"S¨®lo es un bar, pero me gusta"
Albert Adri¨¤ no para. Se muestra muy activo detr¨¢s de la barra de su nuevo local, el Inopia Cl¨¤ssic Bar: corta jam¨®n, calienta unos callos, sirve unas gambas, saluda con un gesto esbozado. No para, pero no se queja. Al contrario, exhibe una sonrisa de palmo, como si estar all¨ª fuera el colmo de la felicidad. "Creo que nac¨ª un poco para esto", confiesa satisfecho en una breve pausa. "Me encuentro muy a gusto en un ambiente as¨ª, con tapas de toda la vida y la gente del barrio como clientes. Si quieres, te doy el titular: S¨®lo es un bar, pero me gusta".
Curiosa trayectoria la de Albert. Empez¨® en El Bulli de la mano de su hermano mayor, el gran Ferran Adri¨¤, se especializ¨® en postres y ha logrado en este ¨¢mbito una fama que traspasa fronteras. Sobre la mesa, en el Taller de El Bulli, los dos hermanos tienen tentadoras propuestas para montar un restaurante donde quieran: en Barcelona, en Nueva York, en Tokio... y cualquier d¨ªa de estos en Marte. Ellos, sin embargo, van a la suya, no les gusta que les marquen el camino. Por ello Albert ha sorprendido al p¨²blico con una pirueta inesperada: nada de abrir un Bulli en Barcelona, y nada de cocina experimental. Ha optado por un bar de tapas tradicionales en Tamarit, esquina Rocafort. Alzaron la persiana hace s¨®lo unas semanas (de momento s¨®lo de 7.30 a 11 de la noche), pero el ¨¦xito es tal que algunos d¨ªas ya han tenido que cerrar porque se les acabaron las existencias.
"Con un amigo de la infancia, Joan Mart¨ªnez, hablamos hace tiempo de abrir una tienda de ropa", cuenta Albert. "Ten¨ªamos ya el nombre, Inopia, pero nos pusimos a hablar de que ya no quedaban bares de tapas como los de antes y que no ser¨ªa mala idea abrir uno con precios ajustados. As¨ª, la tienda de ropa se transform¨® en un bar".
Joan y su mujer, Mar¨ªa, sonr¨ªen a su lado. Sonr¨ªen mientras pueden, ya que la actividad es fren¨¦tica. El local est¨¢ lleno y el negocio va viento en popa. De momento, han empezado con modestia, con una decena de tapas de cocina bien hechas, conservas, aceitunas... "La especialidad son la ensaladilla, las croquetas, los pinchos morunos y las bravas", detalla Albert. "Nos interesa la calidad y, en cuanto a m¨¦todo de trabajo, no hay mucha diferencia con El Bulli. Hemos hecho investigaci¨®n durante semanas, sobre el tipo de aceite, de callos, de patata.... Quer¨ªamos lo mejor y a buen precio".
Albert est¨¢ encantado de comprobar que los primeros en venir al bar han sido los vecinos, un p¨²blico muy distinto al habitual de El Bulli. Cuando le comento que, visto el ¨¦xito inicial, corre el peligro de acabar como El Bulli, con largas listas de espera, tuerce el gesto. "No me gustar¨ªa", dice. "Ahora mismo aqu¨ª puede venir cualquiera, y esto es lo bueno. La gente sale contenta. La verdad es que me siento un poco como Joel Robuchon cuando mont¨® L'Atelier en Par¨ªs, pero a la catalana".
Entra Ferran Adri¨¤, el herman¨ªsimo, saluda a Albert y se sienta en la barra. "Me encanta porque es s¨®lo un bareto en un barrio", confiesa. "Esto, en el paseo de Gr¨¤cia no hubiera sido posible, porque habr¨ªa tenido que ser m¨¢s sofisticado. Creo que con este bar acabamos de desconcertar a los que se empe?an en etiquetar El Bulli. Si esperaban algo experimental, con tapas de dise?o, pues no. Tapas tradicionales. El secreto, como dice Albert, es hacer las cosas bien. Al fin y al cabo, es tan dif¨ªcil hacer una buena croqueta como una croqueta l¨ªquida".
Las croquetas, a un euro la unidad, est¨¢n ciertamente muy buenas, y tambi¨¦n las bravas (tres euros la raci¨®n) y la ensaladilla (3,50 euros). Un cartel en la puerta advierte de que el aforo m¨¢ximo es de 40 personas. "Lo hacemos porque si no, es imposible servir bien a los clientes", advierte Albert. "Alg¨²n d¨ªa nos hemos visto desbordados".
La garant¨ªa Adri¨¤ es un buen gancho, sin duda, como lo muestran los m¨²ltiples patrocinadores que le han salido al bar, visibles en las paredes y en las camisetas de los camareros, que con tantos anuncios parecen pilotos de F¨®rmula 1. Ferran Adri¨¤ lo contempla con orgullo de hermano y no oculta su entusiasmo. "Es hacer que algo sencillo sea extraordinario", comenta mientras se zampa unas patatas bravas. "Lo que me gusta del Inopia es la mezcla de gente del barrio con modernos, aunque al final lo ¨²nico importante es que la comida sea buena, sea moderna o tradicional".
En la pared, como garabateados en una pizarra, est¨¢n escritas algunas de las tapas con su precio, mientras que en la barra un peque?o bulldog pintado de rojo se presenta como el ¨²nico gui?o que se permiten con El Bulli. Poca gente se fija en ¨¦l; est¨¢n demasiado ocupados con las tapas, la cerveza y la charla. "En El Bulli de Sevilla (una especie de pr¨ºt ¨¤ porter que funciona en el hotel Hacienda Benazuza) tendremos un bulldog de carne y hueso y le llamaremos Ferran", comenta el cocinero.
Cuando, ya a punto de cerrar, le comento que tiene una mancha en la camisa (es de la salsa de las bravas, sin duda), Ferran se la limpia con una servilleta y comenta riendo: "Ya tengo algo para la exposici¨®n de la Documenta (ser¨¢ el invitado estrella en 2007). Camisa de cocinero con mancha, 3.000 euros". Y se echa a re¨ªr, feliz en este ambiente popular, tan distinto del de El Bulli.
Est¨¢ claro que el Inopia es s¨®lo un bar, pero le gusta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.