todas las casas que uno visita se encuentra las mismas ollas chinas, pero la sensaci¨®n es La Reina. No se habla de otra cosa. "Mira, en esta posici¨®n se cocina el arroz. En esta otra, el pollo; aqu¨ª, los potajes", me explica Disney en el reparto Sue?os de Santiago.
La olla en cuesti¨®n cuesta 350 pesos (14 euros al cambio), pero el Gobierno concede cr¨¦ditos y facilidades a quienes no pueden pagarla de golpe. En Santiago y en todo oriente se aprecia el alcance real de los macroplanes de la revoluci¨®n, y tambi¨¦n sus luces y sus sombras.
Cada d¨ªa, del aeropuerto Antonio Maceo de Santiago sale un vuelo hacia Venezuela -a veces dos- con m¨¦dicos y cooperantes que participan en la misi¨®n Barrio Adentro y en otros proyectos sociales de la revoluci¨®n bolivariana. A diario tambi¨¦n llegan vuelos con enfermos venezolanos y caribe?os que vienen a operarse de cataratas y de otros problemas de la vista, como parte de la Operaci¨®n Milagro, por la cual seis millones de pacientes latinoamericanos deben ser tratados oftalmol¨®gicamente en Cuba y Venezuela en 10 a?os.
Para albergar a estos pacientes, el emblem¨¢tico hotel Versalles de Santiago ya no recibe turistas, y tampoco el Sierra Maestra de Bayamo.
Lo mismo sucede con el hotel Guant¨¢namo, de 124 habitaciones, el m¨¢s grande de esta ciudad. Para llegar hasta aqu¨ª desde Santiago hay que recorrer 84 kil¨®metros. Cientos de personas hacen botella (autoestop) en los cruces y entronques de la carretera, pues el transporte p¨²blico funciona mal o directamente no funciona, e igual ocurre dentro de los pueblos y ciudades, donde los coches de caballos y los bicitaxis particulares son los que desde hace tiempo salvan la situaci¨®n.
En principio, 150 kil¨®metros de asfalto, los que hay entre Guant¨¢namo y Baracoa, no parecen demasiados, pero son una barbaridad debido a la serpiente de La Farola.
Hasta 1965, a Baracoa -la primera villa de Cuba, fundada por Diego de Vel¨¢zquez el 15 de agosto de 1511 con el nombre de Nuestra Se?ora de la Asunci¨®n- s¨®lo pod¨ªa llegarse en avi¨®n o en barco. Esto es, eludiendo el inexpugnable macizo de Nipe-Sagua-Baracoa, que en algunas zonas se convierte en una selva tropical intrincada, surcada por centenares de arroyos, cuchillas y r¨ªos como el Toa, el m¨¢s caudaloso del pa¨ªs.
Las obras de la llamada V¨ªa Mulata para conectar Guant¨¢namo con Baracoa se iniciaron a finales de los a?os cuarenta, pero por problemas t¨¦cnicos y m¨¢s a¨²n por la desidia y la corrupci¨®n, la carretera nunca lleg¨® a terminarse. Fue la revoluci¨®n la que en 1965 construy¨® el viaducto de La Farola, que corre entre precipicios y helechos antediluvianos y es uno de los mayores orgullos de la ingenier¨ªa cubana.
Desde luego, nada m¨¢s llegar a la ciudad con el coraz¨®n sobrecogido por las curvas, la propaganda oficial te recuerda que en la "seudorrep¨²blica", la politiquer¨ªa y la malversaci¨®n eran hidras que devoraban cualquier presupuesto, por eso s¨®lo la victoria del 1 de enero de 1959 hizo posible que la zona saliera de la incomunicaci¨®n y el atraso.
Baracoa
"Existencia de mar". Eso es lo que significa en lengua arauca. El mar y la jungla monta?osa que llega hasta su orilla son parte de su personalidad. Baracoa es un sitio especial, ¨²nico en Cuba. Aqu¨ª te encuentras descendientes de indios ta¨ªnos caminando por las calles, y la jungla m¨¢s salvaje est¨¢ codificada en el ADN de sus habitantes, como su historia y sus leyendas, las de antes y las de ahora. Una rusa zarista que en 1959 entreg¨® su hotel y 25.000 d¨®lares en joyas a la revoluci¨®n, inmortalizada por Carpentier en La consagraci¨®n de la primavera; una secretaria municipal del Partido Comunista que no quiso asistir a la fiesta de boda de su hija porque la celebr¨® en una paladar (restaurante privado); una cirujana suiza, Enriqueta Faber, que en 1819 se hizo pasar por hombre para ejercer su profesi¨®n y lleg¨® a casarse con otra mujer en la iglesia de Baracoa; un cantante de sones y boleros que ameniza las noches del pueblo y se ha le¨ªdo cinco veces el libro Y Dios entr¨® en La Habana, de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n; la maldici¨®n del Pel¨², que un misterioso misionero de cabellos largos le ech¨® a Baracoa en 1897 y que predice que "ninguna de las grandes iniciativas del pueblo prosperar¨¢"; un campesino de 76 a?os llamado Urbano Rodr¨ªguez Gainza, octavo de 17 hermanos pobr¨ªsimos, cuyos seis hijos son todos universitarios "gracias a Fidel". Todo eso, m¨¢s la "ley de los dos hospedajes" y los 74 millones de cocos exportados a Estados Unidos en goleta en un solo a?o antes de la revoluci¨®n, es Baracoa.
En Cuba, las barber¨ªas son siempre lugares neutrales, se habla de todo y muy poco de pol¨ªtica. La de Baracoa queda frente al hostal La Habanera, en la calle de Maceo. Su nombre oficial es Sal¨®n 10 de Octubre, en homenaje a la fecha en que Carlos Manuel de C¨¦spedes encendi¨® la llama de las guerras de independencia de Cuba, en 1868.
En la peluquer¨ªa hay seis sillones casi de la ¨¦poca de la colonia, remendados con pl¨¢sticos, telas y hasta esparadrapo. Hoy, la barber¨ªa est¨¢ llena, y varias personas aguardan turno. L¨¢zaro es uno de los peluqueros. A las once de la ma?ana ha pelado ya a 22 personas.
La lista de precios, colocada en la puerta, ofrece dos variantes: "Pelado Estilo, 3 pesos; Pelado Normal, 2 pesos". Frente a la entrada, una consigna enfatiza: "Defenderemos la patria, la revoluci¨®n y el socialismo al precio que sea necesario". En su mostrador, ¨¦l tiene una peque?a imagen de san L¨¢zaro, Babal¨² Ay¨¦ en la santer¨ªa cubana. "La verdad, me ha ayudado mucho", dice, "es un santo muy agradecido". Lleva 20 a?os pelando en Baracoa y su hijo es ingeniero en comunicaciones.
A pocos metros de la barber¨ªa, cerrando por el este la plaza de la Independencia, est¨¢ la parroquia de Nuestra Se?ora de la Asunci¨®n, uno de los primeros templos levantados en la isla en el siglo XVI.
A¨²n se conserva en su interior la Cruz de la Parra. Se afirma que fue tra¨ªda por Crist¨®bal Col¨®n en su primer viaje, lo que la convierte en el s¨ªmbolo m¨¢s antiguo de la religi¨®n cristiana en el hemisferio occidental. La iglesia, de p¨®rtico neocl¨¢sico, tres naves y dos torres campanarios, no est¨¢ en sus mejores momentos. Si en los siglos XVII y XVIII soport¨® ciclones y ataques de piratas, sus males ahora no son menos sangrantes. Despu¨¦s de cuarenta a?os sin mantenimiento, los pilares y columnas del interior est¨¢n apuntalados y el techo resiste porque Dios es grande. "Cualquier d¨ªa puede ocurrir una desgracia", dice el sacerdote italiano Valentino Ferrari, que lleva aqu¨ª seis meses. Cuenta que ya est¨¢ aprobada por el gobierno de B¨¦rgamo una ayuda para rehabilitar el templo, pero todo se ha retrasado por problemas burocr¨¢ticos. Valentino tiene 41 a?os, cuatro de ellos pastoreando almas en Guant¨¢namo, y ya no se espanta por nada. La brujer¨ªa no le asusta y es indulgente con la capacidad del pueblo cubano de creer cualquier cosa.
Rafael Jim¨¦nez Fuentes vive en la boca del r¨ªo Duaba, muy cerca del lugar donde desembarc¨® Maceo en 1895 para reiniciar la guerra de independencia contra Espa?a. Rafael tiene 83 a?os y, como mucha gente de su edad en esta zona, se dice fidelista y revolucionario.
"Aqu¨ª se pas¨® muy mal, mijo", dice Rafael, que es nacido en Sagua de T¨¢namo. Desde que tuvo uso de raz¨®n ayud¨® a sus padres a pescar cangrejos para subsistir, y su llegada a la playa de Duaba se debi¨® a un hecho tr¨¢gico y, c¨®mo no, m¨¢gico: "Nosotros ¨¦ramos pobres, pero m¨¢s pobres eran los haitianos que trabajaban sembrando pl¨¢tanos y frijoles para nosotros a cambio de pescado y vianda. Un d¨ªa, mi padre cogi¨® al haitiano Napole¨®n rascabuchando a mi t¨ªa mientras se ba?aba y le dio una paliza a puro planazo. Entonces Napole¨®n le dijo: 'Mira, Jim¨¦nez, yo no vi a dar golpe a ti, yo vi a enviarte un regalito que te va a pesar". A los tres d¨ªas, a mi papa se le inflam¨® una vena y se puso muy mal. Entonces la familia vino para ac¨¢ a tratar de curarlo, pero muri¨® al poco tiempo".
Hoy, Rafael sigue pescando y cultiva una finca de cocos que produce 200 quintales al a?o, unos mil kilos. "El quintal lo paga el Estado a 14 pesos, as¨ª que eche la cuenta. Con 2.800 pesos al a?o", dice, "no se puede vivir".
Tiene la suerte de que muchos turistas lo visitan. ?l los pasea en cayuco por el r¨ªo, les cuenta su vida y se trepa de vez en cuando a una mata de cocos para demostrar su buen estado f¨ªsico, lo que habitualmente es recompensado con propinas en divisa. Adem¨¢s, su esposa Carmen cocina masa de cangrejo con leche de coco y una especie de angulas llamadas tet¨ªs. Tambi¨¦n prepara dulces y borda manteles con el nailon que el mar arroja a la costa. Todo reciclado y a la venta.
El historiador de la ciudad, Alejandro Hartman, asegura que Rafael es un gran alquimista y que se trabaja una "viagra ind¨ªgena" hecha a base de ralladura de pito de tortuga de carey, brebaje que en dosis convenientes convierte al hombre en una m¨¢quina. "Ah¨ª est¨¢ el caso de Daniel Cicl¨®n, 24 hijos con la misma mujer".
Pasear con Hartman por la ciudad es algo formidable: le saluda todo el mundo, le consultan ideas y proyectos, y ¨¦l atiende a todos, despacha en plena calle. Desde hace a?os dirige el Museo Matach¨ªn, una de las cuatro fortalezas militares espa?olas construidas en el siglo XVIII para defender la villa de los filibusteros y las fuerzas enemigas de Espa?a. El propio Hartman es una especie de corsario barbado, un esp¨ªritu libre y siempre dispuesto a subirse al barco de los sentidos y de la noche, que transmite al visitante el embrujo de Baracoa y la humaniza con su buen humor.
En el pueblo s¨®lo hay una paladar, La Colonial. Es una casona de madera de la segunda mitad del siglo XIX, situada en la calle de Mart¨ª, enfrente de la antigua Sociedad de Mulatos de Baracoa, El Progreso, hoy un taller de confecci¨®n. La Colonial conserva la mamposter¨ªa original y ha sido restaurada por su due?o, que paga m¨¢s de 700 d¨®lares de impuesto mensual por abrir la puerta, coman clientes o no, pese a lo cual entra en la categor¨ªa oficial de "nuevo rico".
Aunque legales, en toda Cuba las paladares son mal vistas por las autoridades. Igual ocurre aqu¨ª, y eso que en esta casa hay una historia por detr¨¢s: un antecesor particip¨® en las guerras de independencia y un familiar cay¨® en la guerra de Angola. De cualquier modo, ning¨²n funcionario con cargo la visita y en el pueblo todav¨ªa se habla en voz baja del caso de la antigua secretaria del Partido en el municipio, que prefiri¨® no asistir a la fiesta de boda de su hija por celebrarse en La Colonial.
Esa noche, en La Terraza toca el grupo de El Ruso, as¨ª llamado por su tama?o y ademanes, no por la m¨²sica que hace, que es muy cubana. Acodado en la barra est¨¢ Choca-Choca, due?o de un Moscovich ruso de color azul que "est¨¢ perdiendo la piel". Tiene defensas de Peugot 206 y arranca haciendo el puente. No tiene amortiguadores delanteros ni freno de emergencia, y las puertas cierran por dentro, pero no por fuera, as¨ª que tampoco usa llave.
?scar Granado -as¨ª se llama- tiene el m¨¦rito de ser el primer cuentapropista de Baracoa. Cuando, debido a la crisis, el Gobierno legaliz¨® los d¨®lares y autorizo ciertas formas de iniciativa privada, ?scar se inscribi¨® como ch¨®fer particular. Ten¨ªa una ventaja: hace 15 a?os, al convertirse el turismo en la principal fuente para conseguir d¨®lares, nadie m¨¢s ten¨ªa un carro disponible en Baracoa.
Hab¨ªa veces que hac¨ªa dos viajes a Santiago el mismo d¨ªa. Las tiradas eran largas y ten¨ªa que parar a descansar con los pasajeros en el camino. "Como no funcionaba el freno de mano, ten¨ªa que dormir pisando el freno, y cuando se relajaba el pie, el coche se iba por las lomas. As¨ª tuve varios accidentes. Era por exceso de trabajo".
Sus problemas con las autoridades son viejos. En Cuba, y mucho m¨¢s en pueblos peque?os como Baracoa, la gente aut¨®noma y decidida como Choca-Choca no es bien considerada. La polic¨ªa y todo el mundo lo conocen, pero aun as¨ª, de vez en cuando lo detienen. La semana pasada pas¨® cinco horas en la unidad policial. "Me acusaban de asedio al turismo, pero no hay ning¨²n asedio, lo que pasa es que despu¨¦s de tantos a?os yo tengo muchos amigos".
Peor est¨¢n las chicas. En Baracoa funciona una norma no escrita que es popularmente conocida como la "ley de los dos hospedajes". "La cubana que se haya inscrito dos veces en una casa particular con dos extranjeros diferentes, sea en Baracoa o en otro lugar, es detenida aqu¨ª. No importa que hayan pasado dos o tres a?os. En la mayor¨ªa de los casos se las acusa de peligrosidad y se las condena a dos a?os de c¨¢rcel", cuenta el due?o de una casa particular que alquila a extranjeros. En la ciudad hay 120 habitaciones de hotel y 170 casas de alquiler particular, registradas debidamente, donde un nacional puede hospedarse dando antes sus datos personales.
Varios arrendadores ya se han quejado a las autoridades por la "situaci¨®n" de los dos hospedajes. "Es una locura, esto s¨®lo ocurre aqu¨ª, en ning¨²n otro sitio de Cuba pasa", dice el due?o de una de las casas. "Adem¨¢s de tremendo, para nosotros es muy dif¨ªcil trabajar as¨ª", comenta.
Desde 1990, cuando empez¨® a desarrollarse el turismo en Cuba, unos 500 baracoenses, en su mayor¨ªa mujeres j¨®venes, se han casado con extranjeros. Muchos env¨ªan dinero a sus familiares.
El turismo ha cambiado Baracoa, pero el cultivo del cacao sigue siendo una de las primeras fuentes de empleo del municipio. En esta zona se produce casi el 80% del cacao de Cuba. El a?o pasado se alcanz¨® la cifra de 2.000 toneladas, la mayor parte de ellas procesadas en la f¨¢brica de chocolate de Baracoa, inaugurada en 1963 por el Che Guevara, siendo ministro de Industria.
La f¨¢brica tiene 179 trabajadores y produce manteca de cacao, licor y cacao en polvo, adem¨¢s de tabletas de chocolate y coberturas. Una visita por la empresa es reveladora. Junto a equipos de la ¨¦poca del Che -quien tuvo la idea de poner la f¨¢brica cerca de las plantaciones-, otros m¨¢s modernos que se han ido adquiriendo a lo largo de los a?os, pero no vemos ni un bomb¨®n ni una tableta de chocolate.
En la actualidad hay un plan de desarrollo del cacao a escala nacional. Se van a incrementar las ¨¢reas de cultivo y se han comprado ya dos modernas plantas de procesamiento, que se instalar¨¢n en otras provincias.
Para Urbano Rodr¨ªguez es una buena noticia. Urbano no s¨®lo es la persona que m¨¢s sabe de cacao en Cuba, es un fil¨®sofo natural. "Lo ¨²nico que produce comida es la planta y el suelo. Por eso hay que cuidarlos, mirar el mundo con visi¨®n de futuro, no a un metro como hacen algunos". Al recorrer con ¨¦l las plantaciones del Jamal, te explica, por ejemplo, que el cacao necesita sombras, pero que esas sombras han de ser reguladas porque "todo en exceso es malo". "La vida no es una verdad absoluta. Cada cultivo, cada planta, cada pa¨ªs es una situaci¨®n espec¨ªfica". Y agrega: "Cuando un camino va contra la vida, uno lo abandona, lo otro es de bobos". Urbano conoci¨® la Baracoa de antes. "?ramos 17 hermanos en una familia muy pobre. Hoy, mis seis hijos son universitarios. ?C¨®mo no voy a ser revolucionario?". Uno lo escucha, a la sombra de las mazorcas de cacao, el perfil ta¨ªno, haciendo poes¨ªa de una plaga que le ha ca¨ªdo a un cultivar, y vuela?
Baracoa-Alto Songo-Dos R¨ªos-Bayamo
En la carretera hacia Bayamo no hay indicaciones ni se?ales. Alto Songo es tierra de calor bravo y ca?a de az¨²car, y all¨ª hay que desviarse hacia el entronque de San Luis. En un mercado lleno de moscas, la gente toma cerveza en grandes recipientes pl¨¢sticos y algunos cuentapropistas venden meriendas -para com¨¦rselas hay que ser de all¨ª o muy hombre-, y al lado mismo de aquella austeridad hay una TRD (Tienda de Recuperaci¨®n de Divisas) en la que se comercializan productos de importaci¨®n en moneda dura. La empresa estatal que la administra le ha puesto el incre¨ªble nombre de La Esperanza.
Repostamos. La crisis en estos pueblos de oriente es grande, como el saqueo al Estado. Cuando a finales de a?o Fidel Castro desat¨® una ofensiva contra el robo de combustible e intervino todas las gasolineras, descubri¨® que en las 227 de Santiago el desfalco era el doble que en el resto de la isla. El 80% de cada d¨®lar que entraba se lo repart¨ªan equitativamente los trabajadores?
Toda esta zona antes estaba cultivada de ca?a, pero ahora muchos centrales azucareros han sido desactivados. A pocos kil¨®metros de Palma Soriano, en Dos R¨ªos, cerca del lugar donde cay¨® muerto Jos¨¦ Mart¨ª el 19 de mayo de 1895, est¨¢ el antiguo central Palma.
A sus puertas, una consigna m¨¢s: "Unidos luchamos, unidos vencemos". Las dos grandes chimeneas del central no echan humo. El Dos R¨ªos es uno de los 114 centrales que en los ¨²ltimos a?os han detenido sus calderas. De los 156 que funcionaban en Cuba en los noventa, en esta zafra quedan en activo 42.
Los bajos precios del az¨²car en el mercado mundial y la ineficiencia de una industria altamente consumidora de combustible y equipada con tecnolog¨ªa obsoleta acabaron con esta forma de vida, que era una cultura.
El Gobierno ha desmantelado algunas f¨¢bricas, otras las ha reconvertido y est¨¢ sustituyendo las grandes ¨¢reas de ca?a por otros cultivos. A miles de obreros y campesinos se les ha dado la posibilidad de estudiar y reciclarse, pag¨¢ndoles el salario completo, pero el golpe es duro. "No quedaba m¨¢s remedio, pero es un desastre: ¨¦sta era nuestra vida", dice Jos¨¦, un vecino del pueblo.
Despu¨¦s de pasar Contramaestre, Baire y Jiguan¨ª, uno llega a Bayamo, y la primera sensaci¨®n es que se trata de una ciudad orgullosa de s¨ª misma. Las calles est¨¢n limpias, igual que sus habitantes, que parecen haber interiorizado lo que les toca por haber nacido aqu¨ª.
Aqu¨ª empez¨® todo. La conspiraci¨®n contra Espa?a en la logia mas¨®nica Redenci¨®n. La creaci¨®n de La Bayamesa como una canci¨®n de amor para la joven Luz V¨¢zquez, en 1851, y su transformaci¨®n despu¨¦s en el himno de Cuba. La primera bandera cosida a mano. El alzamiento de Carlos Manuel de C¨¦spedes en La Demajagua. La liberaci¨®n de los esclavos. El incendio de la ciudad por los independentistas para que no volviera a manos de Espa?a. As¨ª hasta llegar a Sierra Maestra.
Lo hab¨ªa dicho Pablo Milan¨¦s: "Vais a llegar a un sitio muy especial, con un gran sentido de pertenencia".
"Bayamo es un lugar que concentra muchas energ¨ªas espirituales", afirma Ciro Labrada, de 42 a?os, los ¨²ltimos siete al frente de la sociedad M¨¢s Luz, fundada en 1913. En M¨¢s Luz se practica el espiritismo cient¨ªfico, aunque el m¨¢s extendido en Bayamo es el de cord¨®n, que mezcla las doctrinas de Alan Kardec con las pr¨¢cticas de las religiones afrocubanas, y tiene su cuna en Monte Oscuro, un pueblito cercano.
Seg¨²n Ciro, aqu¨ª siempre ha habido grandes m¨¦diums. Cuenta que en 1982, una amiga de la abuela de Pablo, Orfidia Tamayo, predijo la ca¨ªda del campo socialista durante una sesi¨®n como la de hoy. "Est¨¢bamos aqu¨ª y el esp¨ªritu que hablaba a trav¨¦s suyo dijo: 'Veo el ¨²ltimo cuadro de los presidentes de la URSS vac¨ªo, va a ocurrir algo que tendr¨¢ gran influencia en la humanidad'. Est¨¢ recogido en las actas de ese d¨ªa".
Los cubanos no saben vivir sin bailar, y los domingos en Bayamo es d¨ªa de m¨²sica, que es lo mismo que decir de exorcismo de cuerpos y de esp¨ªritus. Desde las tres de la tarde y hasta las nueve de la noche, en la casa de Artex hay matin¨¦. Cuesta un d¨®lar la entrada y tres d¨®lares la botella de ron blanco, pero quien puede lo paga: es una v¨¢lvula de escape para seguir adelante.
La casa de Artex es el para¨ªso del short: los hay pegados, m¨¢s pegados, muy pegados; de lycra y de tela vaquera; cortos y enanos; todos explosivos y con un denominador com¨²n: demostrar que en Cuba los culos femeninos tienen psicolog¨ªa propia. No s¨®lo es que se muevan con independencia del cuerpo; es que piensan y sufren, tienen su propia l¨®gica. "No se lo creer¨¢, pero es lo que nos ha salvado estos a?os", dice un poeta de Bayamo en medio de la juma.
Desde luego, no todo es este empaste en Bayamo. Este domingo, al caer la noche en el Plaza de la Revoluci¨®n, junto a la Parroquial Mayor, donde fue interpretada por primera vez la m¨²sica de La Bayamesa, hay concierto al aire libre de la Banda Provincial de Granma.
El que dirige la orquesta es un hombre fibroso de unos 50 a?os. Est¨¢ algo nervioso, emocionado. Se escucha la Gran marcha de A¨ªda y, cuando termina, los dem¨¢s m¨²sicos le aplauden. Carlos Pav¨®n es clarinetista, pero esta noche ha debutado como director, que es lo que quiere ser. Despu¨¦s, Carlos Puig dirige a los m¨²sicos en el danz¨®n Virgen de Regla y termina con el himno nacional. Puig est¨¢ al frente de la orquesta provincial desde hace 25 a?os y ahora tambi¨¦n dirige la Escuela Provincial de Bandas. Dice que se van a hacer 10 en Granma, una en cada municipio.
Bayamo-Berl¨ªn-Bayamo
En el barrio Camilo Cienfuegos, cerca de la estaci¨®n, encuentras a Churre. Su nombre real es C¨¦sar Cede?o y tiene 49 a?os, pero le llaman as¨ª por la forma en que vive. Su casa es como un almac¨¦n, un taller grasiento lleno de objetos y equipos rotos que ¨¦l arregla. La cama puede llevar f¨¢cilmente un a?o con las mismas s¨¢banas, pero en cierto modo Churre es una persona elegante y lleva un bat¨ªn azul con mucha clase.
"Yo soy una persona anal¨ªtica, busco soluciones pr¨¢cticas. Arreglo cualquier cosa, tocadiscos, bicicletas, lo que sea. Un trabajo fino, pregunte por ah¨ª".
Churre es graduado en filolog¨ªa inglesa y en el barrio tambi¨¦n le llaman El Americano por su manejo perfecto del idioma. En 1989, trabajando como traductor y gu¨ªa tur¨ªstico, se cas¨® con la alemana Heide Merie. Ella ten¨ªa 44 a?os, y ¨¦l, 30. Era la ¨¦poca de la crisis galopante, con apagones de 14 horas y mucha hambre, y se march¨® a Berl¨ªn con su esposa, pero no se adapt¨®.
A los cinco meses regres¨® y en Bayamo soport¨® todo el Periodo Especial, hasta hoy. "Aquello no era para m¨ª", confiesa. Hay que aclarar que Churre no quiere saber nada de la revoluci¨®n, ni hace guardias del Comit¨¦ de Defensa, ni quiere que cuenten con ¨¦l para nada. Sus vecinos le llevan cachivaches para que los arregle. Ah¨ª est¨¢n, en medio del desorden de la casa, junto a las ollas reci¨¦n repartidas por el Gobierno.
En el Caribe, cualquier cosa es posible. Y a¨²n m¨¢s en Santiago y Bayamo, donde hace siempre m¨¢s calor y Matamoros es Dios. Un d¨ªa te levantas y escuchas su canci¨®n Juramento: "Si el amor hace sentir hondos dolores / y condena a vivir entre miserias, / yo te diera, mi bien, por tus amores / hasta la sangre que hierve en mis arterias". Otra ma?ana sales y descubres que el sol ha salido y es de color verde esmeralda.
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